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Nos montamos en el taxi demoníaco...

   Después de una pelea con los monstruos, Tyson, Théo y yo nos reunimos con Helen y Annabeth en el callejón de la calle Church.

—¿Dónde lo encontraste? —Preguntó Annabeth en cuanto los cinco estuvimos bien "escondidos" en el callejón. Ese tono despectivo me molestó, era algo que siempre me había molestado de Annabeth,  que a veces parecía ver a la gente desde abajo y se creía la mejor en todo. Théo también frunció el ceño al oír aquellas palabras llenas de odio.

—Es amigo mío. 

—¿Es un sin techo?

—¡Helen! ¿Qué haces aquí? —Habló por primera vez Théo, que para mí, él podría ser un semidiós ya que no se sintió muy intimidado por los monstruos, además que mantuvo la calma y apuñaló a uno de ellos con una cuchilla, como si no fuera la primera vez que lo hacía.

Helen al principio no le contestó, pero al ver que Théo hizo un gesto con las manos, esperando la respuesta, pareció despertar de su ensoñación, sacando de no se donde una bolsa.

—Te traía la merienda. Te la habías dejado en casa. —Le contestó. Me di cuenta de que su voz ya no era tan pastosa, pero aún así, seguía pareciendo como si se acabase de despertar. 

Théo suspiro cogiendo de mala gana la bolsa y mirando en su interior.

—Aquí no hay nada... —La miró con una ceja alzada.

—Se lo di a un perro por la calle. —Le respondió sin emoción. Yo contuve mis ganas de reírme, pero sabía que no era el momento. Volví a mirar a Annabeth, sin haber olvidado aquel comentario despectivo hacia Tyson.

—¿Qué tiene eso que ver? Puede oírte, ¿sabes? ¿Por qué no se lo preguntas a él?

La rubia al principio parecía algo confundida, hasta que recordó seguramente de lo que estábamos hablando y me miró con sorpresa.

—¿Sabe hablar?

—Hablo. —Reconoció Tyson. —Tú eres preciosa. —Trató de tocar su pelo.

—¡Puaj! ¡Asqueroso! —Exclamó apartándose de él.

No me lo pude creer. Cuando iba a decir algo, Théo se me adelantó.

—Uno, se llama Tyson y no es asqueroso; dos, si vas a llamar a alguien asqueroso deberías mirarte primero en el espejo antes de juzgar a los demás...

Annabeth me miró, como si esperara que la defendiera de aquellas palabras, pero mi voz no salió, dentro de mí, sentía que ella necesitaba que le bajasen los humos.

—...Y tres, Helen, muéstrame tu brazo.

Alcé una ceja, ¿qué tenía que ver eso con todo esto? Miré a Helen, que por primera vez, le veía algo de emoción a sus ojos. Parecía reacia a mostrar su brazo, cosa que molestó a Théo y cogió su brazo, tirando de el para remangar la chaqueta de lana gris que llevaba puesta. Théo suspiró con pesadez al ver una de las pegatinas —que ahora que me daba cuenta, eran flores de loto y no mandalas— mientras la miraba con preocupación.

—Luego hablaremos de esto. —Le apuntó con el dedo como si la estuviera amenazando. Ella simplemente asintió, bajando la mirada como si de verdad estuviera arrepentida.

—Tú también eres muy guapa. —Señaló Tyson a Helen. Sentí como me sonrojé de la vergüenza, ¿cómo podía decir esas cosas sin avergonzarse?

Antes de que Helen dijera algo, la tuve que interrumpir al ver los brazos y las manos de Tyson sin ninguna quemadura.

—Tyson. —Lo miré incrédulo. —No tienes las manos quemadas.

—Claro que no. —Mencionó Annabeth entre dientes, como si se estuviera conteniendo de decirle otra grosería. —Me sorprende que los legistrones hayan tenido las agallas de atacarte estando con él. 

—Annabeth. —Le hable para que me prestara atención. —¿De qué estás hablando? ¿Lestri... qué?

—Legistrones, razas de gigantes caníbales que viven en el extremo norte más remoto. El héroe Ulises se cruzó una vez con ellos. No deberían encontrarse por aquí... —Mumuró la última parte Helen. 

Annabeth y yo la miramos con la boca abierta, nunca pensé que la chica sabría tanto y por lo que podía ver de Annabeth, el tiempo que habían estado juntas, ella ya la había juzgado como "persona ignorante y no tan lista como yo". 

Théo se aclaró la garganta y cuando Annabeth iba a decir algo, tuvo que moverse de sitio para alejarse de Tyson, que estaba ajeno a la conversación y más interesado en el pelo rubio de Annabeth.

—Lestri... lo que sea, no consigo decirlo. ¿No tiene algún nombre más normal? —Pregunté mirando a Helen, pero ella negó con la cabeza.

—Yo tampoco sé de que  me hablas.

Todos —menos Théo— la miramos extrañados. Si había sido ella quién me lo había explicado. Annabeth se aclaró la garganta.

—Canadienses. —Me miró, respondiéndome a mi pregunta. —Y ahora, vamos. Hemos de salir de aquí.

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Mientras salíamos del callejón, después de explicarle todo a Théo, Helen y Tyson, sobre todo Tyson, Annabeth mandó llamar a un taxi.

—Stéthi, ¡Ó hárma diabóles!

—¿Acabas de llamar a un carro de la "Condenación"? —Preguntó Théo. Annabeth asintió, como si se sintiera orgullosa de sí misma. 

Théo simplemente asintió, para luego volver toda su atención a Helen, que se mantenía alejada del grupo, con el ceño fruncido mientras se quitaba la pegatina.

—Ya perdió el efecto... —Murmuró para Théo cuando este le había preguntado algo. Vi cómo tiraba la pegatina a la papelera de al lado.

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Una cosa que he aprendido, nunca confiar en Annabeth para conseguir transporte. No solo casi morimos, sino que también, las conductoras solo tenían un ojo para las tres. Cosa que se les cayó al suelo, que yo recogí, luego les exigí las coordenadas para luego devolverles el ojo y ver que el campamento estaban siendo atacados en la colina.

—Esto parece divertido... —Mencionó Théo con un tono sarcástico, mientras sacaba su cuchilla de su manga.

—¿Cómo planeas ayudarnos con una cuchilla? —Le gritó Annabeth, pero a la vez, noté un deje de burla en su tono.

—Puedo degollarte en un movimiento con mi cuchilla, así que imagínate con una espada de verdad. —Lo dijo para luego mirarme expectante. 

Un grito interrumpió la que Annabeth iba a decir, era Clarisse y parecía necesitar ayuda.





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Siento no haber narrado el trayecto al campamento, pero me pareció algo innecesario y no muy importante para la historia, quizás solo las coordenadas, pero esas se dirán después. Si queréis saber que pasó en el trayecto, resumiendo: Helen se sentó en las piernas de Théo, a su lado iba Percy, luego Tyson y al final Annabeth. Todos apretujados y gritando.

Nothing -Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora