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Capítulo dieciocho.

Segunda semana en Estados Unidos.

Estas dos ultimas semanas estuve sintiendo unas náuseas horribles, en el ultimo concierto en New York tuve que parar un momento por las nauseas.

John cree que alguna comida me cayó algo mal en Chicago hasta que recordé...

La última vez que estuvimos juntos con Ben.

Cuando paso todo lo de... Olivia, de lo triste y enojada que estaba, deje de tomar la píldora y olvide decirle a Ben.

Mierda.

— Oye John — llame a su habitación de hotel — ¿tienes esa cartilla donde están todos los hospitales y clínicas de los estados?

— Si, aquí tienes — me la tendió — ¿te sientes bien?

— Si, solo me haré un chequeo.

Primero quiero confirmar antes de decirle a alguien.

Llame a la clínica privada más cercana y conseguí una cita para dentro de una hora.

Me cambié con rapidez lo más irreconocible posible, un tapabocas negro y un gorro.
Llame un taxi y me enrute hacia la clínica.

Al llegar me metí con rapidez y traté de que nadie me reconociera.

— Hola, tengo cita con la doctora Williams.

— Hola, está con un paciente ahora, en un momento te hará pasar.

— Gracias.

Me senté en uno de los asientos de espera. Al lado mío había una mujer de unos 35 con un niño de 3 años. El niño estaba comiendo un helado y al verlo me entraron náuseas.
Con el helado no por favor.

— Bulgatti — la doctora llamó desde su puerta.

El consultorio es muy lindo, paredes beige con muebles marrones, dibujos en algunas esquinas.

— ¿Es tu primera vez aquí?

— Si — asentí nerviosa.

— Entonces cuéntame ¿tienes alguna molestia o...

— Creo que estoy embarazada — solté de golpe asustada.

— Está bien, entonces primero voy a pedir un análisis de sangre y orina, tienes que ir al final del pasillo y ahí te lo harán en menos de cinco minutos, luego regresas aquí cuando te den los resultados. Si el resultado es positivo haremos un chequeo transvaginal para ver qué todo esté en orden.

Hice lo que me ordenó y quince minutos después volví a su consultorio.

— Okey — me sonrió — vamos a checar entonces.

Abrió el sobre y comenzó a leer colocándose unos lentes rojos. Al terminar me sonrió.

— Felicidades, estás embarazada.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y tapé mi rostro con mis manos. Un bebé. Mío y de Ben.

Me indicó que me recostara en la camilla azul mientras ella acomodaba los aparatos a un lado mío.

— Voy a necesitar que te levantes el vestido y corras o quites tu ropa interior, haré un chequeo para confirmar que el bebé esté en el utero y así podremos descartar un embarazo ectópico.

Hizo todo el procedimiento necesario y luego me pidió que me acomodara la ropa, nos sentamos nuevamente en las sillas donde están sus papeles y la computadora.

— Nuevamente felicidades, está todo en orden, tienes dos semanas de embarazo.

— Gracias — me voz sonó rota y no pude evitar que lágrimas caigan sobre mis mejillas.

— Tienes que venir a chequeos cada mes, en la semana veinte podrás saber el sexo de tu bebé.

Asentí aún conmocionada.
Nos despedimos u volví al hotel, al llegar a mi habitación me tiré en la cama y celebré en silencio moviendo mis piernas.

La sonrisa no se borraba de mi rostro, me levanté rápidamente, pose de perfil frente al espejo y toque mi estómago.

Un bebé. ¡Voy a tener un bebé!

Ya quiero decirle a todos.

Dios, primero tengo que hablar con Ben, lo haré cuando venga aqui, solo falta una semana y me dará tiempo para planear como se lo diré.

Hay algunas ideas en tiktok que me fascinaron hace unos meses. Quizás haga algo parecido.

Mis padres se volverán locos y los de Ben también, es algo que esperan desde hace tiempo.

Cuarentena - Ben Hardy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora