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Capítulo dos.

Primera semana de cuarentena.

Llevamos una semana de cuarentena, todo va de maravilla. Las noticias dijeron que esta vez la cuarentena duraría cuatro meses pero que mediante pase el tiempo irán habilitando algunas cosas.
Con Barb cada día nos llevamos mejor, le he estado enseñando a cocinar distinto postres y algunas comidas de otros países.
Con Frank nos llevamos bien pero a él le gusta estar callado y leyendo el periódico virtual.

Mike sigue diciendo que me robara y comienzo a creer que es verdad porque no deja que quede sola con Ben, ni siquiera pudimos tener relaciones ya que el pequeño de la familia coloca música en su habitación, que por cierto queda al lado de la de Ben, y lo coloca a un volumen para que sólo nosotros escuchemos y sepamos que él está despierto, o a veces juega videojuego con sus amigos a alta hora de la madrugada y grita cosas sin sentido.
Ben está a punto de golpearlo en cualquier momento y para que mentir, yo también quiero golpearlo.

Sigo tomando mi pastilla diaria, por suerte los efectos secundarios no me afectaron, solamente siento que mis pechos se hincharon más.

Ahora mismo nos entramos en la habitación del rubio, él está tirado sobre la cama con su celular en mano y yo parada enfrente del espejo de cuerpo completo.

— Amor — lo llame y el hizo un sonido con su garganta — ¿no crees que mis pechos están más grandes? — me coloque de perfil colocando mis manos por debajo de mis pechos.

— Tendré que verlas de cerca — me sonrió pervertida acercándose a mi.

Se colocó detrás mío también de perfil al espejo y sus manos tomaron mis pechos.

— Si, están más grandes — apretó levemente mis pechos haciendo que me estremezca.

— Deben ser las píldoras y su efecto secundario.

— Benditas pastillas — me sonrió a través del espejo y comenzó a dejar besos por mi cuello.

— Ben — susurre.

— Están durmiendo — susurro refiriéndose a sus padres.

— ¿Y Mike? — giré quedando frente a él.

— No me interesa — me alzo en sus brazos, enrede mis piernas en su cintura y uni nuestros labios.

— Quiero sentirte — susurre en oído lentamente.

— Mmm amor.

Me tiro en la cama y comenzó la acción.

[...]

— ¿Durmieron bien anoche? — Mike preguntó molesto cuando nos vio bajar a desayunar.

— Uff ni te imaginas — Ben sonrió dejando un beso en mi sien.

— Me alegro, hijo — Barb nos sonrió.

La habitación de los padres de Ben queda al comienzo del pasillo y la de Ben al final, no creo que hayan escuchado nuestros gemidos y sonidos sexuales. Pero Mike seguro escucho, fue idea de Ben, para que sepa que soy de su hermano mayor.

Anoche fue maravilloso, creí que era mentira la diferencia que se siente hacerlo con y sin condon.

— Buenos días — Frank entro a la cocina.

— Buenos días — saludamos.

Mike miraba con mala a cara a su hermano. Creo que luego hablaré con Ben, comienzo a preocuparme de que realmente me guste a Mike, quiera robarme y llevarme lejos.

— Esto está delicioso — alague la comida de mi suegra.

— Gracias — me sonrió feliz.

No estoy acostumbrada a comer tanto en el desayuno pero está riquísimo.

— Estaremos encerrados por cuatro meses así que propongo que hagamos juegos para no aburrirnos — Barb sonrió emocionada.

Todos asentimos, seria buena idea.

— ¿Que juegos?

— Las escondidas, juegos de mesa, no lo sé, luego buscaremos. 

— Está bien, comenzaremos mañana — Frank le sonrió a su esposa.

— Idara ¿puedes hacer alguna comida de otro país para el almuerzo de hoy? — Mike hizo ojitos de cachorro.

— Está bien — le sonreí.

— Puedo ayudarte — el menor de la familia de ofreció y Ben frunció el ceño a mi lado.

— Claro — asentí llenando mi boca de comida para no hablar.

— Yo también te ayudaré — Ben dejó un beso en mi mejilla y yo me sonrojé.

Al terminar de desayunar Ben y yo salimos al patio trasero.

— Me gusta este lugar, es tranquilo — respire hondo al sentarme en el pasto.

— Es uno de los barrios más tranquilos de Londres — Ben se sentó a mi lado.

— Oye ¿estás seguro de que no molestaré con mi presencia aquí por cuatro meses? Temo que en algún momento tu familia se canse de mi y me tenga que largar a un hotel.

— Hey, mi amor — el rubio tomó mi rostro entre sus manos — mi familia te ama, para mis padres eres una hija más y Mike también te quiere — rodo los ojos — no te van a hachar y en el hipotético caso que lo hagan, me iré contigo.

— Te Amo.

— Y yo te amo a ti.

Nos inclinamos para juntar nuestros labios en un tierno beso que fue interrumpido por un carraspeo.

— Lamento molestarlos pero estoy aburrido.

Mike, algún día te mataré. Ben gruño por lo bajo y giró a ver a su hermano.

— ¿Que quieres?

— Podríamos hablar de la vida — se sentó enfrente nuestro — bueno, tú vida no me interesa, la de ella si — me señaló y el mayor le pegó una patada a un costado de la pierna.

— Esta bien, cuéntame de tu vida — acomode mis piernas en posición de indio.

— Que puedo decir, próximamente seré un hombre universitario — enarco una ceja sonriendo con superioridad.

— ¿Ya sabes que vas a estudiar? — su hermano preguntó.

— Tengo un par de dudas, me interesan varias carreras pero estoy seguro de que quiero estudiar en Estados Unidos.

— ¿Algún estado en mente?

— Me gustan un par de universidades en Los Ángeles y otras en New York.

Hablamos un poco más sobre las universidades que le atraían al pequeño rubio y luego cambiamos de tema... a uno un poco más interesante.

— ¿Y... sigues siendo virgen? — Ben le preguntó haciendo que el menor se sonrojara furiosamente.

— ¡Ben! — reproche.

— ¿Que? Ya es bastante mayor para hablar de esto sin pudor — rió abrazándome por los hombros tirándome hasta su pecho.

— No, no soy virgen y soy muy solicitado por las mujeres — miró desafiante a su hermano.

— ¿Con tu rostro? No lo creo — Ben carcajeo y golpeé su estómago.

— Podría enseñarle a tu novia lo bueno que soy en la cama — esta vez lo golpeé yo.

Así pasó el día, entre peleas de hermanos.
Mierda, lo que me espera en esta cuarentena con estos dos niños.

Cuarentena - Ben Hardy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora