Capítulo 15/?

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[Muchas gracias por el apoyo que le dan a la historia, ya sea con un comentario, un voto, una leída o si la agregan a sus listas de lectura, en serio alegran mi día como no tienen idea TT].

Llevé de la mano a Christopher a todos los juegos que pudimos trepar, en donde cada vez terminaba más despeinado.

Tenía razón, estar a su lado era divertido. Reíamos juntos sin ninguna razón, excepto por el puro placer de reír. Corríamos de un lado a otro, tomados de la mano para hacer fila en los juegos y mientras esperábamos nuestro turno, aprovechaba para sacar fotografías de él, sin que se diera cuenta antes, por supuesto.

Me sentí libre, feliz, especial; me sentí... Como jamás me había sentido. Era como olvidarme del mundo exterior y como si sólo haya existido Chris a mi lado, para reír conmigo, mirarme con sus ojos y hacerme la persona más feliz en toda la faz de la Tierra. Él era único, encantador, todo él podía ser una canción, un poema o la rosa de un jardín. Me reía como no lo había hecho desde que mis padres murieron. Simplemente el mundo desapareció para mí, me encontraba flotando entre las nubes, resbalándome por un arcoíris y cayendo en los brazos de Christopher.

Y cada vez que sonreía y reía, su belleza era tan extrema que me resultaba absurda. Su sonrisa era como un tesoro prohibido, de esos que no debes buscar, de esos que no debes de encontrar, pero sin embargo, sumamente hermoso y valioso.

Luego de que subimos a la mayoría de juegos, decidimos tomar un descanso. Compró un par de algodones de azúcar y nos sentamos en otra de las bancas.

—Es divertido estar contigo —me dijo mientras comía su algodón color azul celeste—. No eres como Changbin, ya sabes... —musitó.

¡Changbin!

Maldición, ¿por qué sólo me acordaba de él cuando Chris lo mencionaba?

—Se nos hace tarde, tenemos que irnos —dije, con el pesar que no pude ocultar.

—Cierto, el tiempo pasa rápido, ¿no?

Me ayudó a levantarme de la banca y arrastró sus pies a mi lado, para encaminarnos a su auto y volver a la realidad.

—Tan rápido que no te das cuenta cuándo suceden las cosas —musité, viendo sus pies al caminar, y dándole doble sentido a mi frase.

—Eso es verdad —concordó.

Subimos de nuevo al vehículo negro que ya empezaba a hablarme de recuerdos, como si al sentarme en el asiento grisáceo y en la suavidad de este, me contara las veces que he estado aquí, con él. Le regalé una sonrisa secreta a todos los recuerdos, pero Chris alcanzó a percibir la mueca en mis labios.

—¿Por qué sonríes? —me preguntó, encendiendo el motor del auto.

El suave ronroneo me hizo salir de la ensoñación.

—Porque recordé... —me obligué a rebuscar las palabras en mi mente— Que hace mucho tiempo no me divertía tanto.

Las comisuras de sus hermosos labios se elevaron hasta formar una linda sonrisa complacida.

—Me alegra que te hayas divertido —dijo.

Volví a sonreír, como diciéndole "Gracias". Después me giré a mirar por la ventana polarizada, escuchando los latidos de mi corazón al pensar que estaba cerca de él. La piel se me erizó un poco, no supe si por culpa o preocupación, quizás de ambos.

¿Pero qué estaba haciendo yo de malo? Mi único delito era haberme enamorado de Christopher, porque era la persona menos indicada para aprisionar mi corazón. Su nombre debería estar en algún manual de lo prohibido, en la primera página, con un aviso que dijera "Peligro".

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora