Capítulo 6/?

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Era sábado por la mañana, y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Changbin; así que le acepté el café a Jeongin, pues supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.

Jeongin me llevó a una cafetería cerca del departamento que se llamaba "Americano Chowa Chowa", en donde me acordé inmediatamente el día que pase con Christopher; sin embargo, la emoción no era la misma.

—¿Puedo preguntar, por qué viniste a París? —me dijo cuando el mesero nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

—Bueno, vine primeramente para visitar a Changbin y tomar un descanso de mi cotidiana —expliqué, dándole un sorbo a mi café. El sabor amargo del café vagó por mi boca hasta mi garganta.

—Oh, ¿entonces vives con tus padres? —inquirió.

—No —dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba—. Mis padres murieron en un accidente.

—Ah, perdóname, no debí preguntar.

Su bello rostro de bebé se tornó comprensivo.

—No, no te preocupes —musité.

—¿Sabes? Mis padres también murieron —comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía. Esperé hasta que él decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera—. Bueno, en realidad sólo mi madre murió cuando me dio a luz. Mi padre... El hombre que embarazó a mamá, se fue —explicó, su voz tomó un tono agrio.

—Oh —musité. No sabía qué más decir, pero lo entendía muy bien, al menos ambos teníamos algo en común ahora: no teníamos padres—. ¿Desde entonces has vivido con tu tía?

—Sip. Mi tía me ha cuidado muy bien, ha hecho un excelente trabajo por 19 años y no podía estar más agradecido.

—Qué linda ella —dije, y recordé también cuando dije, o mejor dicho pensé, que era toda una señora amargada.

Él me sonrió y me recordó a la sonrisa de Christopher.

Si tuviera que compararlas, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien, pero había una vocecilla en mi cabeza que susurraba fugazmente el nombre de Christopher.

[...]

La tarde con Jeongin fue excelente, su forma de ser tan natural fue lo que resulté admirando, además de su bello rostro delicado, por supuesto.

Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran pasadas las 7:15.

—La pasé muy bien, Jeongin, muchísimas gracias —dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando noté entonces que la puerta del departamento de Changbin era adornada por un bello ángel, que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.

Me sorprendí al ver al dueño de la mayor parte de mis pensamientos, aunque me retracté en seguida de esa idea: Christopher no tenía por qué convertirse en dueño de mi materia gris.

—Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto —me dijo, con esa bonita sonrisa sobre su rostro.

Jeongin dirigió su mirada a Christopher y con un movimiento de cabeza lo saludó. Este respondió de la misma manera.

—Hasta pronto.

Jeongin se acercó y me besó la mejilla. Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra esta, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes; ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada.

Sin embargo, sí la mirada de Christopher sobre el acto.

—Hasta pronto, Jeongin —dije, cuando lo vi introducirse a su departamento.

Me giré a mirar a Christopher, quien seguía ahí parado, de brazos cruzados y mirándome.

—¿Decidiste hacerle caso a Changbin? —bromeó.

—¿Sobre qué? —inquirí, confundido.

Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla. 

—Eso de buscarte pareja —musitó, aunque la broma ya no le salió como tal.

Exploté en estruendosas carcajadas.

—Sólo salí a tomar un café con Jeongin —expliqué—, eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Changbin.

Él se rio. —Con que son macabros, ¿eh? Se lo voy a decir, te acusaré —bromeó, divertido.

—No hace falta, él lo sabe —abrí la puerta y Christopher se introdujo después de mí—. ¿Sí sabes que Changbin llega a las ocho, verdad? —dije, sarcástico.

—Sí, pero es que no tengo mucho qué hacer y es mejor pasar aquí el rato mientras lo espero.

—Bueno, es agradable tenerte aquí —pensé... No pérate, no lo pensé, ¿lo dije?

—Gracias, qué lindo —musitó, y en ese momento momento di gracias de encontrarme de espaldas, puesto que todo el color se me subió a la cara.

—Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Felix, ¿te acuerdas? —dijo, totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.

—Emm... Sí, estoy muy emocionado —farfullé.

—Felix también.

Así, planeamos todo lo que sería del día de mañana, y estar a su lado la encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinar a veces lo que pensaba; era simplemente sensacional y la fierecilla regocijaba llena de felicidad, pero sólo hasta llegaba Changbin, ya que luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "Amor", ella empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ninguno de los dos.

Y comenzaba a resultarme drásticamente incómodo.

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora