capitulo 20

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La oscuridad rodeaba todo, música se escuchaba a lo lejos, algunos destellos de luz se colaban por las tablas del piso, de repente alguna carcajada estridente lograba penetrar hasta su refugio. Una figura aparecía por la puerta, una mujer mayor algo encorvada.

-Ten, es todo lo que pude conseguir- le extendía un vaso de leche y un pedazo de pan duro y volvía a irse.

No conocía nada mas que estas cuatro paredes y lo que a veces se veía por la ventana, era como una vida pasada, algo muy lejano que escapaba a su memoria.

-No tengo tiempo, encárgate tu – escuchaba a una mujer hablar con cansancio a lo lejos.

-No puedes seguir teniéndola ahí, es mejor llevarla a otro lado- contestaba la mujer mayor.

- ¿Para que te preocupas? Seguramente esta vida es la que le tocara vivir.

La oscuridad volvía a rodearla, otras figuras aparecían ante ellas, mujeres vestidas de brillantes colores que de vez en cuando le regalaban alguna sonrisa, algunas con rostros cansados y otras con lagrimas en los ojos.

-Esta bien, tu ganas- la mujer volvía a hablar- esta es la dirección y el dinero para la diligencia, llevala tu.

Destellos de luz pasaban muy rápido ante ella, podía escuchar los cascos de los caballos avanzar rápidamente, la mujer mayor dormía a su lado, por el ventana podía ver pasto verde a lo largo del camino.

Estaba en la puerta de una casa grande, la mujer mayor había entrado y hablaba a gritos con un hombre.

-Oiga, yo ya hice lo que tenia que hacer, la niña es su responsabilidad ahora- vio salir a la mujer mayor apurada hacia ella- ahora escúchame criatura, solo te tienes a ti, debes de cuidarte tu misma, nunca esperes que los demás lo hagan- le regalo una caricia tierna en la cabeza mientras se le llenaban los ojos de lagrimas- quisiera poder hacer mas por ti, buena suerte Amanda.

Amanda despertó de golpe, sentía las lagrimas silenciosas recorrer sus mejillas, otra pesadilla, no le gustaban esos sueños, sentía miedo, soledad, frio y no le gustaba la oscuridad que la rodeaba; tardo unos minutos en calmarse, aun no amanecía y su habitación estaba muy oscura. Un suave ladrido llamo su atención, Orión estaba al lado de su cama intentando subir con ella como si el cachorro supiera que necesitaba de el.

Cuando pudo subirse, recargo su cabeza en las piernas de la niña como intentando reconfortarla, Amanda intento dormir de nuevo, pero no podía, tenia miedo de que la oscuridad regresara otra vez. Estuvo un buen rato solo acostada acariciando a su mascota. No sabia que eran esos sueños, pero no le gustaban nada.

Cuando el sol empezó a salir e iluminar su habitación se dispuso a levantarse, iría despertar a Emily, necesitaba que su mamá la abrazara.

Se coló con silencio a la habitación de la mujer, pero ella no estaba ahí, la cama estaba bien arreglada, como si nadie hubiera dormido ahí, Amanda se extrañó, no había rastro de Emily, se dirigió hacia la cocina esperando encontrarla ahí pero tampoco estaba. Un miedo empezó a instalarse en su pecho, necesitaba encontrarla, salió al patio y la busco cerca del gallinero, incluso fue al pozo pero no había rastro de ella.

Regreso a la casa, temblando de miedo, no podía haberse ido, no la dejaría sola. Cuando volvió a entrar a la casa para su fortuna Emily ya estaba en la cocina, Amanda suspiro de alivio cuando la escucho reír y rápidamente se dirigió hacia el sonido de su risa. Pero al ver que no estaba sola se detuvo en la puerta.

Emily estaba colgada del cuello del Patrón mientras este le repartía besos por toda la cara haciéndola reír.

-Ya basta señor Brown- reia suavemente Emily – Amanda no tardara en levantarse.

Por el corazón de Amanda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora