Capítulo 13/?

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Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol cayó sobre mis ojos.

—Lino-ssi.

Los golpes en la puerta no fueron tan intensos esta vez, pero sí molestos.

—Ya estoy despierto —farfullé.

Salí de mi habitación y miré a Changbin sonreírme. Me sentí mal de nuevo.

—¿Cuáles son los planes de hoy? —pregunté, totalmente desganado.

—Conseguir un atuendo elegante.

—¿Elegante? ¿Qué celebramos? —inquirí, ahora confundido.

—El próximo domingo es el cumpleaños del señor Lejeune, y ya sabes como son todas esas personas: gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.

Puso los ojos en blanco.

Traté de pronunciar el apellido con el acento que él había utilizado: —¿El señor Lejeune?

—Sí, el dueño del hospital.

—Oh, ¿y eso quiere decir...?

Sonrió ampliamente. —Nosotros tres estamos invitados.

—¿Nosotros tres?

—Así es, tú, yo y Chris, quien por cierto ya debería estar aquí —divagó, mirando el reloj en su muñeca.

Hice un mohín.

—¿Chris nos acompañará?

—Claro, ¿y luego quién me dirá que me veo guapo con los atuendos? —bromeó.

—Pero Changbin... ¿A él siquiera le gustan esos eventos?

Intenté encontrar una excusa creíble para que Christopher no fuera, yo no podía ni un poco estar cerca de él.

—No, pero es mi Christopher —dijo y me dolió—. Él está dispuesto a llevarnos, de todas formas.

Entonces el timbre sonó. Mi corazón latió ansioso, presuroso y... Angustiado.

Changbin corrió animoso hasta la puerta, mientras que yo me quedaba allí parado, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer, no sabía qué sentir.

Pero Changbin abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos; allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una remera blanca que dejaba ver un poco su abdomen, el pelo peinado a un lado, dejando su frente descubierta, y unos jeans en color negro ajustados a sus piernas. Ello hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me vio a los ojos.

—¡Amor! —dijo Changbin, sin duda feliz, y le dio un beso en la mejilla.

Agradecí aquello, aunque la fierecilla se sintió celosa.

—Hola —musitó Chris.

Lo saludé con la mano.

—Ve a cambiarte, Minho —me instó Changbin, y fue ahí donde caí en cuenta que todavía estaba en pijama, de nuevo—. Nos espera un largo día.

Sonreí y sin decir nada, caminé hasta mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Changbin acababa de usar para calificar al día...

"Largo".

Me puse una camiseta roja con unos pantalones negros y acomodé un poco mis desordenados cabellos, fui hasta el baño para lavarme los dientes y al final, salí al encuentro con ambos.

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora