Vamos al este.

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~Quédate aquí pequeña

La vista borrosa de la niña producto del dolor y de los golpes, apenas podía ver la sangre en el suelo, así como los incansables jadeos de dolor y agotamiento. Ninguno era de su pertenecía, ella lo sabía, pero no podía evitar estar asustada, solo una pequeña mesa de madera la separaba a ella de aquellos borrachos armados tratando de matarse entre ellos...

...Bueno, una mesa y Selene, quien se encargaba de marcar el terreno, como un león custodiando su territorio, ella esperaba a que los otros llegaran a la estrecha esquina en la que se encontraba para defenderse de ellos y hacerlos regresar por donde vinieron.

Lo que fue una pequeña pelea en un bar se agravo provocando que varios pandilleros se metieran, tirándose desde mesas y sillas, hasta dagas voladoras que ponían en riesgo la vida de cualquiera. En la barra, Vincent se sentó casi plegado sobre ella, era como si no le importara su vida, solo tomaba una botella y la destapaba comenzando a beber frente a todos.

Los primeros ataques hacía su persona llegaron, blandiendo su espada tres bandidos que lo reconocieron atacaron desde todas las direcciones. Gritando para armarse de valor, pero no lograron hacer nada, pues usando una bandeja la cual giro en su mano choco con las espadas de costado provocando que se detuvieran y tras terminar de beber la botella esta termino en la cabeza de uno de los bandidos.

Y así lo repitió una vez más sin percatarse de que una de las botellas aún estaba cargada, sus ojos solo podían ver triste como la bebida se perdía entre las hendiduras del suelo. El último de los bandidos supo que eso eran malas noticias, ya de por si eran malas noticias querer ir contra un reconocido guerrero del reino, creyó que estando borracho era más fácil vencerlo.

Si fuera de órbita era tan temible ¿Cómo de peligroso era cuando estaba sobrio? Solo podía llorar esperando su cruel destino cuando vio a Vincent agitar su dedo frente a él, molesto y mostrándole la botella quebrada sin contenido dentro.

~Hablaré con honestidad. Podrías morir.

Trago saliva una vez más y luego vaciló. Los alrededores fueron dominados por un breve silencio, tanto como para oír los ruidos a la distancia. Cuando Vincent tomo su espada parecía como si cuchillas de hielo que eran capaces de congelar el tiempo volaran en todas las direcciones, solo la desenvaino 1 centímetro cuando una fuerza anormal a la que conocía lo jalo de los hombros expulsándolo del lugar, al darse cuenta salió volando por la pared del bar rompiendo la madera con su espada antes de caer con fuerza contra el suelo.

Probablemente no pueda volver a levantarse tras aquel golpe, y por su bien sería mejor que no cometa el error de si quiera intentarlo, menos sabiendo que quien hizo eso no fue Vincent. Se trataba de otra persona quien lo tomo y solo lo aparto de su camino como si fuese un pequeño papel de basura en su camino, o tal vez incluso menos.

-Tú y yo deberíamos arreglar como pagar este destrozo ¿No?

El dueño del bar se paró frente a Vincent, no parecía, aunque si imponía respeto detrás de la barra fuera de ella era como un gigante de casi dos metros. Quien cargaba un hacha en su izquierda como si nada, y en la derecha una maza para nada chica.

~Ahora que la desenfunde ¿Qué te parece tu pequeña hachita contra mi gran espada?

Cruzaron sus sonrisas con Vincent y salto sobre el dueño chocando contra su hacha con una espada a medio desenfundar, en el aire con un giro logro sacarla de su funda volviendo a atacar unas cuantas veces siendo bloqueado en todos y cada uno de sus atacas hasta poder aterrizar a su espalda. El dueño agito el martillo dándose la vuelta de manera rápida golpeando contra la espalda del joven mandándolo a volar fuera del bar igual que al bandido anterior.

Erase una vez, mi querido reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora