Suena el despertador, lo miro y son las 5:40 a.m. ¡Carajo!, llegaré tarde a la nueva escuela. Bueno, no importa mucho si hoy no voy, así que volveré a dormir.
Bien, mi madre me hizo levantar para ir al colegio, que horror. Apenas son las 6:40 a.m. y las clases inician a las 7:00 a.m. El edificio de la nueva escuela es un poco antiguo, paredes de ladrillos marrones, ventanas y puertas enormes de madera, jardineras pequeñas que están alrededor del edificio y muchos barandales negros de metal. Lo único novedoso que hay aquí es la sala de computo (claro, por las computadoras y todo eso) y la cafetería (por las cosas de cocina y las mesas).
Eh escuchado decir a muchos profesores que es patrimonio cultural, “son 104 años de historia”, dicen algunos otros. Yo solo la veo como una cosa inservible que en cualquier momento se caerá matándonos a todos.
Voy caminando en las jardineras, con la cabeza agachada y sola, como me gusta estar siempre. Mi madre y yo llegamos a la decisión de que tenía que cambiarme de escuela, que era lo mejor para que no recordará a mi exnovio, que falleció hace un año en un accidente automovilístico, iba con su hermano, estaban en España, con su familia. Íbamos juntos a la escuela.
-Eh, disculpa, ¿tú eres Amber?- dice una chica frente a mí, levanto la cabeza para verla y observo que es pequeña y rubia, con ojos azules y una sonrisa en el rostro.
-No, te equivocaste de persona, lo siento. Digo amablemente y veo que su sonrisa se desvanece un poco.
-Oh, disculpa, gracias de todas formas- responde y sigue su búsqueda, mientras yo vuelvo a mi caminata.
De un momento a otro, choco con otra persona, ahora tendré que ser amable y disculparme.
-Lamento el golpe- digo con voz dulce.
-No, tranquila, la culpa ha sido mía, iba pensando en otras cosas y no te ví, discúlpame- responde una voz masculina, me hipnotiza y me hace levantar la cabeza para ver de quien se trata. Veo a un chico alto de tez clara, con ojos color avellana, cabello rizado y color castaño claro, con nariz delgada y una sonrisa blanca y perfecta.-. Yo soy… bueno, tú llámame Ray.
-Eh, yo me llamo Na… Madeleine- respondo, ahora recuerdo que me registre con ese nombre el día de la inscripción.
-¿Namadeleine?- pregunta divertido.
-No, solo Madeleine.
-¡WOW! Un bello nombre para una hermosa chica. Te diré Maddy.
-Espera, ¿qué?, ojalá y no lo digas en serio eso de hermosa chica. No soy hermosa, ni bonita, ni da por el estilo- contesto un poco sorprendida, es la primera vez que un chico que no conozco me dice eso.
-Lo digo muy enserio, cariño, eres hermosa-dice con voz dulce una enorme sonrisa. No respondo, me doy la vuelta decidida a ir al salón de clases, cuando me detiene, tomándome de la muñeca.
-Bien, no volveré a decir eso, ¿quieres que te ayude con tu bolsa?- pregunta mientras me quita la mochila.
-¿Y me lo preguntas ahora que me la quitaste?- respondo enojada, pero rindiéndome al fin.
-¿te gusta el negro?
-Eh, ¿tú cómo sabes eso?
-Tu sudadera, tu pantalón, tus tenis, tus uñas, tu cabello y también tu mochila me hacen pensar eso.
-Eso es algo novedoso, alguien se da cuenta de algo muy obvio- digo alzando las manos y poniendo cara dramática.
-Ya no te diré nada, pareces asustada, pero divertida. Este es nuestro salón- dice señalando un cuarto enorme con muchas bancas dentro. Es color azul.
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Déjame morir [En Edición]
Genç KurguNaiara es una chica de 18 años, siempre ha sido solitaria, no le gusta tener amigos y se pasaba las tardes encerrada en su habitación. Al regresar a clases en una escuela nueva, conoce a un chico misterioso, ella lo conoce como Ray y sabe que tiene...