Capítulo diecisiete
Aunque no he dormido nada en toda la noche, a las seis de la mañana estoy en planta para tomar mi
ración de café y poder despejarme para mi viaje de unas cuantas horas hasta Cádiz. Le envío un
mensaje a mi hermana:
—"¿Despierta?"
— "Tomando café."
—"Cuando esté lista te aviso"
—"Ok."
Me enciendo un cigarrillo. Últimamente estoy fumando más de lo habitual y lo sé. Además, ayer me
compré un cartón de tabaco para las vacaciones. Lo llevo escondido en un bolsillo de una de las
maletas. Parezco una quinceañera, pero realmente necesito fumar más de lo habitual en los últimos
días. Los recuerdos del pasado con Pablo, no me han hecho ningún bien y el bajón que he
experimentado ha sido considerable, más de lo recomendable. Pero ahora estoy dispuesta a olvidar y
recargar pilas. El móvil me suena de nuevo. Es otro mensaje. De Daniel.
—"Te suplico que conduzcas con cuidado"
¿Cómo coño sabe que voy conduciendo hasta Cádiz? Yo estoy segura que no se lo he dicho.
—"¿Cómo lo sabes?" Mierda, la curiosidad mató al gato y a mí me acaba de comer el gato. Enterita.
—"David". Ya, Sara se lo habrá dicho a David y David a su vez a Daniel.
—"Lo tendré, no te preocupes."
—"Avísame cuando llegues"
—"Ok."
Mierda acabo de acceder a seguir manteniendo contacto con él. Esto se me va de las manos de una
manera brutal. Bueno, Eva, no pasa nada, te vas de vacaciones, descansas, disfrutas y olvidas. Ese es
el plan. Descansar, Disfrutar y Olvidar.
Después de las típicas prisas de las maletas, comprobar que todo esté bien cerrado, que el gas esté
apagado, las luces, la puerta bien cerrada, nos dirigimos en coche rumbo a Cádiz a las nueve y media
de la mañana. Ya estamos los cinco montados en el coche y cargados con montones de canciones de
los cuentacuentos, la cuchara, la tetera y la madre que la parió. Tras siete horas y media de camino,
parando por la mitad para tomar un refresco y que los niños hagan pis, con las mismas canciones de
los críos hasta la punta del moño, llegamos al puente Carranza tan adorado por nosotras. Hemos
optado por ir por allí y tomar un café en algún chiringuito de Cádiz antes de tirar para Chiclana.
Vamos a tomarnos después un helado en el paseo Marítimo y dar una vuelta. El puente nuevo no lo
hemos visto aún, pero ya tendremos tiempo de cogerlo otro día. En este momento, los recuerdos son
más importantes y ver el puente Carranza nos da el chute de alegría que necesitamos en estos
momentos.
Tras pasar la tarde en un chiringuito de la playa Victoria, de tomarnos un helado en una heladería del
ESTÁS LEYENDO
El dia que te conocí
Roman d'amourEva es una mujer viuda, madura de 40 años y con dos hijos. La vida siempre ha sido dura con ella. Con una empresa emergente pero sin mucha liquidez, y demasiado trabajo, una hija adolescente problemática y un hijo de ocho años un poquito travieso, E...