Parte sin título 3

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                                                       Capítulo tres

Una vez pasado esos instantes, me reincorporo inmediatamente para admirar la suite.Realmente me acabo de dar cuenta que tiene unas vistas espectaculares. Frente a la cama hayuna vidriera que ocupa toda la pared frontal con unas maravillosas vistas al mar. Estupefactapor las vistas, me acerco lentamente al gran ventanal para poder admirarlas mejor. El mar es mimejor relajante, no lo puedo negar. Me crie en Cádiz, con sus espectaculares playas y con miCaleta del alma, el mejor paliativo a todos mis males.Mi mente inconscientemente vaga por la Caleta y se sumerge en sus aguas con susbarquillas, y su olor característico a la mar salada y a su esplendoroso atardecer. La añoranzapor mi tierra emerge estrepitosamente y toda mi piel se eriza al pensar que tan solo queda unmes y medio para poder disfrutar de nuevo de mi tierra. Lo primero que haré nada más llegar,será mi bañito en la Caleta, un ritual que tanto mi hermana como yo, realizamos cada año elmismo día que regresamos a Cádiz. Miro a mi alrededor para poder apreciar con más detalle lasuntuosa suite del hotel que me ha regalado mi hermana y mi tía para este fin de semana, unregalito de cumpleaños bastante caro. En realidad, con una pequeña habitación en cualquierpensión de la ciudad me hubiera bastado.Recorro con la vista la suite, que es bastante grande de tamaño. Con una decoraciónmoderna, la habitación está presidida por una enorme cama blanca, con un cabecero que hace lavez de mesa de estudio. Las sábanas de un blanco níveo están contrarrestadas con el colorvioleta de una manta de suavidad extrema, perfectamente doblada a los pies de la misma.Debajo del ventanal, a todo su largo, se encuentra un banco de cuero de color crema suave,haciendo juego con la mesita redonda que se encuentra a mano derecha de la cama y cortando elcolor de la tapicería del suelo, una mullida alfombra de color violeta claro.Todo en sí es armonioso y desprende sensualidad a la vez que relajación. A la derecha de la camahay un espacio que preside un enorme jacuzzi de color chocolate con un enorme espejo al frente.En el techo, con luces indirectas que le dan un aspecto íntimo y hasta sexual. ¿Desde cuándopienso yo en la sexualidad? ¡El encuentro con el guaperas del ascensor me está friendo las neuronas!Pero este enorme jacuzzi me está invitando a darme un baño relajante en cuanto pueda. Recorro todala estancia para cruzar la puerta que va a la sala de estar.Allí dejé mi equipaje y el maletín del portátil. Lo cojo y dejo el maletín encima de la mesa delcabecero de la cama y me dirijo al cuarto de baño, que tiene dos puertas, ya que se puede entrardesde el dormitorio o desde la sala de estar.El cuarto de baño está dividido en tres estancias. En la primera encontramos un enorme espejo condos lavabos de estilo moderno en color blanco. Detrás del espejo hay dos puertas, en una de ellasestá el wáter, mientras que en la otra encuentras una enorme placa de ducha cuyo suelo es de madera,está rodeado totalmente de espejos y tiene una gran ducha en forma de cascada. Ya no sé si metermeen el jacuzzi o en la enorme ducha. Salgo del cuarto de baño y me dirijo a la sala de estar. En ellalas vistas son tan espectaculares como las del dormitorio. Podría pasarme aquí el resto del fin desemana, sin salir de esta maravillosa suite, con todo este lujo a mi alcance. En la enorme cama,podría pasarme horas leyendo tranquilamente, mientras escucho música y me relajo con elespectacular paisaje que se puede admirar desde la cama.Pero lo primero es lo primero, y tengo que pasar los recibos bancarios antes de que sea más tarde yya poderme quedar tranquila el resto del día, disfrutando de la tranquilidad y el relax. Abro elportátil, me conecto a internet y veinte minutos más tarde tengo pasados los recibos. Le envío uncorreo electrónico a mi hermana con los datos y me pongo a trabajar un ratito en la hoja de cálculos,revisando los presupuestos de la empresa del siguiente mes y ajustando los datos para precisar másel tema. Al cabo del rato, me llega un correo del diseñador gráfico de la app en la que estamostrabajando con los últimos datos y diseños. Una hora después, le envío un correo con lasmodificaciones que deseo que realice, quedando con él para el martes siguiente para una reunión.Se me ha pasado la hora y tengo que hacer las llamadas a mi hermana y mi tía. Llamo primero aCristina.—Buenaasss. ¿Qué tal todo por allí? Esto es una maravilla. Te voy a enviar unas fotos al WhatsApppara que veas las vistas que tengo. Son espectaculares. Y el jacuzzi ¡guauuu! No tengo palabras. Deverdad que muchas gracias por este regalo. Otra cosa, Cristi, te he enviado los datos de los recibosbancarios. Anótame en la agenda, por fa, que he quedado con Arturo, el diseñador gráfico, el martespara una reunión debido a unos cambios que les he pedido que hagan en estos días en la app nueva.—Deja el trabajo. Estás ahí para disfrutar, divertirte, echar una canita al aire, relajarte y volverteloca, no para trabajar o pensar en trabajo. No te pienso contestar a nada referente a la empresa.Déjalo, todo está bien por aquí y lo sabes. Está todo controlado. Mándame esas fotos, anda, queestoy deseosa de verlas. ¿Has comido ya? Según pude ver en la web del hotel hay unos restaurantesbuenísimos. Hay uno en el que está el chef este que es tan conocido, un tal Toni Avellaneda, quesegún dicen, hace unas tapas fantásticas. También hay un restaurante de comida de tipo hamburguesasa los pies de la playa.—Pues mira, me apetece más una hamburguesa en la playa, que meterme en un restaurante de comidade autor donde te pongan un plato muy grande y un trocito de algo que no se sepa ni lo que es, que alfinal no sepas si te estás comiendo un plato de algo o un experimento químico, con comidas con fuegoo nitrógeno líquido... No me van esas cosas. — Le contesto rápidamente entre risas.—Desde luego, hay que ver cómo eres. Tú siempre igual. — Me espeta Cristina burlándoseclaramente de mí. —Pues entonces vete a la playita y comete una hamburguesa, pero come encondiciones, que después te pasas el día a base de café y no comes nada.—Te lo prometo mami. —Le contesto riéndome. — Bueno, te voy a dejar que voy a llamar a la tata aver cómo están los niños y después me pego un jacuzzi y me voy a almorzar.— ¿Y a qué hora vas a comer? Son ya las tres y media de la tarde, mientras te bañas y bajas, van acerrar el restaurante y al final te tomas otro café y no almuerzas. Bueno, haz lo que quieras. No te voya reñir más, porque estás lejos y al final vas a hacer lo que te dé la gana como siempre. Hasta luego,después hablamos. Besitos y disfruta.—Hasta luego. Besitos.Corto la llamada y mientras abro los grifos del jacuzzi y me desnudo llamo a mi tía.—Tata, ¿Qué pasa, como están los niños?—Pues bien, ya han comido y la loca se está duchando para salir a la calle con las amigas. Me hadicho que tú la dejas hasta las doce...— ¡QUE TE HA DICHO QUÉ! — Grito como las locas. Ya me la ha vuelto a hacer. Esta niña metrae por la calle de la amargura. En cuanto me despisto, ya está haciendo de las suyas. — Yo le dejohasta las diez solamente. Que no te dé coba. Y ya se lo advertí esta mañana antes de que se fuera alinstituto. ¡Ufff! Desde luego, tata, estoy cansada ya de ella, no sé qué diantres hacer con ella.—Chiquilla, tu tranquilízate que eso es la edad. Ya estoy harta de decírtelo. Los niños pasan por esasetapas. Tú dale tiempo.—Ya, pero lo malo es que de los disgustos que me da, me voy a quedar en el camino, porque estámás que claro que esta me va a matar de un disgusto un día de estos. ¿Y Ale, que se cuenta?—Ale, bien. Tú no te preocupes por nada. Ahora está viendo dibujitos en la tele, Bob Esponja ydentro de un ratito me lo llevo al parque. Lo que tienes que hacer es disfrutar y relajarte que yo estoyaquí y mañana he quedado con Cristina también que va a venir a comer con el chico. Todo estácontrolado. Despreocúpate. ¡Cuéntame, cómo es el hotel!—Uyyyy, una maravilla. Tiene unas vistas maravillosas, espectaculares. El mar me recuerda a Cádiz.Que ganas de ir... Pero todo bien. Ahora iba a meterme en el pedazo de jacuzzi que tengo en lahabitación y a salir a dar una vueltecilla por el hotel y comer algo en una hamburguesería que dice mihermana que está a pie de playa.—Muy bien. Come que te hace falta, que no comes nada. Relájate. Te dejo que me está llamando Ale.Después a la tarde hablamos.—Ok. Después enviaré unas fotos al grupo de family de la suite del hotel, para que se os pongan losdientes largos.—Vale. Besitos. Después hablamos.—Besitos.Cuelgo y me quedo con angustia, porque en realidad el hotel está muy bien. Mi hermana y mi tía sehan portado estupendamente dándome esta sorpresa, pero lo suyo hubiese sido haber venido conalguien, no sola. Poder compartir esta enorme cama, disfrutar de estas vistas con alguien charlandotranquilamente, o disfrutar del enorme jacuzzi... Pero tengo que volver a mi realidad y saber queestoy sola. No pasa nada, mucha gente disfruta de su soledad. Como la canción de Alejandro Sanz,mi soledad y yo.En ese momento, comienzo a llenar el enorme jacuzzi, mientras hago un par de llamadas más. Laprimera de trabajo y así me quito ya todo de encima. Marco el número y al cuarto tono me contestaPaco con voz alegre:— ¿Qué pasa nena?—Pues nada, ya aquí en Barcelona. Tienes que ver la suite donde me han metido Cristina y mi tía. Esuna pasada. ¿Tú qué tal? — Le pregunto sabiendo que él está en Barcelona por motivos de trabajo.—Pues bien, voy en un taxi ahora mismo camino del último cliente. La empresa de los bocatas, quele hicimos la app para pedir por el móvil, ¿lo recuerdas?—¿Ah sí!, claro que me acuerdo. ¿Para qué lo visitas?—Quieren ampliar la app. Y también necesitan cambiar el servidor. Arturo, cuando se reunió conellos para la nueva aplicación de facturación y demás, les recomendó cambiar todo el sistemainformático, ya que el hardware del que disponen es bastante obsoleto y hace que las aplicacionesvayan muy lentas. Tienes los datos para el presupuesto en el correo que te envié esta mañana. ¡Ah!Casi se me olvida. También te envié una actualización del informe que me pediste sobre nuestroscompetidores para la oferta del grupo Grupo Soxta.—De acuerdo, gracias. ¿Quedamos para almorzar? Me estaba preparando un jacuzzi y después mevoy a almorzar. Si te apetece te invito.—Ya he almorzado, Eva. Pero si te parece quedamos cuando salga del cliente al que me dirijo ahoray tomamos un café.—No. Mejor quedamos por la tarde noche. Mi tía y mi hermana me han concertado citas a las seispara una sesión intensiva de spa. Creo que saldré sobre las ocho y media. Si quieres podemos quedarpara cenar.—Uy, uy, la cena la tengo comprometida. Mejor mañana. — Me dice con voz de pillín.—UYYY, cuenta, cuenta, ¿Con quién has quedado, machote?—Con Carmen. La amiga esta que es de aquí. Cada vez que vengo, nos vemos. Quedamos para cenary para lo que surja. Pero podemos quedar a las nueve y tomarnos una cervecita. Yo no he quedadocon ella hasta las diez y media.—De acuerdo, quedamos a las nueve en mi hotel y nos tomamos en el bar una cervecita y ya mecuentas cómo te ha ido con el de los bocadillos.—Ok. No se te olvide reservar la sala para las reuniones de mañana, que tengo concertada cincoentrevistas. Y estaría bien que nos reuniéramos nosotros una hora antes y te pongo al día. ¿Qué teparece?—Sí, claro. Me parece bien. Y no te preocupes, ya tengo hecha la reserva, lo primero que voy ahacer es realizar una inspección para saber si se ajusta a nuestras necesidades, ya que lo reservé porinternet y no había fotos disponibles de la sala. Después te mando un mensajito con la dirección delhotel y así se los reenvías a los de las entrevistas. ¿De acuerdo?—Claro. Un besito. Nos vemos a las nueve.—Hasta las nueve.Una vez que he colgado con Paco, llamo a Sara, la última llamada que me queda por hacer demomento y ya me puedo relajar. Pero mientras marco, me desnudo y me meto en el jacuzzi. ¡Por Diosque gusto! El agua está genial y poco a poco mis músculos se van relajando.—Dime, guapi. — Me contesta Sara al tercer tono de mi llamada.—Pues nada, que ya estoy en Barcelona. El hotel es todo un lujazo. Adivina desde donde te llamo.—Vete tú a saber. Conociéndote, me puedes llamar desde algún sitio turístico o desde dentro de lamaleta. ¡Sorpréndeme! — Me dice la muy capulla riéndose.—Desde el jacuzzi de la suite.— ¡Joder, que suerte! En la habitación del hotel que me ha pagado mi empresa lo único que hay esuna mísera ducha que tiene atascado los conductos y que apenas sale ni agua. —— ¡Exagerá!—De exagerada, nada. Si quieres cambiamos el hotel. Por mí, ningún problema. — Me salta conrisita irónica.—De eso nada. Pienso aprovecharme de este lujo todo lo que pueda. Cambiando de tema.¿Quedamos para almorzar?—Qué va, estoy ahora mismo almorzando con los compis del trabajo. Tengo un huevo de curro. Eljefazo nuevo es un cabrón de mucho cuidado, un negrero en toda regla. Nos tiene hasta el moño. Ayerterminamos a las doce y media una reunión, y hoy estamos en reuniones también desde las siete de lamañana. A mí como su secretaria me tiene frita. Y al resto ni te cuento. Lo mejor de todo es que mepaso todo el día al lado de David. Ayer me invitó a salir a tomar unas copas los dos solos, perocomo salimos tan tarde, al final no lo hicimos. Estábamos ya exhaustos, así que nos fuimos directos adormir. Claro, cada uno por su lado.—Tú lo que querías es dormir con él. — Le contesto riéndome.—Hombre, dormir lo que se dice dormir, no era lo que tenía previsto, ni lo que quería precisamente.— Me contesta ella a su vez con voz socarrona.—Desde luego, eres de lo que no hay. Bueno, ¿qué tal entonces si quedamos esta noche para cenar?He quedado con Paco en el Bar de mi Hotel para tomar una cerveza. Te puedes unir a nosotros y asídespués nos vamos nosotras a cenar y a quemar Barcelona. ¿Qué te parece el plan?—Me parece estupendo, pero no sé a qué hora vamos a terminar esta tarde la ronda de reuniones.Recuerda que yo estoy aquí para currar no de cachondeo. Y, por otra parte, si David me invita...—Si David te invita esta noche estás perdonada. Bueno, te dejo que el agua del jacuzzi con tantacharla se me ha enfriado. Me voy a vestir y a almorzar algo. Que son ya las cuatro de la tarde y no hecomido. Llámame esta noche si vamos a quedar. Y mantenme informada con respecto a David.Besitos—Chao, guapi. Pero no creas que te vas a librar de mí. Quedamos mañana por la mañana y pasamosel día juntas. Que mañana no trabajo.—Mañana por la mañana no puedo, tengo una ronda de reuniones. Mejor a partir del mediodía.Bueno. Esta noche ya quedamos. Un besito, me voy a vestir que el agua está ya fría.—Un besito, después hablamos.Después de colgar el teléfono, salgo rápidamente del jacuzzi, me visto en un segundo y salgo de lasuite para ir a comer algo. Es tarde y tengo bastante hambre. Al llegar a recepción, como el hotel esinmenso le pregunto al recepcionista por el restaurante de la playa para comer esas esperadashamburguesas que me ha recomendado mi hermana.—Buenas tardes. — Saludo al recepcionista con una de mis mejores sonrisas. — Mi nombre es EvaArev, de la suite Cool Corner 2004 ¿Podría indicarme por favor dónde queda el restaurante de laplaya del hotel?—Si claro, por supuesto, doña Eva. Si sigue el pasillo de enfrente, tercer pasillo a la izquierda, todorecto y al final, desemboca en otra recepción que tiene unas vidrieras. Si la cruza, se encuentra con elrestaurante justo enfrente. No tiene perdida ninguna.—Gracias, es muy amable. Por cierto, reservé una sala de conferencia pequeña, para unas quincepersonas para mañana por la mañana. ¿Habría algún problema en echarle un vistazo antes? La páginaweb no dispone de fotos de ella y no quiero llevarme ninguna sorpresa al respecto. Me gustaría quetodo estuviese perfecto y que disponga de todo lo que necesito.—Un momento, señora. ¿Qué sala de conferencias me dijo que tenía reservada? —Me dice tecleandovelozmente en el ordenador de la recepción.—Ahora mismo no lo recuerdo.—Sí, aquí está la reserva. Es el Studio One, una sala pequeña, con capacidad de hasta veintepersonas, con conexión a internet, y enchufes individuales para poder conectar los portátiles.También dispone de una pantalla gigante con conexión para un portátil. ¿Cuándo le parece bien quevayamos a verla?— ¿Podría ser hoy a partir de las ocho y media de la tarde? Es que antes tengo reservada sesión despa. — Le contesto guiñándole un ojo.—Sí, por supuesto. ¿Cuántas horas la ha reservado? — Me pregunta el recepcionista muyamablemente.—Desde las nueve de la mañana hasta las doce o la una. Hasta la una mejor, por si acaso.— ¿Desea que le sirvamos un desayuno buffet y agua?—Sí. Por favor. El desayuno lo podrían traer sobre las diez y media. Y que haya bastantes botellasde agua disponibles.—Perfecto. Se lo anoto y se lo cargamos a la cuenta de la suite. ¿Le parece bien?—Sí, por supuesto. Gracias. Muy amable. Que pase buen día—Gracias a usted, que pase buen día, Señora Arev.Bueno, pues teniendo otra cosa quitada de en medio, ya me dispongo a disfrutar el fin de semana.Ahora tengo un montón de horas hasta esta noche sin saber qué hacer. Al final, me veo hablando conlas plantas del vestíbulo.Al llegar al restaurante de la playa, me siento en una de las mesitas que hay allí. Es un restaurantebastante agradable, con ambiente playero e informal, donde por la noche actúan diversos DJconocidos en directo. Mezclan hamburguesas con cocteles. Al parecer, lo conocido de esterestaurante son sus espectaculares cocteles. Nada más sentarme a la mesa, aparece un camareroperfectamente vestido, ofreciéndome varias cartas diferentes:— ¿Qué desea tomar?—Un tinto de verano, por favor.—Tinto de verano no tenemos. No obstante, tenemos una magnífica selección de tintos que serán desu agrado. En nuestra bodega contamos con un maravilloso Conde de Valdemar, tempranillo, Trespueblos Crianza, un Barranc dels closos grenache magnífico, así como un Enate, Merlot y Cabernet,un...—Una cerveza, por favor. — Le interrumpo, ya que no soy nada experta en vinos y no sé ni de lo queme estaba hablando.—Por supuesto. Tenemos Estrella Damm, tanto en Barril como en botella, Peroni, Isleña, Coronita, oHeinekien.—Estrella Damm, por favor. —Joder, solo quería una bebida fresquita. Si lo llego a saber, me pido una coca cola. Pero seguro queme empieza a preguntar si la quiero normal, zero, zero—zero. En lata, en botella, en botellín decristal, con cafeína, sin cafeína. Qué difícil es pedir aquí. En el bar de debajo de mi casa, pides unacerveza y punto.Entretanto, miro la carta y me quedo a cuadros. ¿Dónde leches está la hamburguesa normal? La detoda la vida. No sé si esto son hamburguesas o experimentos químicos. ¿Qué contra es el provoloneo el pesto rojo? ¿Qué es el buey wagyu o el shitake o la hoja de sisho? ¿Y el pan de wasabi? Joder,voy a tener que meterme en internet, en San google para saber qué coño voy a comer. En esemomento, llega el camarero y me pregunta si ya he elegido mi hamburguesa.—Lo siento. Todavía no me he decidido. Es que tienen una selección tan magnífica que no logrodecidirme. Déjeme unos minutos si no le importa. — Le contesto al camarero con una sonrisaintentando no parecer una cateta sin saber qué leches estoy leyendo. Se supone que la carta está enespañol.—Por supuesto que no, señora. Elija tranquila.Al retirarse, cojo el móvil y comienzo mi búsqueda de cada uno de los elementos que no conozco.Al menos que sepa que me estoy llevando a la boca. Ah, el provolone es un tipo de queso italiano.Bueno, a mí el queso me encanta. Pesto rojo, salsa italiana de tomate con albahaca. Nunca lo heprobado, pero tiene que estar buena. Bien creo que probaré la beef workshipper. Tiene que estarbuena. Le hago una seña al camarero para que se acerque y hago mi pedido. Me pongo las gafas desol y comienzo a juguetear con el móvil, mientras me bebo la cerveza y espero la hamburguesa. Enese momento, un escalofrío recorre toda mi espalda y, no sé por qué, pero sé que el hombre delascensor está por allí cerca. Recorro disimuladamente entre las mesas del restaurante y lo veoenseguida sentándose en una mesa frente de la mía. Él va acompañado de nuevo por los dos hombresdel ascensor. En un momento dado, nuestras miradas se cruzan durante un segundo y parece que suhermosa boca esboza una pequeña sonrisa. Acto seguido, me saluda ligeramente con la cabeza. Ya lahemos liado, porque se me acaba de pasar el hambre. Por otro lado, no sé si seré capaz de comermeuna hamburguesa delante de él. ¡Por dios, si me tiembla todo! Para disimular, me tomo un trago demi cervecita y desvío la mirada hacia el mar, dando una respiración profunda.Durante todo el almuerzo, me esfuerzo constantemente a comer, pero tengo el estómago cerrado, yaque nuestras miradas no paran de cruzarse y aunque el lleve gafas de sol puestas, igual que yo, sé queme está mirando, del mismo modo que él sabe que yo lo estoy mirando. Con la camiseta blanca decuello de pico y las bermudas, se le señalan absolutamente de manera deliciosa todos los músculosdel cuerpo. ¡Por dios, que sofocón me está dando! Me estoy acalorando por minutos y el sol y elcalor no tienen nada que ver. Él sigue hablando de manera distendida con sus dos acompañantes,mientras que yo, dejando la hamburguesa casi entera, ya que no me entra nada en el estómago, medistraigo jugueteando con el móvil, abriendo y cerrando aplicaciones sin hacer nada concreto.Cuando termino de tomarme la cerveza, dejando la hamburguesa casi enterita, el camarero se meacerca con la carta de postre. Por favor, otra carta, donde no sepa ni que estoy leyendo, me niego.Así, que mejor me pido un café.—Avellanado, con leche, solo, largo, corto, ...—Un café con leche. Con dos sobres de azúcar, por favor. — Casi le grito al camarero para que nosiguiera con la larga lista de cafés disponibles para tomar.Al escucharme él, le sale una sonrisa totalmente perfecta en su maravillosa cara. Parece que le hahecho gracia la manera de pedir mi café. Vaya, me digo. Antes de que pueda darme cuenta, selevantan, y al pasar por mi lado, acercándose a mi oído, acariciándolo con su aliento me dice en untono de voz susurrada y a la vez tan sensual que me vuelve a erizar toda mi piel:—Vaya, parece ser que todavía no ha llevado a reparar el móvil. En la tiendecita que le comentéesta mañana seguro que estarán encantados de reparárselo enseguida. Son expertos en reparacionesexprés de Smartphone. Yo que usted, lo haría enseguida. Los móviles hoy en día sonimprescindibles.Y alzándose sin más, me guiña un ojo y se marcha con sus amigos, dejándome a mí en un estado sinaliento. Cuando me doy cuenta, se me había olvidado respirar. En ese momento llega el camarero conmi café. Ahora precisamente no necesito un café, sino una granizada para bajar el calentón que tengo.Le doy un sorbo a mi café y sin más, me levanto y me voy, dispuesta a irme a encerrarme en mi suitey olvidarme de todo.Pero, ¿por qué me pone de esta manera? Estas sensaciones no las he experimentado en mi vida. Sisoy menos sexual que las almejas. Si no sé qué es un orgasmo y ya tengo cuarenta años y dos hijos.Precisamente no estoy yo como para experimentar nada. Lo que tengo que hacer es olvidarme detodo, y centrarme en lo que me tengo que centrar, mis hijos y mi empresa y dejarme de tonterías.Llego a mi suite y me doy una ducha de agua fría. Miro la hora, las cinco y media, y me aligero parairme a mi cita con el spa que han concertado mi tía y mi hermana. Al llegar allí, una señorita muyjovencita, guapísima y con un cuerpazo de infarto, me enseña las instalaciones y me insta a que antesme dé un tratamiento de belleza integral. Después de pasarme allí dos horas y media, estoycompletamente depilada, hasta en mis partes más íntimas, que no sé porque me lo he hecho, ya que esla primera vez. Tengo mis cejas perfectas, mis uñas brillantes y mi piel completamente suave. Porrecomendación de la señorita Maite, me he hecho un tratamiento con chocolate para la piel, llamadopasión, que te la deja aterciopelada y con un aroma a chocolate exquisito. Menos mal que no gusta elchocolate o me llevaría toda la noche chupándome los brazos. Los pies me lo han dejado perfectos, yeso que es difícil, ya que son mi punto débil. Ahora parecen hasta bonitos. En el pelo me hanrealizado un tratamiento para regenerarlo y está sedoso y brillante. Mi melena castaña con sus mediobucles ya no parece un refrito entre rizos o lacio, sino que caen en mis hombros y mi espalda demanera sensual. Me han dejado guapísima.Me voy hasta mi suite, y con la bata de raso que llevo puesta, me hago un selfie y lo envío al grupode familia. En ese grupo, además de mi hermana y mi tía, están incluidas Sara e Isa. Sin más dilaciónporque es tarde y sin esperar respuesta ninguna por parte de ellas, me enfundo en un traje negro,sencillo, estrecho, con un prominente escote, que realza mis pechos. Me calzo unos zapatos de tacónmedio y me pongo unas argollas de oro de mi madre y el reloj omega de mi padre, un reloj antiguo,automático, con la esfera en oro y la correa de piel. Aunque esté sola aquí en Barcelona, con estasalhajas, ellos están conmigo, así me siento más protegida. Dispuesta a pasar un ratito en compañía dePaco y distraerme un rato, sabiendo que después al estar sola no voy a cenar y me voy a ir a correrde nuevo como siempre hago para paliar mi frustración, salgo de la habitación del hotel y me dirijoal bar después de haberme echado unas gotitas de mi perfume favorito y sin una sola gota demaquillaje en la cara. Al llegar, Paco ya está sentado en una mesa. A su lado, se encuentra Carmen, lachica con la que había quedado y que yo ya conozco porque ha ido alguna vez que otra por Madrid.Al llegar, Paco se levanta para saludarme:—Qué pasa, nena. Dios, estas guapísima, deslumbrante.— ¿Qué te parece? –Le digo dándome una vueltecilla de forma coqueta para que me vea.—Maravillosa. Si vas mañana a la reunión así, más de uno firma sin saber que va a firmar. — Mecontesta de forma descarada y riéndose, a la vez que me guiña un ojo. Me río con él, le doy dosbesitos en la mejilla, y me acerco a Carmen a la que saludo de igual modo.— ¿Qué tal, Carmen? ¿Cómo estás?—Bien. Me comentó Paco que iba a quedar contigo para tomar algo y tenía ganas de saludarte. —Me contesta Carmen de forma jovial.Carmen es una chica joven, de veintitantos años, de la misma edad de Paco, con una melena de rizosrubios extraordinaria y de una belleza deslumbrante. Eso, unido a su juventud, la hace ser una mujermuy apetecible. Ella no quiere nada formal con nadie y, aunque Paco desde que la conoció bebe losvientos por ella, sabe a qué atenerse. Es consciente que de momento lo único que puede tener conella son relaciones esporádicas cuando se ven. Eso hace que Paco se muestre tremendamente celosohasta del aire que respira. Por ese mismo motivo aprovecha cada oportunidad que tiene para venirsea Barcelona, ya sea por trabajo o de vacaciones.—Sí, tenemos que comentar algunas cosillas para la reunión de mañana, además de quedar en lahora y, aunque podíamos hacerlo por teléfono, mejor quedábamos y nos tomábamos algo juntos. Demomento estoy aquí sola, y no me apetece nada. No sé si Paco te ha comentado, pero este viaje es unfin de semana que me regaló mi hermana y mi tía para que me relajara. Con todo lo que ha pasadoúltimamente, lo necesitaba. Aunque hubiese preferido que vinieran alguna de ellas. Siempre encompañía los viajes son mejor. Pero ninguna de las dos quiso. Así que, aquí estoy, en un pedazo dehotel de lujo, con muchas horas por delante y sin prácticamente nada que hacer.—Uy, sí, que mala suerte la tuya. Estar aquí, sin nada que hacer...— Me dice en tono de bromariéndose, mientras que en ese mismo momento gira la cabeza y comienza a reírse a carcajadassaludando con la mano a alguien.Paco y yo, giramos la cabeza a la vez y con una mueca en la cara, le pregunto si los conoce. En esepreciso instante me doy cuenta de que se trata de los hombres del ascensor. Los buenorros como loshe apodado yo, con el súper guaperas que me dijo lo del móvil encabezando la lista.—Mira Paco, ahí está mi primo. El que te comenté que también venía este finde a Barcelona. Habíaquedado con él mañana por la tarde para tomar un café y hablar de una posible incorporación mía asu empresa para poder mudarme a Madrid. — Le explica Carmen apresuradamente a Paco mientraslos aludidos se acercan a nuestra mesa.Carmen se levanta y abraza con mucha emoción al súper guaperas, mientras en mi interior se vanformando bolas y bolas de nervios, tanto que casi dejo de respirar. Sin atreverme a levantar la vista,Paco me da un codazo, en el instante que Carmen se dirige a mí para presentármelos, mientras quecon la mirada me pregunta qué coño me pasa. Miro a Paco directamente a los ojos, mientras que lemiento, negando con la cabeza.—Eva, él es mi primo Daniel. Ella es Eva, una amiga de Madrid y él es Paco, mi amigo. — Sedirige directamente al súper guaperas, del que ya conozco su nombre, Daniel. Un nombre muy bonito,como él.En ese momento, Daniel se agacha para saludarme mientras yo intento incorporarme paralevantarme, haciendo que nuestras bocas se rocen levemente. Mi corazón comienza a latir tan fuerteque creo que se me va a salir por la boca y sus latidos compiten con el nivel de la música que en esemomento tiene el bar a modo de sonido ambiente. El resto del mundo se desdibuja a mí alrededor,quedando tan sólo Daniel y yo. Incapaz de articular palabra, mi mente se queda en blanco, hasta queun nuevo codazo de Paco, me saca de mi ensimismamiento de un sopetón, haciendo que regrese deforma abrupta a la realidad.—Encantada de conocerte, Daniel. — Logro articular como puedo.—El placer es mío. Por fin nos conocemos, formalmente. – Me contesta con una sonrisa pícara y unguiño en el ojo, esta vez dándome dos besos en la comisura de la boca, mientras me agarra de loshombros con sus grandes y cuidadas manos. Mi cuerpo, se vuelve gelatina y un nuevo escalofríorecorre todo mi ser, mientras que un calor abrumador se apodera de mis hombros donde me estározando Daniel, llegando ese calor hasta mi vientre y haciendo que mis braguitas se mojen. ¡Dios,qué vergüenza! En ese preciso instante mis mejillas se ruborizan.Daniel, sin soltarme un hombro, se dirige a Paco y cambiando el tipo se sonrisa, le estrecha la manocortésmente.—Paco, soy Daniel. Encantado de conocerte. — Le dice en un tono cortés, casi profesional, comoel que está saludando a un cliente o un posible socio de negocio.—Daniel ha venido a Barcelona para una serie de reuniones, ya que hace poquito que ha tomado elmando de la empresa de mi tío y se está poniendo al día de la situación de la misma. — Nos explicabrevemente Carmen, mientras nos presenta a los dos amigos de Daniel. — Ellos son Luis yAbelardo. Luis es la mano derecha de mi primo y uno de sus mejores amigos y Abelardo, bueno, enrealidad no sé muy bien en que trabaja dentro de la empresa, pero también es amigo de Daniel ycompañero de trabajo. ¿Dónde está David? Es el que falta. – Les pregunta a ellos tres mientrasprosigue con su explicación. — David es otro de los amigos. Los cuatro son inseparables desde queestaban en el instituto. No hay ningún sitio que no vayan ellos juntos. No hay nada que no haganjuntos. — Nos sigue explicando, dando una pequeña carcajada con un guiño de ojo a su primo.Daniel, después de dar un resoplido a modo de cansancio hacia su prima, esboza una pequeñasonrisa mientras nos explica que David había quedado con otra compañera de trabajo para revisarunos informes en la habitación de su hotel y que por ese motivo habían cortado las reuniones antes detiempo, para que ellos dos pudieran trabajar sin ser molestados. Daniel mira a los otros dos amigosy, haciéndose una señal que sólo ellos comprenden, se empiezan a reír descaradamente.Daniel que aún tiene una mano sobre un hombro mío, me pregunta:—Y, Eva, ¿verdad?, ¿Tú que has venido por trabajo o placer? — Me pregunta mirándomedirectamente a los ojos.— Un poco por las dos cosas. En realidad, he venido a descansar, pero ya que estoy aquí heaprovechado el viaje para concertar algunas entrevistas que Paco y yo tenemos pendientes. — Logroarticular.—Entonces ¿habéis venido juntos?—No.— Se aligera a interrumpir Paco.— Yo llevo aquí unos días. Eva ha llegado hoy. En realidad, las únicas reuniones que tenemos lasvamos a hacer mañana por la mañana y así ella, tendrá el resto del fin de semana libre paradescansar, que lo necesita. — Explica apresuradamente Paco, mientras me mira de manerainterrogativa.Yo, sin saber qué hacer en ese momento, me vuelvo a mirar los zapatos, acto reflejo que realizosiempre que una situación me incomoda. Carmen, le pregunta a Daniel si quiere tomarse algo connosotros, ya que todavía no habíamos pedido y éste sin mirar a su prima le contesta que sí, mientrascoge una de las sillas más cercanas a la mía para sentarse a mi lado. Tanto Luís como Abelardo,también se sientan alrededor de la mesa nuestra. En ese momento llega el camarero para recogernuestros pedidos.Daniel de una manera que no deja lugar a dudas, toma las riendas de la situación y comienza apedir.—Para la señorita— le dice al camarero señalando a Carmen— le trae usted un Manhattan, para elcaballero— señalando a Luis— un whisky Macallan 1824 Estate Reserve. Para él— señala aAbelardo— un ron con coca cola, para usted— señala a Paco——También un ron con coca cola.—Para el caballero un ron con coca y para la dama... — me pregunta alzando la ceja mientras memira—Un té helado, por favor. — Le contesto – Es que no suelo beber mucho alcohol. Enseguida se mesube a la cabeza y aún es muy temprano para mí. — Les aclaro. No quiero coger una borracheradelante de este hombre tan impresionante y, o bien meter la pata hasta el fondo o bien hacer algo queme pueda arrepentir el resto de mi vida. Prefiero tener las ideas claras cuando esté delante de él. Esosí, cuando se vaya, voy a necesitar una ronda de chupitos de tequila.—Pues un té helado para ella y una copa de vino blanco Adega do Moucho para mí. Gracias. — Sedirige Daniel al camarero con una mirada de autosuficiencia en la cara que quita hasta el hipo.Cuando el camarero se va, Paco me pregunta a qué hora quiere que comiencen la ronda de lasentrevistas y si había hecho la reserva de la sala.Yo, bajando el tono de la voz para que no nos escuche nadie, le comento que me gustaría quenosotros nos reuniésemos a las nueve y que la ronda de reuniones comenzase a las diez. De ese modotendríamos una hora para que me pusiese al día en el informe sobre los competidores y decidir si eramejor subcontratar a una empresa, a un autónomo o la contratación de personal directo. Le digo quetambién he reservado el desayuno para nosotros dos a las nueve y media. Daniel que me estáescuchando me pregunta:— ¿A qué te dedicas Eva?—Dirijo una pequeña empresa. — Le contesto sin especificar a qué se dedica ni que es mía.—Entonces supongo que Paco trabaja para ti en esa empresa, que eres su jefa. — Me dice en untono de voz sensual. De nuevo las braguitas que llevo se me mojan. ¿Cómo es posible que alguienpreguntándome si era la jefa de Paco hace que me moje las bragas? Definitivamente cuando llegue ala suite voy a tener que tirarlas.—Se puede decir que él es como si fuese mi mano derecha. Prácticamente la dirigimos juntos, nome puedo asignar todo el mérito.—Eso es mentira, nena. Y tú lo sabes. – Dice Paco en tono reprobatorio en voz alta para que seenterase todo el mundo — Tú sola has colocado a la empresa donde está. Gracias a ti, no se fue a laruina. Prácticamente comes, vives y respiras para la empresa. Y de nuevo gracias a tu ímpetu, vamosa tener un gran contrato que nos garantizará trabajo para una larga temporada y eso en nuestro sectores algo muy difícil de lograr. – Terminó por decir Paco guiñándome un ojo.— ¿A qué sector os dedicáis?—Bueno, ¿podemos dejar hablar de trabajo, por favor? Sólo necesito desconectar un rato. Aquí nosoy tu jefa ni tú eres mi empleado. Aquí sólo soy Eva. ¿Entendido? Y ahora si me disculpáis,necesito hacer unas llamadas. — Le riño a Paco en plan broma, pero en realidad no quería que nadiesupiese de mi vida. Estaba allí para disfrutar. Sólo quería tomar una copa en un ambiente relajado ytodo se está yendo al traste con Daniel allí, ya que no puedo ni respirar.Me alejo unos metros para poder llamar a mi tía y hablar con los niños. El primero en ponerse alteléfono es Ale:—Mi amor, ¿Cómo estás?, ¿te lo estás pasando bien con la tata? Cuando llegue el domingo te voy allevar un montón de regalitos, ¿Qué quieres que te lleve?—La equipación, y un balón de reglamento del Barcelona, mami. Quiero también las fotos firmadasdel equipo entero. Y quiero que me compres entradas para ir a ver un partido.—Bueno, bueno, ya veremos. Confórmate de momento con el balón y la equipación y ya veremos elresto. ¿De acuerdo? Pero te tienes que portar con la tata requeté bien. Cómetelo todo y haz caso a loque te diga ella. Duérmete tempranito y dentro de muy poquito estaré allí de nuevo contigo. Un besitomuy fuerte, cariño, dile a la hermana que se ponga. — Después de unos minutos, mientras con elrabillo del ojo miro furtivamente a la mesa, se pone al teléfono mi hija Merche.—Dime, mami.— ¿Qué tal estás corazón?—Pues ya me iba a la calle que he quedado con Noe, pero tengo que llegar a las diez y mira quéhora es. No me va a dar tiempo de ni tan siquiera ir al cine como teníamos planeado. Pero le dije aNoe que se quedara aquí en casa de la tata de nuevo y me dijo que sí, así que estaremos un rato másjuntas. La tata me ha dado permiso para alquilar una peli, así que, en lugar de ir al cine, haremosaquí una noche de cine. Lo malo es que no vamos a poder ver a nuestros amigos y ya no los veremoshasta el fin de semana que viene. Pero bueno, de esta forma al menos dime que recuperaré mi móvil.—Sí, no te preocupes, cuando llegue el domingo te lo doy si sigues portándote así. Sal mañana unrato, pero más tempranito, de esa forma tendrás más tiempo. Y a tus amigos podrás verlos mañanapor la noche. No me exageres, anda.—Mañana por la noche ellos se van a la fiesta de María, que como empieza a las diez, nosotras nola podemos ni pisar. Anda, mami, déjame ir. — Me suplica mi hija.—No. Y no insistas más, por favor. Además, Mila, la mama de Noe, tampoco la deja a ella acudir aesa fiesta. Y con las demás niñas tampoco es que tú te lleves bien. Hazme caso, así es mejor.—Bueno, te dejo que me voy, mami. Besitos.—Besitos. — Después de hablar con mis hijos, intento llamar Sara, pero el teléfono estáapagado. Le dejo un mensaje en el contestador y me doy la vuelta para regresar a la mesa.—Perdonar por la interrupción, pero debía hacer unas llamadas importantes.—No te preocupes. — Me contesta Daniel de forma casi instantánea. — ¿Todo bien?—Sí, gracias. Intenté localizar a una amiga, que está en Barcelona, ya que habíamos quedadopara cenar esta noche, pero tiene el teléfono apagado, por lo que supongo que estará reunidatodavía.—Pues ni lo pienses, te vienes a cenar con nosotros. — Me ordena Paco. — Que te conozco,nena y dentro de media hora estás dando vueltas por todo Barcelona corriendo como las locas.Ni mijita. Ni lo sueñes. Te vienes con Carmen y conmigo a cenar y después nos vamos a tomarunas copas.—No hace falta, de verdad. Estoy agotada y mañana me tengo que levantar muy temprano paralas reuniones. – Le espeto a Paco, con un tono de voz un poco cabreado. Me enfada que hagaplanes sin consultármelo y encima delante de todos. A veces me trata como si fuese mi madre yeso hace que me salte la mala leche por todos los lados. — No hace falta Paco. De verdad.—Estábamos quedando para ir a cenar con ellos. Conozco un restaurante aquí cerca que esfantástico y tenemos reserva. Podríamos terminar la copa e ir directamente allí. Después si osparece bien, iremos a tomar algo. — Me dice Daniel mirándome a los ojos.—No quiero ser una molestia, de verdad.— ¿Conoces Barcelona? — Me pregunta Daniel—Sólo vine una vez hace muchísimos años y ya no lo recuerdo bien. Vine también por un par dedías y tampoco tuve mucho tiempo para hacer turismo.—Yo, aunque he venido a trabajar, tengo el fin de semana libre, si lo deseas, te puedo hacer de guíaturístico. Me conozco la ciudad como si fuese mi lugar de origen.—Hazle caso, Eva. Es un guía fantástico. – Me dice Luís, guiñándome un ojo, con una sonrisa en laboca. — ¿Tú también irás, Paco?—Yo no tengo tanta suerte. Yo he venido a trabajar y aquí la negrera de mi jefa no me deja ni unsolo día libre. Tengo tantas reuniones con clientes concertadas que no sé si voy a ser capaz de llegara todas ellas. ——Exagerado. — Le riño en un tono de voz suave, riéndome a la par. – Lo que en realidad ocurre, esque el muchacho quiere pasar algún tiempo sin mí, desintoxicándose. – Me río con él y le guiño unojo, ya que él en realidad él lo que quiere es pasar tiempo a solas con Carmen y tenerla para él todoel fin de semana.—Bueno, pues no hay más que discutir. Esta noche nos vamos todos a cenar y mañana te hago deguía por la ciudad. — Sentencia Daniel con vos de ordeno y mando que no deja lugar a dudas.



El dia que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora