Epílogo 3

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Aclaración: en este punto de la historia Amanda tiene 16 años y los gemelos 9, Sophie tiene 5.

Emily casi deja caer la cacerola que tenía en las manos, el estruendo de una puerta cerrándose con fuerza había roto la quietud de su hogar.

Extrañada salió de su cocina encontrándose con las miradas culpables de sus hijos varones, se suponía que habían ido con Aaron y Amanda al pueblo a recoger un pedido para su padre.

- ¿Ahora que hicieron? - preguntó con suspicacia a sus gemelos de ocho años.

-Nada- contestó deprisa Alex, sospechosamente deprisa, Jake optó por quedarse callado, pero no fue necesario que ninguno hablara, fue su hermanita que leía en la sala la que habló primero.

-Amanda entro llorando mami- dijo Sophie con voz acusadora mientras miraba a sus hermanos-de seguro fueron malos con ella.

- ¡No es cierto!- grito Alex con las orejas rojas que delataban su culpabilidad. Emily les lanzo una mirada perspicaz, conocía a sus hijos lo suficiente para saber cuándo mentían.

-Ustedes dos tienen cara de necesitar algo en que ocupar su tiempo-dijo Emily tranquila y peligrosamente- los dos va a limpiar el gallinero en este momento.

-Pero mamá-Alex fue el primero en replicar, el gallinero era enorme y hacía meses que nadie lo limpiaba, sería una misión titánica para dos pequeños de nueve años. Jake solo suspiro resignado antes de salir de la casa seguido unos momentos después por sus gemelos.

-Sophie, querida ¿puedes vigilar el estafado que está en el fuego? Voy a ver como esta tu hermana-la pequeña asintió con una mirada llena de esperanza, si alguien podía arreglar lo que estaba mal en su pequeño mundo esa era su mamá.

Emily toco suavemente la puerta de la recamara de su hija mayor y espero un momento hasta escuchar una voz suave diciendo que pasara.

-Amanda cielo ¿todo está bien? - Emily se acercó a la figura que descansaba en la cama dándole la espalda, espero un momento antes de que una llorosa Amanda la mirara a la cara.

-Francamente mama, extraño los tiempos de cuando era hija única- Emily sabía que Amanda no lo decía en serio, amaba a sus hermanos, pero en ese momento estaba realmente enfadada con ellos.

- ¿Ahora que hicieron? -pregunto con un suspiro Emily, pues se imaginaba que había pasado o al menos el blanco de sus travesuras.

Amanda le conto lo que había pasado: ella y los gemelos habían ido al pueblo acompañando a Aaron para recoger un paquete especial, ir al almacén implicada el poder ver a David, para nadie era un secreto que el pequeño Geller y Amanda se profesaban un cariño especial, Emily estaba segura que en un par de años el joven David sería el primer hombre en pedir la mano de su hija y tanto ella como su marido aprobaban al muchacho, bueno Jared no lo decía en voz alta, pero ella estaba segura.

Cuando llegaron al almacén, la Señora Geller los había recibido cordialmente y mientras Aaron subía los paquetes en la carreta y los gemelos curioseaban en la tienda Amanda intercambio algunas palabras con la señora Prudence antes de que David hiciera acto de aparición.

En cuanto lo hizo, David se acercó a saludar a Amanda con una sonrisa en el rostro, bajo el vigilante (aunque no demasiado) ojo de su madre, David pudo platicar un rato con Amanda e incluso una que otra sonrisa salió a flote. Pero el mágico momento había sido roto cuando, como ráfagas, los gemelos pasaron deprisa al lado de su hermana.

Alex y Jake eran terriblemente celosos con su hermana mayor y no perdían oportunidad de molestar a David, este lo tomaba con mucha madurez, pero su paciencia no era infinita.

Por el corazón de Amanda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora