Capítulo nueve
El despertador suena a la misma hora de siempre. Vuelve la rutina diaria. Después de unas horas de
sueño, me he despertador como siempre antes que suene el despertador. Me levanto y, como todos
los días, me hago mi café y despierto a Merche para que desayune y se vaya al instituto. Ya estamos
en la recta final del curso, a finales de mayo y tiene muchos exámenes de recuperación, ya que las
notas en este trimestre no han sido particularmente buenas. Después de tomarme mi café mientras leo
como todos los días en mi móvil, me ducho rápidamente y pongo una lavadora. Después despierto al
petardo de mi hijo Ale cuando ya le tengo preparado su desayuno que lo devora en un momento y
después nos vestimos rápidamente. Como hoy no tengo que salir de la oficina y no tengo ni que
visitar ni recibir ningún cliente, opto por unos pantalones vaqueros pitillos, una camiseta sencilla,
zapatos planos y lista para llevar al niño al cole.
A las nueve y dos minutos, como todos los días estoy entrando en la cafetería que hay enfrente del
cole del niño para tomarme mi segundo café diario, esta vez rapidito y me dirijo corriendo a la
oficina para estar allí a las nueve y media. Cuando llego, ya mi hermana está esperándome en el
despacho. Tenemos muchos asuntos pendientes en la empresa y paso tosa la mañana de reuniones con
unos y con otros, pero gracias a Dios apenas si he tenido tiempo de pensar en Daniel. A Cristina no
le cuento nada sobre él. Quiero que quede como algo mío y privado. Si se enterase, creo que tendría
mucho que decir y no tengo ganas de riñas ni reprimendas. Cuando a la una de la tarde estoy cerrando
mi despacho con un humor más que agrio por la cantidad de cosas que tengo pendientes y que no me
da tiempo de hacer porque tengo que recoger al niño del cole y una casa que atender, recojo mi
maletín del portátil del suelo de la entrada y me dirijo al despacho de mi hermana. Ella también se
marcha para recoger a mi sobrino Javi del cole.
Cuando llego a la puerta del cole, está empezando a hacer un calor de muerte y tengo la tensión por
los suelos. Allí, como siempre me encuentro a varias mamis y comenzamos a hablar de la excursión
que van a hacer nuestros niños y del regalito que se le va a hacer a la profe. Entre todas, elegimos
regalarle un pen driver de Tous en color rosa y una taza donde están todos los nombres de los niños.
Al menos este año no es el típico regalo del bolso y el pañuelo de todos los años. Una vez que sale
Ale del cole, nos dirigimos a casa andando y por el camino, nos paramos como todos los días en el
puesto de golosinas, le compro varios chicles y caramelos y una granizada para mí.
Tengo la boca seca y tengo tanto calor que no sé si voy a ser capaz de llegar hasta casa sin caerme
por el camino.
Como todos los días, llego a casa, pero esta vez no tengo la comida preparada. Ayer cuando llegué
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El dia que te conocí
RomanceEva es una mujer viuda, madura de 40 años y con dos hijos. La vida siempre ha sido dura con ella. Con una empresa emergente pero sin mucha liquidez, y demasiado trabajo, una hija adolescente problemática y un hijo de ocho años un poquito travieso, E...