Capítulo 18/?

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No sabía porqué me encontraba muy nervioso desde que me desperté.

Changbin estaba muy entusiasmado con la fiesta, pero detrás de su entusiasmo, seguía habiendo aquella preocupación que me había dejado ver la noche anterior.

—¡Te espero abajo junto con Chris! —me gritó Bin desde el exterior de mi habitación y luego se paró en la puerta— No tardes.

Me sonrió.

Lucía asombroso con ese traje que había comprado para esta ocasión especial. Aquella fantástica corbata brillante hacía resaltar todo el atuendo, y colgaba elegantemente de su cuello. Llevaba el cabello liso y peinado de lado, con su frente descubierta.

—Ya voy —musité—, sólo me pongo el traje.

Volvió a sonreírme y escuché cuando salió del departamento.

Suspiré, combinando el dióxido de carbono con el oxígeno de mi alrededor. Tomé el atuendo que Christopher me había elegido y me lo puse, intentando no despeinar mi cabello. Traté de atar el nudo de la corbata, pero me costaba un poco de trabajo hacerlo.

—Shibal —farfullé.

Salí de mi habitación, donde Changbin ya había apagado las luces del departamento y sólo era iluminado por el atardecer exterior que se filtraba por la ventana, y la luz amarillenta que salía de mi cuarto entreabierto. Intenté hacer el nudo de nuevo, pero fracasé en la maniobra.

De pronto, la puerta se abrió, y pensé que Changbin podría llegar a ser muy desesperado.

—¿Tienes problemas?

Pero ese no era Changbin.

Me quedé inmóvil al reconocer la voz de Christopher, luego me giré avergonzado. Aún en la oscuridad podía verlo. Llevaba puesto un esmoquin negro, ajustado a su perfecto cuerpo. Su figura me quitó el aliento.

—Emm... La corbata, no puedo amarrarla —musité, atolondrado—. ¿Podrías...?

Manoteé en la oscuridad, señalando mi cuello.

—Claro.

Se acercó hasta mí, su respiración tan cerca que hizo que me dé un escalofrío.

Sentí sus manos alrededor de mi cuello, tratando de arreglar el nudo mal hecho; el tacto hizo que toda la piel se me erizara. La tela ya estaba arrugada, pero él hizo todo lo posible por ocultarlo, y cuando lo logró, nos quedamos en silencio. No escuchaba nada, excepto nuestras respiraciones y los sonidos apenas audibles provenientes del exterior.

La corbata ya estaba bien amarrada, pero sus manos se quedaron en mis hombros. Él me miró a los ojos, y de pronto, sentí cómo su nariz se acurrucó contra mi cuello y cómo su respiración golpeaba este con delicadeza.

El corazón se me aceleró, tanto que me cuestioné si él podía oírlo.

—Chris... —murmuré. ¿Qué estaba haciendo?

Pero el silencio persistió y su respiración acariciaba mi piel con más intensidad, haciendo que el estómago se me encogiera, que la piel se me erizara más y que toda cordura huyera.

—Chicos, ¿por qué tardan tanto?

La voz de Changbin me hizo pegar un brinco.

Sentí cómo su respiración se alejaba de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba hacia el suelo.

¿Changbin habrá visto...?

El silencio me hizo pensar en infinidad de cosas.

—Esto sí que está oscuro —dijo, y luego las luces se encendieron de nuevo.

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora