Manuel de l'interdit [Banginho]

Capítulo 16/?

Conforme iban pasando los días, la culpa no desaparecía, sino que por el contrario, iba aumentando.

Caminé por las calles que ya conocía para llegar al laboratorio de fotografía de la familia de Jisung, donde se encontraban una de las pocas personas que sabían apoyarme y comprenderme.

Aunque esta vez hablar con Jisung no sería tan sencillo ya que Jeongin me acompañaba, pues se había ofrecido enseguida después de que me encontró bajando por las escaleras y que supo que me dirigía hacia allá.

En algún momento determinado, lo miré.

—¿Lo invitarás a salir? —pregunté.

—¿Crees que diga que sí? —dijo, nervioso.

Reí. —Por supuesto.

—¿Crees que yo le guste? —preguntó.

—Eso averígualo hoy... —dije.

Cuando llegamos, Jeongin se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido que intentaba esconderse, cosa que no funcionó por la diferencia de tamaño entre los dos, pero los ojos de Jisung se chispearon al verlo.

Me hice a un lado para no obstruir su vista, la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras, y me aclaré la garganta para hacerme notar, entonces Jisung me miró al instante.

—Oh, Minho, hola. ¿Nuevas fotos?

Le sonreí, dándolo por hecho.

[...]

Les di la oportunidad a Jeongin y Jisung de hablar, y esperaba que Innie realmente lo invitara a salir, mientras yo me encontraba revelando las fotografías. 

Cuando terminé, las puse en una pila y las miré una por una; eran como veinte fotografías y la mayoría tenían una cosa en común: el rostro hermoso de Christopher.

Se había vuelto como una obsesión retratarlo, era como para guardar el recuerdo o al menos tener una prueba de que los momentos a su lado habían sido reales.

Miré la hora en mi móvil, eran las 06:34 pm, y tenía dos opciones a elegir: una era quedarme aquí con Jeongin y Jisung para así, no alimentar a ese sentimiento con la compañía de Chris; la otra era apresurar el paso para alcanzar a llegar al departamento y encontrarlo, porque ese sentimiento quería ser alimentado.

La figura delgada de Jisung apareció de pronto en el pequeño cuarto de revelado y me hizo pegar un brinco.

—¡Jeongin me invitó a salir! —me dijo, entusiasmado.

—¿En serio? Eso es genial, ¿para cuándo? —pregunté.

Sonrió. —Para hoy, en cuanto cierre nos iremos.

Entonces ya no tenía opción para escoger.

—Oh, bien.

—¿Hablaremos otro día? —preguntó, lamentándose por no poder hacerlo ese día.

—Seguro. Hay mucho que tienes que saber, pero sirve que así me cuentas tú también —insinué.

La bonita sonrisa de niño se expandió por su rostro.

—Gracias.

Recogí mis cosas y guardé las fotografías en un sobre amarillo, como el que había utilizado la primera vez. Me despedí de ellos y salí apresurando el paso para llegar al departamento.

[...]

Cuando por fin logré visualizar el edificio, me percaté del Mustang negro que se estacionaba delante de él.