Parte sin título 5

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                                                                 Capitulo cinco

Cuando cierro la puerta de la suite de Daniel, salgo corriendo literalmente hacia la mía, a escasos

metros y, al entrar, me dejo caer en la puerta y comienzo a reír frenéticamente, la clase de risa que me

da cuando me pongo nerviosa. Ahora mismo mi mente es un hervidero de ideas. Tengo ganas de

volver a quedar con él. Mañana por la mañana y mandar a tomar viento fresco las reuniones que

tengo concertadas, pero sé que debo huir de una relación. No tengo tiempo y no encaja en mi vida.

Por otro lado, están mis hijos. No aceptarían una relación de nuevo. Y, por otra parte, como decirle a

este hombre que está como un queso, mi situación a cargo de una empresa que me absorbe el 55% de

mi vida, viuda, con dos hijos a mi cargo, una suegra que no para de dar por saco y que lucho cada día

para poder llegar a fin de mes. ¿Pero qué me estoy diciendo ni planteando? ¿Acaso me estoy

volviendo loca? Definitivamente los orgasmos me han nublado. Simplemente hemos sido un polvo de

una noche, bueno, para él dos polvos y varios orgasmos para mí. Yo no estoy acostumbrada a este

rollo.

Él seguro que sí, que tiene experiencia, se le nota. Así que no espera nada más. Y lo que tenemos

planeado mañana seguramente se le olvide. Será una técnica para conversar conmigo y llevarme a la

cama. Sí, es eso, estoy segura. ¡Mierda, ahora no puedo dormir! El corazón se me va a salir por la

boca. Necesito... no sé lo que necesito. Creo que voy a ir a correr. Lo decido. Me voy al armario,

cojo mi ropa deportiva, me visto lo más deprisa posible y dando las cuatro de la mañana, estoy

saliendo por el hall del hotel con la intención de correr sin rumbo fijo. Tampoco conozco Barcelona,

por lo que no podré alejarme mucho. Decido ir por la playa y así el regreso será más fácil. Me

coloco mi iPod, pongo mi lista de reproducción y al ritmo de A mi manera de Siempre así, comienzo

mi rutina.

Después de una hora y cuarto y dándole gracias a Dios de que no me he perdido por Barcelona, llego

a la habitación del hotel.

Estoy sudada y cansada y con un ligero dolor en el vientre bajo que me recuerda la sesión de sexo

que he pasado. Decido mimarme un poco, por lo que me dirijo al jacuzzi, abro sus grifos y mientras

espero que se llene, me desnudo, miro por la ventana y la abro un poco para que el sonido del mar

me relaje mientras estoy en el jacuzzi.

Cuando se termina de llenar, entro en él y siento como todo mi cuerpo se va relajando poco a poco,

como mis músculos se convierten en gelatina mientras que el agua caliente recorre mi cuerpo.

Cierro los ojos un instante llenándome de recuerdos, evocaciones de Daniel recorriendo con sus

manos mi piel, con su boca mis pechos, del ronco sonido de su voz diciéndome en el oído palabras

El dia que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora