—No, no.., discúlpame yo me desubiqué.— se levanta con cuidado y yo lo imito.
Sin darnos cuenta ya eran cerca de las tres de la mañana, aún seguíamos un poco más cerca de lo usual cuando escuchamos que llegaba Alberto y, disimuladamente nos separamos.
Mi esposo nos miró un segundo y habló. —No va a invertir.— informó con enojo y de brazos cruzados. —Gracias, Lucia.— continuó con sarcasmo.
—¿Estás diciendo que es mi culpa que el asqueroso ese no haya querido invertir en tu empresa??— pregunté sorprendida.
—¡Por su puesto! Vos no te quisiste ir con él.
Quedé perpleja ante tales palabras. —¿Sabes qué?— me acerqué a él furiosa. —Él es un asqueroso, pero vos no te quedas atrás en lo depravado y enfermo, hijo de puta.
Ambos hombres quedaron totalmente sorprendidos por mi manera de contestar. —Más cuidado con como me hablas, Lucia, recuerda que soy tu esposo y me debes respeto.
—¿Respeto? Já. Vos perdiste mi respeto cuando me lo faltaste haciéndome una propuesta como esa. Yo soy tu esposa. ¿Yo no merezco respeto?
Mi pareja me miró con un desagrado y rabia con la que jamás me hubiese imaginado. —Cállate, ¿Quieres? Me hiciste perder al mejor cliente.
—Alberto, basta. No fué su culpa, ella está en todo el derecho de no querer.— le aclaró Joaquín a su amigo, poniéndose delante de mi. —La culpa es tuya y de él, lo asquerosos y turbios que son.
—Vos no te metas.— contesta Alberto apuntándolo con el dedo y, sin más, se va a la habitación, dejándonos solos nuevamente.
Cierro los ojos con fuerza y me vuelvo a sentar en una de las tumbonas donde estábamos. Me tapé la cara con las manos por la rabia y la impotencia. —Perdona, Joaquín. Lamento el mal rato.— susurré aún con las manos en la cara.
—Yo lo que lamento es que Alberto haya cambiado tanto contigo y no te sepa valorar.— me confiesa mientras se sienta a mi lado y lleva una de sus manos a mi cabello para acariciarlo delicadamente.
Descubrí mi cara para mirarlo a la vez que en mi interior comenzaba a formarse un gran huracán de emociones que hace años dormían. —Gracias.— contesté en voz baja y con una sonrisa, que en ese momento no me di cuenta que tenía.
—No es nada, Lucia, el error es de Alberto.
Solo asiento con la cabeza, pues no sé que más decir. Joaquín se me queda mirando a los ojos y su manos baja a acariciar mi mejilla, simultáneamente su dedo pulgar roza mis labios. Veo que se humedece los labios y yo lo imito. —Lu... y-yo puedo.— su voz, más grave de lo normal, parecía salir con dificultad de su boca. —necesito.— decía sin quitarle atención a mis labios.
Joa como ya dije antes, es un hombre totalmente respetuoso, por lo tanto yo tomé la iniciativa, sabiendo el riesgo que conlleva estar en el jardín donde mi esposo nos puede ver, pero claro, en ese momento nada me importó. Lo tomé por las mejillas con ambas manos y uní nuestros labios que ya llevaban bastante tiempo de anhelación.
Sus labios y los míos se movían a la perfección en una maravillosa sintonía. Un beso lento, tierno y como mencioné, cargado de anhelo. Segundos después nos separamos por falta de aire, pero quedamos con nuestras frentes y narices unidas, mirándonos a los ojos con las respiraciones irregulares. —Perdoname.— digo volviendo (en parte) a la realidad. Intento levantarme e irme para dejarlo ahí, pero me toma del brazo y ambos quedamos parados frente a frente.
—No pidas perdón por algo que a los dos nos gustó.— me dice con una dulce sonrisa, acariciándome la mejilla.
Sonrio inconscientemente. —Pero está mal, estoy casada.
—Eso ya no me importa, la verdad.— dice bajando su mano para acercarla a la mía.
—Casi no nos conocemos.
—Nos conocemos hace años.— repuso.
—Pero yo no sé nada de ti, ni tú de mi.
Joaquín termina por entrelazar nuestras manos, y yo ni siquiera pienso en apartarlo. — Eso se puede solucionar.— contesta.
Estamos a punto de volver a juntar nuestros labios cuando escuchamos un grito proveniente de la habitación que comparto con Alberto. —¡Lucia!— me llamó.
Joa me lleva al interior de la casa y posteriormente a la salida, le abro la puerta, él se propone salir, pero cuando va a la mitad del camino se devuelve rápidamente, me toma por la cintura y la nuca para besarme profundamente.
Nuestros labios vuelven a esa fantástica sincronía que en pocos segundos lograba hipnotizarme y debilitarme las piernas, le correspondí el beso y la verdad, no me arrepiento de nada. Está vez el beso que nos dimos fue mucho más apasionado, fogoso y lento. Me encantó.
Nuevamente nos separamos por falta de aire, ambos quedamos con las respiraciones agitadas, disfrutando. —¡LUCIA!— escuchamos otra vez. Alberto no es paciente.
—Debes irte.— dije apresurada intentando cerrar la puerta.
—Juntémonos mañana en la tarde. A las 3 salgo a almorzar.— me propone.
—Pero...
—Dijiste que no nos conocemos..., conozcámonos, por favor.— suplica. — Cerca de la empresa hay un restaurante... Estaré ahí de 15.⁰⁰ a 16.¹⁵, espero que llegues.— me dice y desaparece por la puerta.
No sé que está pasando, Joaquín de pronto apareció y me encantó. Esto no puede ser posible, ¿O sí..?
Me salgo de mis pensamientos y recuerdo los llamados que me hizo Alberto, asique me dirigí al cuarto. —¿Qué sucede?— pregunto al entrar.
Lo veo sentado en la orilla de la cama, cuando entro levanta la cabeza. —Te quiero pedir perdón, amor.— me dice suplicando con los ojos.
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hola bellezaass ¿qué creen que pasará acá? diganme si les está gustando, o si voy bien, mal.. denme su opinión.no olviden seguir cuidándose, los amo.
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A tu mejor amigo [Terminada]
Fanfictiones una historia a base de una canción de Pimpinela, como supongo que varios la conocerán "A tu mejor amigo". simplemente espero que lean y disfruten, los amo❤