Capítulo 23/?

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Los ruidos sonoros del exterior me despertaron. Me revolví entre las sábanas y me estiré antes de bostezar.

Hoy era un nuevo día. ¡Hoy era el día!

Me levanté como un zombie de una tumba, incluso tenía el aspecto de uno. Miré el reloj, eran las 07:35 AM.

Los ruidos siguieron escuchándose afuera y lo único que mi mente produjo fue un pensamiento con nombre propio: Changbin.

La respiración se me entrecortó y el corazón me latía oprimido. No tenía cara siquiera para verlo, sostenerle la mirada y tratar de sonreírle, sabía que no podría hacerlo.

Respiré hondo varias veces, tratando de calmarme. Llevaba puesta la misma ropa del día anterior, arrugada por haber dormido con ella; había dejado sólo una muda para el viaje.

El viaje.

Si Changbin entrara a mi habitación para despertarme vería las maletas y... Esa no era una buena forma de enterarlo de que me iría. Yo tenía que sacar valor y hablar con él, aún cuando no quisiera.

Me levanté rápido de la cama y me cambié de ropa, guardando en una de las maletas la que antes me había quitado. Me sorprendí de la rápido que lo hice y salí de mi habitación, con el corazón latiendo a mil por hora.

—¡Ey, hola!

La sonrisa de Changbin se expandió al verme, mientras luchaba con su pequeña maleta por que la cremallera no abría. Corrió hasta mí y me abrazó, él siempre hacía eso, y me recordó al primer día que llegué a París. Le correspondí tímidamente.

—¿Puedes creerlo? El señor Lejeune quiere que trabaje hoy, aunque sea medio día. Tendré que irme a las dos —dijo, e hizo un mohín. Traté de hacer algo, un gesto o lo que sea, por que hablar no podía; repentinamente la voz se me había ido—. ¿Te pasa algo?

Me miró.

—No, no... —tartamudeé— Sí.

—¿Qué ocurre? —me preguntó.

Este era el momento, en poco más de tres horas me iría, y si no le decía ahora, quizás ya no encontraría el valor después.

—Regreso a Corea, Changbin —dije, con el nudo en mi garganta. Los ojos de Changbin se abrieron, sorprendidos.

—¡¿Qué?! Es broma, ¿no? —farfulló. Cuando me vio en silencio, seria y entristecido a la vez, entonces supo que no lo era— Pero, ¡¿por qué?! Pensé que te irías después de año nuevo, ¡apenas comenzó diciembre! —parloteó y los ojos se le pusieron rojos.

—Tengo que irme, Changbin.

El temblor en mi voz dio paso a las lágrimas. Podía ver llorar a todo el mundo, pero nadie movía tanto mi fuero interno como lo hacía Changbin; verlo llorar a él era distinto, desgarrador.

—¡¿Por qué?! —volvió a repetir.

Estaba consciente de que Changbin tenía que saberlo, pero de pronto, me volví cobarde y las piernas debajo de mi pantalón temblaron.

—Sólo... Ya... Es que ya no tengo nada que hacer aquí, tengo que volver a casa —murmuré.

—¿Cómo que no tienes nada que hacer aquí? ¿Y yo estoy pintado o qué? ¡Claro que tienes mucho que hacer aquí! Se supone que viniste a pasar navidad conmigo, a estar juntos en año nuevo, ¿y dices que no tienes nada que hacer aquí? —explotó, con todas esas lágrimas corriendo por su rostro.

—Changbin, discúlpame —supliqué—, pero entiéndeme, tengo que irme.

—¡Es que no lo entiendo! No logro comprenderte, ¿por qué?

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora