Parte sin título 10

2 0 0
                                    

                                                                            Capítulo diez

¡Daniel! Esto solo me puede pasar a mí ¡Claro, como no me he leído el informe, no tenía ni idea!

Debería hacer mejor mi trabajo, pero es que no tengo tiempo para nada. Sus ojos no paran de

mirarme, directos a mí, haciéndome un recorrido de la cabeza a los pies. Y aquí estoy yo parada, en

la puerta de la sala de juntas sin habla, sin saber qué coño hacer y sin que las palabras salgan por mi

boca. De repente, me doy cuenta del desastroso estado en el que me encuentro y, sin más, comienzo a

dar ladrar órdenes que es lo mejor que se me da cuando me encuentro en la empresa.

— ¡Eduardo, a mi despacho! Paco, atiende al Grupo Soxta, siéntalos, dales un café que vengo en

cinco minutos. Cristina ve repartiendo la documentación para que les vayan echando un vistazo y

termina de preparar la pantalla para la reunión. — Y dirigiéndome a las personas del Grupo Soxta,

sin mirar directamente a Daniel, les disculpo, con mi mejor sonrisa falsa— Discúlpenme, hemos

tenido un problema con un cliente en Jaén y llevamos toda la mañana intentando solucionarlo. Si me

disculpan, tardo unos minutos y comenzamos la reunión. Hola Sara. — Y sin mirar atrás, me dirijo

directamente a mi despacho, seguida de Eduardo.

Esto solo me pasa a mí. Y para colmo de males, Daniel es el jefe de Sara, el coñazo estirado que se

tira a todo bicho viviente. Claro, se ha acostado conmigo. No se va a tirar a todo bicho viviente.

Ahora sí que tengo claro que no debo tener ningún pensamiento con él. Pero ¡Por Dios! Qué bueno

está el jodido. Con su traje chaqueta, esa camisa blanca tan escamondada y tan bien planchada, ¡ay!

Al llegar a mi oficina, cierro la puerta y con toda la mala leche del mundo le escupo a Eduardo que

me informe brevemente sobre el plan que tienen los ingenieros sobre el grupo Soxta y qué le van a

plantear. Durante unos minutos, Eduardo el pobre me va planteando los temas que van a surgir en la

reunión y cómo han organizado los ingenieros el desarrollo de los trabajos y cuáles van a ser los

costos y el presupuesto que le van a plantear. Mientras intento escuchar el planteamiento de un pobre

Eduardo tembloroso, mi mente vaga y viaja a Barcelona, aquella ciudad que obró magia y donde

conocí a un Daniel que me regaló mis primeros orgasmos, me llevó a la luna y que ahora mismo me

acabo de chocar contra la tierra. Mientras Eduardo habla y mi mente divaga, me intento recomponer

la camisa, el pelo y me pongo los zapatos. Una vez que estoy de nuevo presentable para una reunión

importante con un cliente, me dirijo de nuevo a la sala de juntas, temblando por dentro, pero con la

decisión que siempre muestro en la oficina.

Aquí, en mis dominios, soy la dueña y señora, la que no tiene sentimientos, a la que no le afecta nada,

la mujer de hielo, la nazi, como me llaman mis empleados, porque ordeno y si no se cumplen mis

órdenes, corto cabezas sin dudarlo. Cogiendo una gran bocanada de aire para intentar tranquilizarme,

El dia que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora