A tu mejor amigo [Terminada]

•Capítulo 20•

Me tomó por la cintura, me puso sobre él y comenzó a desvestirme con sensualidad. Seguimos basándonos y tocandonos, terminamos de hacer el amor dos fantásticas horas después, cuando nos quedamos dormidos, con él apoyado en mis pechos y sujetándome de la cintura.

A la mañana siguiente despertamos así mismo, intenté moverme pero Joa apretó su agarre en mi cintura y se acurrucó más en mi pecho. —Joa, Amor...— susurŕé con una sonrisa por su comportamiento. —Hay que despertar, dale.

Intenté moverlo, pero fue en vano. No quería despertar ni salir de sobre mi cuerpo, creí que estaba durmiendo profundamente, pero me di cuenta de que estaba bastante despierto cuando bajó su cabeza y me dejó besos en el vientre.

—J-Joaquín n-no...— suspiré mordiéndome el labio. —El t-trabajo.

Él seguía bajando hasta mi entrepierna. —Solo serán unos minutos.— jadeó sobre mi piel para de inmediato comenzar un trabajo magistral con su lengua en toda mi intimidad.

Yo me afirmaba de las sábanas de la cama, gimiendo, suspirando y retorciéndome del placer. Al cabo de unos minutos llegué a un maravilloso orgasmo, gritando su nombre.

Joaquín volvió a subir con besos húmedos, dedicó un tiempo a mis senos, besando y apretando ambos, para luego seguir subiendo por mi cuello hasta mi boca, donde me beso suavemente.

—Buenos días.— me saludó luego de separarse un poco.

—Que buena manera de iniciar el día.— contesté con una sonrisa, normalizando mi respiración.

—La verdad que una deliciosa manera de comenzarlo.— dijo también con una sonrisa. —Bueno, ahora si, debemos ir al trabajo.

Le robé un beso y me levanté rápidamente para vestirme, como siempre de la mejor manera para ir a trabajar, mientras Joaquín preparaba el desayuno para ambos.

Bajé a desayunar y vi al hombre con una remera y unos jeans que le quedaban de miedo. Me recibió en la cocina con un dulce beso en la frente. —Te preparé una ensalada de frutas, un café y hay tostadas.

—Gracias mi vida.— agradecí con otro beso, pero en los labios.

Me acompañó a desayunar solo con un café, mimos, caricias, cumplidos y comentarios en doble sentido.

A pesar de todo esto tuvimos que comer rápido para poder llegar a tiempo al trabajo, y así lo hicimos, Joaquín me dejó en la tienda, nos despedimos de beso, él esperó a que entrara y se fué a la empresa de su primo.

Comencé mi día de trabajo normal pero claro que aún seguía con angustia y un sentimiento muy raro, no sé, sentía cosquilleo en la boca del estómago, quizá es un presentimiento, algo iba a pasar.

Salí a comer a una cafetería de ahí cerca y me pedí solo un café con galletas, no habían pasado ni cinco minutos desde que llegué ahí cuando veo a entrar a Alberto, a penas lo vi se me cerró el estómago. To.é mis cosas y estaba dispuesta a irme de ahí a seguir trabajando, pero sin darme cuenta Alberto ya se había sentado a mi lado.

—Alberto.— dije con desagrado intentando levantarme, pero el hombre me tenía acorralada.

—Quédate ahí sentada y no hagas un escándalo.— me ordena.

Me quedé sentada, pero en ningún momento le dirigí la mirada. —Luci, bonita.— comienza a acercarse más de lo necesario. —Vuelve a casa y conmigo.— acaricia mi mejilla, pero sigo sin mirarlo y le aparté la cara.

—No quiero nada con vos, Alberto. Creí que te había quedado claro.

—Pues no, sabes que te necesito.

—Yo no a ti. Así que ¿Por qué no me dejas en paz?

Él me agarró del pelo fuerte pero disimuladamente, me tiró la cabeza hacia atrás y siguió hablando. —Mirá Lucia Galán, esta es tu última oportunidad de venir conmigo por las buenas.

—Soltame.

—Te voy a soltar solo cuando vengas conmigo a la casa.

—No voy a ir contigo, Alberto. No quiero— exclamaba inquieta, moviéndome para liberarme de su agarre.

Me soltó con fuerza, casi me choca la cabeza con la mesa. —Esta vez te dejaré.., pero sabes mejor que nadie que yo no me rindo fácil.— Se levantó y se fué a la empresa, supongo. Yo de inmediato me levanté y rápidamente me dirigí a la tienda.

Seguí atendiendo con una sonrisa en mi rostro, mostrándome simpática con los clientes. Pero había algo que me parecía raro, hace ya más de una hora que un hombre altísimo de traje y lentes de sol pasaba frente a las vidrieras, algunas veces se metía a la tienda, chusmeaba un poco y se iba.

No creo que.... No, Alberto no haría eso, ¿O sí? ¿Seria capaz de poner a alguien para que me vigilara? No lo sé, quizá solo estoy paranoica.

Terminé mi turno, al salir del local Joaquín ya tenía el auto estacionado frente a la salida.

—¡Joa!— corrí a sus brazos con alegría, él me tomó de la cintura y me levantó un poco.

—¿Cómo está mi reina?— pregunta luego de un beso tierno en los labios.

—Bien amor ¿Y vos?—pregunté cuando me bajó.

—Bien, linda. ¿Nos vamos? O... ¿Querés comer algo por acá cerca?

—Ayy si, por favor, estoy muerta de hambre.

Nos subimos al auto y fuimos al restaurante que ambos conocíamos. Pedí salmón con ensalada y Joaquín se pidió unos fideos con salsa.

Todo iba bien, muy bien, pero yo ya tenía miedo, el hombre que vi en la tienda estaba sentado en el mismo restaurante, nos separaban solo un par de mesas, y estaba ahí solo con vino.

—Gachi— me toma la mano Joa. —¿Pasa algo? Te veo preocupada.

Tuve un mini debate conmigo misma para ver si le contaba o no, finalmente le dije lo que me pasaba.

—Amor, ese hombre de allá.— apunté con la cabeza sutilmente. —Me ha seguido desde...

—¿Desde qué?— preguntó.

—Desde que vi a Alberto.

—¿Qué? ¿Por qué no me habías dicho nada? ¿Te hizo algo?— preguntó apresurado.

—Nono, nada grave, solo me pidió que me fuera con él, le dije que no y se fué enojado.

—La puta madre, seguro que ese imbécil lo mando para que te vigile.

Terminamos de comer rápido y partimos de nuevo al auto, esta vez Joaquín se fijó que un auto negro nos seguía, no de cerca, pero iba al mismo lugar que nosotros. Dios, que  no haga nada el loco de Alberto.

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anonimook6 no sé como te escribí esto tan rápido. 

Hola bellezas, como andan??

espero que les haya gustado este capitulo, diganme en los comentarios que les pareció y no se olviden de dejarme una ☆

los amo

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