VI

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Un mes había transcurrido y Soonyoung se adaptó con rapidez a su nueva rutina en el hogar de Minghao. Aún no conseguía empleo y, por ende, no podía asistir a clases sin pagarlas, por lo tanto sus días los pasaba dentro de casa viendo películas, limpiando y haciendo comida. Para muchos sonaría como una rutina gastadora y aburrida pero, para el azabache, era algo agradable. Le encantaban esos pequeños momentos donde sus labios se unían a los de su amado, cuando ambos se acurrucaban en el sofá de la sala para ver televisión o cuando hacían el amor.

Recordaba su primera vez con sumo detalle, fue la mejor noche de su vida. Minghao había llegado a casa con un ramo de rosas una semana después de haberse mudado, compartieron una hermosa cena y luego la magia ocurrió; esa noche Soonyoung entregó su virginidad al indicado, estaba seguro de ello. Su entrega de amor completa, para él había sido más que sólo sexo, era la manera de expresar que le amaba con su alma y cuerpo entero; para Minghao, sólo un momento de placer y satisfacción al saber que la virginidad ajena era completamente suya.

Soonyoung deseaba hacer algo especial ese día, después de todo era su primer mes siendo pareja y para él significaba mucho. Quizá el tiempo era poco, pero juraba que nunca había sido tan feliz como en ese mes transcurrido.

Se dirigió a la puerta principal, parando unos segundos antes de abrir la puerta; no había avisado a Minghao que saldría ya que planeaba que todo fuese una sorpresa, sólo saldría a una floristería a dos cuadras de ahí para comprar un arreglo floral bonito y especial. Ese corto trayecto no le importaría ¿No es así? Además lo hacía para dar de regalo a su pareja, quería correr en riesgo con tal de hacerle feliz.

Salió de la casa y corrió hasta la pequeña y acogedora floristería, situada en una esquina. Una mujer de unos 6O años le atendió con total amabilidad, su suave sonrisa provocaba que Soonie se sintiera a gusto y en paz. Pidió a la mujer un arreglo de rosas de diferentes colores para su pareja, ella no tardó en encontrar entre el inventario un pequeño arreglo de rosas rojas, fucsias y blancas; era hermoso y los ojos del pequeño se iluminaban enormemente al verlo. Sin pensarlo dos veces pagó a la mujer y, agradeciendo con una reverencia, regresó a casa con una sonrisa de oreja a oreja adornando su iluminado y esperanzado rostro.

Había preparado una cena sabrosa y abundante, ahora solo le quedaba esperar por su amado. Agradecía que su espera fue mínima, escuchó la voz ronca y grusa del ajeno saludar una vez entró, el azabache corrió eufórico hasta él para abrazarle con fuerza.

—¡Feliz primer mes, Hao! ¡Te amo!

El menor sonrió con levedad, su día había sido muy bueno y estaba de un excelente humor. Sin responder nada unió sus labios a los ajenos en un cálido y apasionado beso, permitiéndose invadir la cavidad bucal ajena con su lengua. El mayor correspondiendo como pudo ante tanta agresividad y pasión.

—Feliz mes, hyung.

Te tengo una pequeña sorpresa.

Y sin esperar una respuesta del de mechones negros, la pequeña y regordeta mano de Soonyoung tomó la impropia para guiarle hasta el comedor donde la cena ya estaba servida, en medio de la mesa de madera oscura se encontraba el arreglo floral que había comprado por la mañana, objeto que captó por completo la atención de Minghao haciendo sonreír confiado al contrario.

—¿Te gusta? Lo compré para ti~

El silencio prevaleció durante unos segundos, el rostro de Minghao inexpresivo por completo.

—¿Saliste de casa?

—Uh...sí. ¡Pero fue para hacerle muy feli- —Soonyoung no pudo terminar lo que estaba diciendo, la mano abierta del menor colisionó contra su mejilla en un golpe sonoro y doloroso. El azabache no podía procesar lo que ocurrió, ¿Minghao acababa de golpearme?

La mano que lo había golpeado de aquella manera tomó el azabache cabello del chico, halando este de tal manera que le hizo soltar un agudo chillido de dolor.

—Creí que seguirías las reglas, pequeño imbécil.

Soonyoung juraba sentir su corazón romperse al escuchar como le había llamado. El menor pateó con fuerza una de sus piernas haciéndole caer sentado al suelo, sin perder tiempo volvió a tomarle del cabello para arrastrarle en contra de su voluntad. Soonyoung gritaba por el dolor y el miedo de encontrarse en una situación así, a manos del hombre que amaba.

Múltiples puñetazos y patadas iba recibiendo el cuerpo del azabache para hacerle callar, Minghao habilidosamente le arrastró de aquella manera hasta el sótano, donde lo lanzó sin piedad. Soonyoung se revolcaba en el sucio y frío suelo por el dolor de los golpes, llorando sin consuelo alguno.

Soonie, mi amor. —Minghao se acuclilló para acariciar la mejilla del azabache y limpiarla del desastre de lágrimas que en ella se encontraba.
Debo castigarte, lo sabes. Sólo así aprenderás a ser un perro obediente.—Aunque el chico de piel pálida jamás imaginó que su pareja fuese a castigarle de esa manera, debía aceptarlo, después de todo eran un acuerdo y estaba seguro que ese castigo tenía una razón válida. —Todo esto lo hago porque te amo. —Esa frase fue su razón, y el pequeño y asustadizo chico le creyó por completo.

Todo esto es por amor. Él me ama y me castiga para hacerme mejorar.

Soonyoung pasó toda la noche encerrado bajo llave en el oscuro y húmedo sótano, llorando hasta que su cuerpo no pudo más y cayó en un profundo sueño.

𝐌𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑 ━━━ 𝐡𝐚𝐨𝐬𝐨𝐨𝐧 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora