Nothing -Percy Jackson

5

Théo y su nuevo look

Resultó que Helen era una conductora excelente. Es verdad que al principio iba más lenta que un caracol, por miedo a chocar, pero cuando Nico gritó detrás de ella: "¡Acelera!" Helen se asustó y pisó el acelerador sin darse cuenta; y cuando lo hizo, ya era demasiado tarde. Apolo le advirtió que ya no podía bajar el ritmo y que sería mejor que se mantuviera relajada.

Al final, todo salió perfecto, menos cuando tuvieron que aparcar. Por alguna razón que nadie comprendió, Thalia soltó un chillido y se desmayó con la cara pálida. Eso hizo que Helen girara la cabeza a ver cómo se encontraba y quemase la mitad de las canoas del lago del campamento, además de chamuscar los pelos de varios campistas en el proceso. 

—De verdad que lo siento. —Volvió a repetir por centésima vez. 

Apolo negó con una sonrisa. 

—¡Cómo dije, conductora nata! —Le dió una palmada amistosa en el hombro, mientras que observaba a las cazadoras coger sus cosas e irse, seguidas por Grover. 

—¡Cuidaos guapas! —Gritó a las cazadoras, exaltando a Helen. —Tú, Percy, ándate con cuidado con esas profecías, nos veremos pronto. 

—¿Qué quieres decir?

El lugar de responder, se subió del autobús de un salto. 

—¡Nos vemos Thalia! —Gritó. —¡Y sé buena!

Le lanzó una sonrisa maliciosa, como si supiera algo que ella ignoraba. Luego, le hizo un saludo militar a Helen, que le respondió con lo mismo y una sonrisa.

—Queda poco para que llegues a tus límites querida Helena... —Después de murmurar aquello, arrancó el coche, que de nuevo era un Maserati; y se largó de allí. 

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La Casa Grande estaba decorada con bolas de fuego rojas y amarillas que calentaban el porche sin incendiarlo. Dentro, las llamas crepitaban en la chimenea. El aire olía a chocolate caliente. El señor D, Quirón y Théo se entretenían jugando a una partida de cartas de salón. 

Quirón llevaba su barba más desgreñada en invierno y algo más largo su pelo ensortijado. Llevaba puesto un suéter lanudo con un estampado de pezuñas y se había puesto una manta en el regazo que casi tapaba del todo su silla de ruedas. Nada más verlos, sonrió. 

En cambio Théo sí que se veía cambiado. El pelo lo tenía ensortijado y en punta, como si se hubiera electrocutado. En pleno invierno, llevaba solo una americana encima de una camisa azul, con un estampado horrible y le faltaba tres botones. Eso dejaba ver parte de su pecho, donde ya se veía algo de trabajado. 

—¿¡Théo!? —No pudo evitar soltar Helen por la sorpresa de verlo así. 

—Hola Helen. Sí, lo sé, mi aspecto es horrible, pero eso se debe porque hace poco me atacaron. —Dijo mientras miraba de reojo a el señor D.

Ante aquel asombro, Quirón carraspeó para llamarles la atención.

—¡Percy! ¡Thalia! ¡Helen! Y este deber ser...

—Nico di Angelo. —Presentó Helen. —Él y su hermana son mestizos. 

Quirón suspiró aliviado. 

—Lo habéis logrado entonces.

—Bueno...

Su sonrisa se congeló. A la vez, Théo ya se había levantado de la silla y se estaba acercando peligrosamente.