XI

36 4 1
                                    

Mjlanir movió sus hachas impacientemente mientras esperaba instrucciones para el ataque sincronizado que acordaron con su amigo. Como lobo enjaulado tenía la vista puesta en las tiendas de campaña a lo lejos donde estaban los asesinos de su escuadra, no podía permitir que ellos hubieran muerto por una batalla perdida; había que vengarse de esos herejes antes que la noche llegara y el día acabará sin haber sido vengados.

"Se acabó" - mantenía su mirada fija al horizonte - "Marcharemos solos como lo hemos hecho siempre"
"Aún no le ha comunicado esto a vuestro amigo ¿aún así cree que sea prudente?" Dreman, considerado como uno de los ancianos más respetados, respondió antes de siquiera moverse
"¿Tú crees que sería malo cumplir con la tradición que esta manada ha tenido por siempre? ¿Acaso no es tu trabajo velar para que el recuerdo de nuestros más antiguos ritos no se pierda como debe ser?" Un ligero gruñido se escapó junto con las palabras de Mjlanir
"Es mi responsabilidad, eso es cierto Corazón, pero también es mi credo el no mandar a más hermanos a una muerte sin honor ni escapatoria" se levantó cuán grande era, casi tan alto como su Señor
"Si esto es por algún presagio que no he oído puedes contarlo ahora, anciano Dreman" estaba empezando a caminar
"Las entrañas de los animales y los tótems hablan de ruina, masacres y dolor. He visto una visión aterradora que pasará si sigues por este camino" las palabras hicieron parar en seco a Mjlanir
"Pues haré lo que se debe hacer. Sea con una visión cumplida o no" los dos Lobos se miraron cara a cara ninguno dispuesto a rendirse
"Vuestra mano estará con mucha sangre mi Señor. Solo le digo para que aguante la respiración cuando le llegue al cuello"
"Nací a la intemperie, solo nuestro Padre y el Todopoderoso saben que pasó cuando vi al mundo que me mostró lo peor y lo mejor de esta galaxia. No subestimes las cicatrices que tengo" Mjalnir se marchó sin esperar una respuesta.

Su manada lo siguió silenciosamente, ninguno quería enfrentar a su amo como lo había hecho el sacerdote rúnico, pues nadie estaba a la misma altura que él.

A la distancia una figura miraba la marcha de los Lobos, con su crozius en la mano se devolvió a darle la noticia del avance a su Señor, que no estaba en el campamento en ese preciso momento

●●●

Ha pasado mucho tiempo desde que no escribía otra vez en este diario, supongo que no me gusta recordar no escribir sobre las batallas en las que he estado, El Emperador es testigo de cuantas cosas horribles he presenciado ya en mi primera guerra, aún no entiendo como después de tanto tiempo alguien podría seguir sintiendo o bromear en un campo como este.

El avance ha sido duro y largo, demasiado largo para unas máquinas de destrucción tan grandes como las nuestras. No he salido mucho del tanque más por miedo que porque me gusta estar aquí, una vez vi como un francotirador t'au le voló la cabeza a un conductor a pocos metros de distancia. Sé que en el campamento todo es más seguro y que sería un suicidio atacar a alguien aquí. Pero no confío tanto en nuestra superioridad.

Es hereje lo sé pero a este punto si alguien encuentra mi diario la oración que escribí seria el menor de mis problemas; no creo que nadie de por aquí le gustarían los poemas que escribo ni le importaría saber sobre mi madre o mi padre o sobre nuestro servidor que tenemos en casa.

La única cosa que me tranquiliza es escribir poemas no voy a mentir, puedes escribir poco palabras y aún así cree que escribiste más de la cuenta, o que puedes abarcar muchos sucesos en un par de líneas. De hecho es lo que voy a hacer ahora. No le tengo que pedir permiso a nadie de todas formas, la comandante no se va a enterar nunca

Nunca llegaré a entender
Los designios de mi Dios
Al sentirme tan seguro
En esta prisión de metal
Pues es capaz de destruir
Aplastar al xeno y condenar al hereje
Pero con sólo una salva
Mi vida podría acabar
Extrañar mi tierra natal
Se ha vuelto cosa habitual
Entre órdenes y muerte
Extrañar a mi madre
Se ha hecho un pesar
Mirar a los ojos a un hombre
Para luego tener que enterrar
Su triste cuerpo en un hoyo poner
Y rezar por su alma a nuestro Emperador
Oh como cambia la disposición
Desde los pósters a la realidad
Nadie te avisa lo crudo que esto es
Nadie te enseña a matar
Ni a maniobrar una arma plasma
Cruzamos la frontera de sus murallas
Hemos presenciado sus avances
Cuanta historia se puede contar en una ciudad
Y cuán rápido la historia enemiga podemos destrozar
Un día pienso en rescatar
Por muy pequeño que sea
Algun objeto de mi enemigo
Para recordar lo que destrozamos
Pero al mirar el bolter del comisario
La idea se va al instante
Ejecuciones he visto
Que hubiera deseado no hacerlo
Amigos he hecho pocos
Y pocos han durado
Manitas sigue con vida
Mi otro compañero no corrió la misma suerte
Le vendé yo mismo las manos amputadas por un disparo potente de la máquina enemiga
Aún me maldigo y agradezco a la vez
Por ser el que se quedó a su lado
En sus últimos momentos

Acepta tu historia (RLFV Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora