Capítulo 17 La caída del muro eterno

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Ya no éramos solo demonios por lo que el nombre de imperio demoniaco parecía incorrecto, en lugar de un nombre bautizamos a nuestra nación solo como el Imperio, ya que seriamos conocidos como sinónimo de fuerza, y la líder era la Emperatriz Aurora la encarnación del poder

Rápidamente comprendí su personalidad y como la batalla o mejor dicho la masacre de la capital fue producto de nuestra estupidez, pero a su vez fue el mejor resultado.

La emperatriz solo deseaba instalar esos "sensores" en las ciudades, pudo haber negociado para que le permitieran colocarlos pero si la burocracia tomaba mucho, sin duda se enfadaría volviendo su ira hacia todos, ella no necesitaba la población de modo que una masacre no era imposible de imaginar

Pero debido a que solo le importaban los sensores, ella no tenia deseos en gobernar dejándome al frente del gobierno del imperio, mis seguidores estaban completamente felices de según ellos haber tomado la decisión correcta y aquellos que me despreciaron volvían a mí de rodillas suplicando por migajas.

Cada territorio anexado solo debía rendirse y jurar obediencia a la emperatriz, a cambio mantendrían su gobierno casi intacto, esas condiciones extremadamente generosas permitieron que más rápido de lo que hubiera imaginado el imperio consolidara su poder, pero al parecer el imperio humano no se quedó de brazos cruzados en estos años.

Mientras extendíamos nuestras fronteras, todo este tiempo el imperio humano había rearmado a sus ejércitos, reforzaron el muro eterno y pactaron alianzas con otros reinos humanos, al ver nuestro creciente poder tenían miedo que ellos no fuera suficientes para detenernos, uniéndose a viejos enemigos por un objetivo común

En mi corazón los estaba felicitando por adoptar una política para enfrentarse a un enemigo formidable, pero por desgracia conocía el poder de la emperatriz y solo podía compadecerlos

-Mi emperatriz, lamento informarle que no hemos podido penetrar las defensas del muro eterno

-Enserio, es una lastima

La emperatriz lucía un poco decepcionada, pero no estaba enojada en lo más mínimo

Bajo la orden de la emperatriz reunimos a nuestros ejércitos y procedimos a marchar rumbo a la fortaleza del muro eterno y llevamos con nosotros el martillo, esta era la repetición de la estrategia de mi padre con ciertas modificaciones.

Pero por desgracia no fue suficiente, el refuerzo del muro fue formidable, podíamos agrietarlo pero lo reparaban más rápido de lo que nuestras tropas invadían, sin mencionar una nueva característica en forma de un rayo defensivo

Era parecido a un rayo que era disparado desde el muro por lo que no tenía punto ciego, su poder era solo un tercio del martillo, pero era suficiente para hacernos retroceder.

Si pusiera mi determinación podría superar este problema fácilmente, pero tenía un enorme lastre, debía conquistar la fortaleza con el menor número de bajas posibles o más exactamente "perdonar y proteger a todo aquel que se rindiera en la batalla"

Con esa orden todo el ejército entablaría combate con el enemigo y si este se rendía ya fuera soldado o civil, seria perdonado y trasladado fuera del campo de batalla, donde se le permitirá formar parte del imperio antes de tomar su registro de nombre y mana, me parecía una orden ridícula pero era una orden que debía cumplir

Tomar una fortaleza tomaría 3 veces el número de defensores y capturar a alguien sin matarlo eran necesario entre 3 a 5 miembros para lograrlo, por lo tanto esta misión tenía un nivel de dificultad entre 9 y 15 veces superior al ya imposible reto

Al escuchar su orden me había planteado la idea de tratar de persuadirla pero alguien más lo hizo, en una fiesta donde se reunieron líderes y generales para discutir planes para cumplir sus órdenes vi una escena que quedó grabada en mi corazón

Mi novia se convirtió en la emperatriz del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora