Capítulo 4/?

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Pasado un tiempo, terminamos de recorrer el jardín y decidimos volver a donde estaba el señor que conducía el vehículo que nos trajo aquí. El hombre nos sonrió y subió al asiento de conductor, haciendo que nosotros subamos a los lugares de antes.

Pasaron unos cinco minutos y las tres personas con las viajamos anteriormente subieron también. Después de eso, el conductor arrancó el motor y partimos la lugar donde había iniciado el recorrido.

Cuando el viaje terminó y pisamos tierra firme, el estómago me rugió de hambre, recordé entonces que no había desayunado ni tomado nada.

Até mis brazos alrededor de mi panzita y rogué para que mi estómago se callara.

—¿Tienes hambre? —Christopher adivinó.

Hice un mohín por haber sido descubierto y luego asentí sin decir nada, completamente apenado.

—Conozco un buen restaurante aquí cerca, vamos.

Me sonrió emocionado, o al menos eso parecía, y me hizo seguirlo. Dirigí una mirada a su vehículo negro y Christopher volvió a adivinar mis expresiones.

—No está lejos, podemos ir caminando.

Me sonrió de nuevo, y esa sonrisa ató una cuerda a mi cuerpo, obligándome a seguirlo hipnotizado. Apresuré mi paso y llegué hasta su lado.

—¿Qué te gusta? Además de tomar fotografías, claro —dijo.

—Mmm... Bueno, la lluvia, oír cómo cae y el ambiente nostálgico que provoca, y el olor a tierra mojada —musité.

—Eso es relajante... Y realmente bello.

—¿Y a ti? Además de la música.

—Bueno, soy un poco intrépido, me encanta ir de aquí para allá, ya sabes, por eso me gusta viajar; ir por todo el mundo sería fantástico.

La emoción brillaba en sus ojos, haciéndolos lucir realmente encantadores.

—Egipto —dije.

—¿Disculpa?

Me reí. —Egipto es al lugar al que me gustaría ir, sueno algo loco pero... No sé, está tan alejado de todo esto, que sería ese el lugar perfecto para escapar de mis problemas.

—Wow... Eso suena bien.

—Hubiera deseado tener las posibilidades de haberlo hecho antes de que mis padres...

Me quedé a la mitad e la frase, sintiendo algo que de pronto me raspó el pecho.

—¿Antes de que tus padres...? —inquirió.

—Murieran... —musité. Su expresión cambió, aquella bella y deslumbrante expresión de modelo de pantalla fue sustituida por una cara de total ternura.

—Oh... Lo siento mucho —su consuelo me hizo sentir inexplicablemente mejor—. ¿Quieres contarme o prefieres no hablar del tema?

Me quedé en silencio un rato,  luego de mi boca comenzaron a salir las palabras sombrías.

—Murieron en un accidente automovilístico. Un idiota conducía ebrio y se pasó la luz roja... Mis padres fueron los que rindieron cuentas a la muerte —la voz se me quebró, hablar de ello no me era tan fácil—. Tres años de eso y aún me duele bastante —admití en un hilo de voz—. Hubiera deseado ir yo con ellos —mascullé.

—Oye —se paró delante de mí e interrumpió mi caminar. Me hizo también alzar la vista para mirarle, su rostro estaba serio—, no digas eso —me dijo—. Las cosas suceden por alguna razón, si tú estás aquí ahora con vida, es porque algo mejor te espera.

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora