El suave silencio de la casa Brown se vio interrumpida por el correr de unos piececitos a toda velocidad, un par de cabecitas castañas se acercaban a toda velocidad, intentando pasar desapercibidos y fallando magistralmente en el intento, Alex y Jake Brown entraron a la habitación de su hermana mayor.
-¡Feliz cumpleaños Amanda ¡- gritaron ambos mientras se dejaban caer sobre el bulto que estaba sobre la cama, grande fue su sorpresa cuando en lugar de un cuerpo dormido, se encontraron con solo cobijas y almohadas. Desorientados miraron a su alrededor, sin encontrar rastros de su víctima.
-Deben de ser más rápidos si quieren sorprenderme alguna vez- les dijo una risueña voz desde la puerta abierta, los gemelos voltearon rápido mientras veían a su hermana mayor salir corriendo lejos de ellos.
- ¡Amanda! - gritaron los chicos emocionados mientras salían en su persecución, desgraciadamente no llegaron muy lejos, justo en la entrada de la sala familiar una figura menuda pero imponente los esperaba con las manos en la cintura y una mirada severa.
-Alexander, Jacob ¿qué les he dicho sobre correr como potros por la casa?- los reprendió Emily Brown.
-Pero mami- lloriqueo Alex- solo queremos darle un abrazo de feliz cumpleaños a Amanda- Alex siempre había sido el que llevaba la voz cantante entre el y su hermano, a su lado Jake solo asentía con un puchero en los labios.
-No es necesario semejante escandalo- volvió a reprenderlos su madre- Amanda, tu también deberías de comportarte mejor, ya casi eres una señorita.
-Lo siento mami- respondió la aludida asomando la cabeza de la cocina y dedicándoles una sonrisa traviesa a sus hermanos.
-Ya que están tan llenos de energía, los tres pueden ir a llamar a su padre para desayunar- los gemelos sonrieron con gusto y cada uno tomo una mano de Amanda y entre los dos la jalaron hasta la salida.
Emily sonrió al ver a sus hijos, ese día Amanda cumplía trece años y ya daba vistazos de la hermosa mujer que llegaría ser, los gemelos apenas tenían cinco, pero adoraban a su hermana mayor.
El criar gemelos había sido todo un reto para Emily, todo era más complicado y difícil cuando tenías a dos bebés exigiendo atención al mismo tiempo, no sabía que habría sido de ella sin la ayuda de Amanda. Cuando los chicos nacieron, fue la primera en lograr hacer dormirlos además de Emily, cada noche les leía un cuento y aun cuando los niños no entendían nada parecía que el simple sonido de la voz de su hermana los tranquilizaba lo suficiente para hacerlos dormir.
Tanto Alex como Jake adoraban y exigían atención de su hermana en cantidades iguales, aunque Alex era un poco más enérgico, afortunadamente Amanda era capaz de mantenerlos a raya y contenidos a ambos.
Un gorgojeo de bebé llamo la atención de Emily sacándola de sus pensamientos, fue hasta una de las nuevas habitaciones de la casa donde una pequeña niña de cabellos rubios la miraba sonriente.
- ¿El escándalo de tus hermanos te despertó cielo?- le pregunto mientras acunaba a la niña en sus brazos. La más pequeña de sus retoños le sonrió con una sonrisa desdentada mientras alzaba sus bracitos hacia ella.
Emily se dedicó a mecer un poco a su hija pequeña pensando en lo afortunada que era, la vida le había regalado cuatro hijos, todos sanos y maravillosos, Amanda tenia trece, los chicos acababan de cumplir cinco y la pequeña Sophie acababa de cumplir los dos años. Hace años había pensado que su vida estaría sola y vacía para siempre pero ahora daba gracias de haber contestado ese anuncio en el periódico, cruzar el país en busca de una nueva aventura le había traído lo mejor de su vida.
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Por el corazón de Amanda
Historische RomaneEmily Collins nunca había hecho algo impulsivo en su vida; siempre se había conducido con mesura y discreción, pero al quedarse sola en el mundo y con la única opción de desposar al hombre que rompió su corazón y destrozo su reputación, decide conte...