Parte IV: Heridas Abiertas

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Zirmer oye una nave descendiendo cerca de su casa, pero no le presta atención dado que es ya una actividad matutina para él tener visitas imprevistas de varios hermanos del Mechanicum para felicitarlo otra vez por algún avance nuevo que ha hecho o alguien bajo su supervisión hizo en algún momento dado.
Se gira lentamente, los engranajes aunque ya fueron puestos hace muchos años nunca sustituirán el dolor que siente, le dijeron que así era para todos, que la memoria de la carne aún prevalece en las mentes de los elegidos para avanzar hacia un Imperio más grande y perfecto para el Dios Máquina. El mecandrito manipulador de su conductor derecho se estira y agarra la puerta para quien sea que estuviera afuera pasará a su morada, pero nadie entra, un globo ocular en la cabeza de Zirmer se fija en la puerta para ver por qué su acción no recibió una respuesta. Es entonces cuando uno de sus servidores guardianes que estaba en la puerta cae echando chispas y con el cráneo totalmente deformado, el otro guardián cae unos momentos después sin toda la parte superior. Aunque Zirmer no es miedoso igual pone en posición los cuatro mecandrito balísticos, su instinto le dice que lo que va a pasar no es nada bueno; cierto es que muchas veces en el pasado recibió cartas que describían como iría a morir pero nunca se concretaron y su vigilancia se hizo cargo de la mayoría de las que trataron de ser cumplidas.

Un objeto pequeño y cuadrado cae en el suelo a pocos metros de él, una de sus garras trato de tomar el objeto y al mínimo contacto se vio inmovilizada, más bien inutilizada ya que por muchas órdenes que su cerebro le dio la garra no se movió. El objeto entonces emitió tres pitidos que estropearon todos los objetos que funcionarán con electricidad en el lugar, incluso las (muchas) piernas de Zirmer se quedaron en su sitio sin poder moverse.
Zirmer preguntó a duras penas quien andaba ahí y que las pagaría caro al irrumpir de esa manera en la estancia de el Señor de la Forja de ese planeta, incluso lo enfrentó diciendo lo estúpido que era el intruso al venir a un mundo forja a hacer todas estas locuras.
Sus globos oculares se fijaron enteramente en la figura alta que tapó enteramente el marco de su puerta. El extraño gigante (que sería astarte, pensó Zirmer) lo miró y habló en perfecto binario:
"Hola Padre"

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Todo le pareció lejano a Talrifel en esa caminata hasta su nave personal, las palabras de sus iguales eran ininteligibles para él. Lo único que lo detuvo en su camino fue ver la figura tambaleante de esa mujer que había rescatado, Marilyan, dirigiéndose hacia él.
Se quedó parado como un idiota pensando que hacer, que decirle, o que expresar, todo el entrenamiento que había tenido durante toda su vida irónicamente nunca lo había preparado para hablarle a una persona de forma relajada. Fue ella quien le habló luego de esa pausa.

"Buenos días señor...que le vaya bien" aún cuando no tenga forma de saber quien era él, aún cuando sus ojos ya no existían, Talrifel sintió que su mirada se posaba en su alma
"Buenos días señorita, con permiso, tengo que pasar" - Talri se mordió la lengua mientras agregaba - "¿La han cuidado bien? ¿Su tratamiento avanza?"
"¡Oh usted es el guerrero! Nunca me había dicho su nombre, pero imagino que esta ocupado así que lo dejo pasar" Se tocó el pecho mientras hizo una reverencia, aunque se tropezó torpemente
"Deje que la ayude" Talri se olvidó por un momento hacia donde iba y que iría a hacer mientras sus reflejos inhumanos la agarraron con suavidad antes que pudiera caer

Sin mucha elegancia el astarte, que se veía como un dios en comparación con la muchacha, la dejó en su puerta para luego darse la media vuelta y continuar su camino, retomando el tono serio.

Alguien lo tomó de los hombros y lo estrelló contra una pared, en un parpadear de ojos todo el mundo desapareció de ese pasillo. Remo estaba enojado con las venas visibles en su cuello y muñecas mientras miraba fijamente a su hermano, Talrifel no se resistió al agarre y se limitó a mirarlo.
"¡No se que diablos te traes entre manos amigo pero estamos en una maldita guerra! ¿Acaso me puedes explicar que mierda estás haciendo?" Remo lo sacudió
"Me voy a casa, y baja tu tono de voz; por mucho que seas mi hermano que no se te olvide quien tiene el poder mayor aqui" la voz de Talri parecía tranquila
"¡Está bien, está bien! ¡Demonios! Lo siento Talri estoy...estoy un poco nervioso por lo que está pasando alrededor y la muerte de Adrael me ha tenido un poco paranoico últimamente. Solo no me puedo creer lo que esos malditos..." Remo no acabó la frase y le pegó a la pared
"Sé lo que te pasa, todos hemos estado un poco distantes y a la defensiva últimamente pero tienes que mantener tu mente fría, no te alteres y busca algo por muy pequeño que sea que te tenga distraído" Talrifel miro de reojo a la puerta en donde había dejado a la mujer
"Ya, pero que no se te olvide que no podemos...ya sabes, que el amor no es lo nuestro" río nerviosamente
"¿Que? ¿De dónde sacaste eso? Estas empezando a delirar" Talri miró al techo
"¿De verdad? Tú me quieres engañar a mi, quien ha estado aquí desde el maldito principio" - Remo tragó saliva y se armó de valor - "Tocando otro tema, mira lo he estado pensando mucho tiempo y creo que tal vez ya es hora de ir dejándoles claro a estos rebeldes de nuestro poder ¿sabes a lo que me refiero?"
"Aún no...aún no estamos preparados para atacar con el Ala de Muerte a esa escala, si lo hacemos ya habremos mostrado nuestra mano antes de tiempo y ya no hará tanto impacto"
"Perdón que te contradiga pero si mi memoria no me engaña mis muchachos fueron capaces de despejar un continente entero en tan solo un par de semanas; imagina que pueden hacer los Caballeros del Ala esta vez, especialmente contra marines que nunca han visto nuestra capacidad de ataque ni saben nuestras tácticas. Talri este es el plan perfecto por el cual podríamos acabar esta guerra en este momento"
"No es no. La única razón por la que tendrían mi permiso para desplegar una sola escuadra de Caballeros es si Ludovico personalmente pone la baliza en el suelo. Hasta entonces mi autorización sigue siendo el punto final, y mi decisión hasta ahora es el no desplegarlos" Talri se subió a la nave
"Adrael murió luchando en una batalla que no pudo ganar, emboscado en un puente del cual no pudo ni siquiera defenderse como es debido" Murmuró lo suficientemente fuerte como para que Talri lo oyera
"¿Y cuántos Caballeros hubieran dado sus vidas peleando contra demonios que los superaban mil a uno?" Talrifel no espero respuesta mientras cerraba la puerta y despegaba.

Cerrando los ojos y suspirando largamente puso el piloto automático mientras memorias de su niñez se le arremolinan en su cabeza, deseo fuertemente no haber nunca huido de casa y presentado como voluntario para ese nuevo capítulo.
En el espacio donde nadie podía ver sus sentimientos, Talrifel lloró por ser un astarte, por tener ese destino. No, no era un astarte, y eso era lo que más le dolía, porque no llegó a alcanzar ese sol, esa gloria; lo máximo que pudo aspirar a ser fue un Falso Astarte.
El odio pasó a ser rabia, angustia, dolor, tristeza, un pesar muy hondo, una venganza cocinada a fuego lento por muchos siglos.

Al pisar tierra firme dejó que su puño expresara esas emociones al servidor guardián que vigilaba esa puerta que una vez lo vio crecer.

Acepta tu historia (RLFV Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora