Capítulo 3/?

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Los golpes en la puerta me despertaron, entonces me percaté de la voz de Changbin del otro lado.

—¡Minho, levántate ya! —gritó. Me removí entre las sábanas y no hice intento alguno por abrir los ojos— ¡Lino! —volvió a golpear la puerta— Christopher vendrá en cualquier momento.

¡¿Christopher?!

Abrí los ojos, completamente despierto y aventé las sábanas hacia a un lado. Salí de la cama en un santiamén y abrí la puerta. Changbin corría de un lugar a otro en busca de algo.

—Creí que nunca te levantarías —farfulló.

—¿Qué buscas?

Apuntó al sofá. —Mi mochila, puedo jurar que la dejé aquí.

Miré al reloj, faltaban 20 minutos para las seis de la mañána; ¿cuánto se tardaría Christopher en llegar?

Y, ¿por qué me pregunto eso?

—Busca en tu cuarto, Bin —musité.

Él me miró y salió corriendo a su habitación. Unos segundos después llamaron a la puerta.

—Minho, abre, por favor —me gritó Changbin desde su cuarto.

Caminé perezosamente hasta la puerta y la abrí. Lo siguiente que vi me deslumbró por completo.

—Buenos días.

Me sonrió y aquella fierecilla saltó de un sitio a otro en su pequeña cárcel.

Le devolví la sonrisa. —Buenos días, Chris. Pasa.

Le abrí camino y me le quedé mirando mientras pasaba por mi lado. Llevaba puesta una chaqueta negra abierta arriba de una remera blanca, que dejaba ver parte de su abdomen, y unos jeans apretados del mismo tono que la chaqueta. Usaba unas gafas de sol que le daba un aspecto más comercial a su rostro, parecía de esos modelos que sólo ves en la televisión.

—Bonita pijama —musitó mientras miraba mi atuendo.

Enrojecí hasta los huesos y me mordí el labio inferior, completamente apenado. Nadie, exceptuando a Changbin, me habría visto en pijama.

—Gracias —murmuré.

—¿Dónde está Changbin?

—En...

—¡Aquí! —dijo, saliendo de su habitación con la mochila en la mano y me interrumpió.

—Hola, Binnie —dijo él, y se acercó para besarlo.

Desvié mi mirada, dándoles su privacidad y me escabullí hasta mi cuarto.

Privacidad.

¿Eso quería darles, o sólo quería calmar a la fierecilla que de pronto se sintió incómoda?

—¡Minho, debo irme! —gritó Changbin desde algún lugar cercano a la puerta.

Salí del cuarto no sin antes tomar mi cámara fotográfica.

—Los veo más tarde, espero que se diviertan —dijo—. Los quiero, a los dos.

—¡Suerte! —dije, pero él ya había cerrado la puerta.

Miré entonces a Christopher, quien se encontraba parado mirándome.

—Creí que íbamos a desayunar en pijama —musitó divertido, al notar mi cambio de ropa.

El calor corrió de nuevo por mis mejillas y bajé la cabeza.

—Es muy temprano para desayunar —musité.

Él se rio. —Entonces... ¿Quieres que nos vayamos ya? El camino es muy largo.

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora