6. La carta.

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¿Estás bien?... No tienes la culpa de nada... Ella va ha estar bien... No tuvo nada que ver contigo... Pronto volverá... Es una mala amiga, que ingrata.
Esa y otras cosas son las que he escuchado de mi madre y otros del pueblo. No se como sentirme al respecto, definitivamente, ha sido un golpe duro para mí pero, no tengo el derecho de comportarme como la víctima, porque no lo soy. Solo soy parte del daño colateral, al igual que Sonia, mi madre o Thomas.

Así que esas personas, que se acercan a mi a darme "el pésame" con su cara de hipocresía saliendo por cada poro, solo me da repelús. Yo no soy la víctima, no lo soy.

Ya pasó una semana y un poco más desde ese día. Me encantaría decir que estoy mejor, que mi vida va cuenta en popa. No obstante, no es así.

He de admitir que ahora lo llevo mejor, desde el quinto día, me siento mejor. Estoy mejor luego de recibir su carta, aquella carta que me dejó con el corazón en la boca y mil sentimientos de impotencia, decepción, dolor. Pero, increíblemente, de superación.

•••

Ya pasaron cinco días en los que no sé nada de Margareth, estoy frustrada, después de una larga jordana en el trabajo lo único que quería era dormir profundamente pero lo que pasó fue mejor (Si de alguna forma se puede llamar así). Estaba por subir a mi cuarto cuando leí una notita en la nevera que decía.

"Has tenido una mala semana mi bebé. Espero esto sea una pequeña luz. En la encimera hay algo para tí. Buena suerte, cielo"

Mamá.

¿Que puede ser? La verdad no tengo ánimos de regalos. Sin embargo, camine hacia el lugar por lo que según mi madre será una pequeña luz. Al llegar encuentro una carta, cosa que me parece sumamente extraña. En esta casa nunca hemos recibido una carta, en serio.

Al abrirla mi corazón de detiene...
Es de ella, es su letra.

"No sé como debería saludarte. Esto es un poco raro. En tu casa nunca has recibido nada como esto así que, estoy siendo egoísta y me voy a llevar tu primera vez.

Esta intentando alivianar la tensión, lo sé.

No se por donde debería empezar.

Lo... siento. De verdad lo siento.
Se que estuvo mal irme sin dar explicaciones, sin un abrazo, sin un mensaje de esperanza... Sin un hasta pronto. No pude evitarlo y no es excusa. Eres la persona más importante en mi vida después de mi madre, ¿Lo sabes, verdad, Mel? Has sido una hermana para mí y te deje atrás. Jamás podré perdonarmelo, pero quiero ser egoísta y pensar que tú si me lo perdonarás.

Lamento ser una cobarde y huir de los problemas. Yo... Solo, yo, solo... No podía más, estaba muerta en vida, Mel. No podía seguir más con toda esa mierda, me cansé de luchar y no puedes juzgarme por eso, no cuando di lo mejor de mi para seguir adelante. Para.. ser feliz.

Pero no pude más, estoy enojada, con mi padre, con mi madre. Estoy enojada conmigo misma por creer que él podía cambiar, por creer que era algo del momento y que luego iba a tomar las riendas de su vida y ser el hombre maravilloso que tanto admiraba. Pero no fue así, seguí prolongando el freno de aquella situación. Yo solo quería y guardaba la esperanza de ser la familia que solíamos ser. Aquella familia que cenaban juntos en el comedor, que disfrutaban sus momentos juntos, que eran honestos unos con otros. Que eran felices.

Nada de eso sucedió, al contrario. Cada vez fue peor, botellas tiradas en las mañanas, golpes en las noches, discusiones en el día, se volvieron algo cotidiano, algo sin reversa. Ya no había nada por reconstruir, todo estaba convertido en cenizas. Pero seguí ahí, siendo un apoyo para ella, siendo fuerte por las dos. Y no es justo, ella es una gran mujer y se merece algo mejor. Yo, no se en que momento, aquel dulce hogar se convirtió en un infierno. Oh, no. Si lo sé.

Mi corazón está latiendo a mil. Mi roja, mi dulce y bella roja. Con cuánto has cargado.

Fue ese día, ¿Sabes?. El día que Peige Carter volvió a Carson.

Siento que mi corazón se detiene, ese mujer. Esa maldita mujer pero, ¿Qué tiene que ver ella con la familia de Gari?

Esa mujer llegó para destruirlo todo. Para destruir tu familia y también la mía. Esto es algo que sentí que jamás debía contarte, ahora quiero que lo sepas.

Hace cinco años, cuando todos éramos felices. Tú con tu padre, tu madre y Madison. Yo con mi padre y madre. Todo era alegrías, teníamos problemas como cualquier otro. Pero, nunca problemas de amor o cuidado.
Justo el día del décimo cumpleaños de Mad, cuando ella con un impresionante descaro llegó diciendo que era su madre. Desde ese día, una tras otra cosa fue cambiando en nuestros hogares. Salidas de tu padre, cambios de humor en el mío. Salidas de mi padre cambios de humor en el tuyo. ¿Entiendes lo que pasó? Los tres se revolcaban. Y cuando digo, los tres, es literal.

Te preguntarás como lo sé, pues yo tampoco lo creería si no lo hubiera presenciado.
Verlos hacer un trio, mientras cada uno la embestía de lado diferente fue la cosa más repugnante que he visto en mi vida. Esos tres estaban traicionando a todos. Y nadie lo sabía, solo yo. Era una niña estúpida, lo único que pude hacer fue contárselo a mi madre con la esperanza de que tomara riendas en el asunto. Fue en vano. No hizo más que permitir que se burlaran en su cara.

Así, pasó un año y fue cuando la tragedia definitiva llegó. El día que murió Mad. No se exactamente la historia, el trasfondo están oscuro para mí como para tí, pero lo que pasó lo tengo claro, más de lo que me gustaría admitir. Lo que te voy a decir va a sonar crudo pero es la realidad y nada de lo que hagamos o digamos la traerá de vuelta.

Aquel domingo en la noche, vi a esa víbora salir de tu casa con una maleta en una mano y una sonámbula Mad en la otra. Tu padre salió escandalizado y comenzó una discusión. Llegó mi padre. Los tres comenzaron a forcejear y en un abrir y cerrar de ojos Mad estaba a dos metros de un coche que acababa de impactarla.

Qué mierda ¡Qué mierda estoy leyendo! Eso... esto. No puede ser real.
Ellos... Estos malditos hijos de...
Fue su culpa, fueron esos tres desgraciados.
Lágrimas comenzaron a salir descontroladamente y no podía evitarlo. Sentí que mis pulmones se cerraban y era más difícil respira. No puedo ¡No puedo respirar! . Sentí mi cabeza comprimirse con cada segundo que pasaba. No, no me está pasando, estoy teniendo un ataque.

A ver... Respira, Amelía. Respira.
Inhala, exhala, inhala, exhala. Lo has hecho muchas veces, tu puedes. Solo tranquilízate. En lugar de tranquilizarme sentí que todo se hacía más lejano. Voy a morir, voy a...  No puedo ¡No puedo controlarme! Me reprendo muchas veces mentalmente por no ser capaz de estabilizarme, sentí que no podía más hasta que escuché una voz en la lejanía. Me llamaba pero no podía ver nada.

—¡Amelia! —Otra vez.
Mírame, ¿Sí? Solo mírame, y haz lo que yo hago. ¿Me escuchas?

Lo escuchaba sí, un poco más. Vi a alguien frente de mi. No sé quién es.

—¡Amelia! —Lo enfoqué, era él... Mi vecino. —¿Me escuchas?

Asentí como pude, mis manos temblaban por la situación, así que el las cogió levemente. —Haz exactamente lo que yo haga, ¿De acuerdo? —Asentí de nuevo.

El comenzó ha inhalar y exhalar mientras marcaba el ritmo con su mano izquierda. Lo seguí, lo seguí una y otra vez pero no servía ¡No puedo!

—¡Mel! Concéntrate en mí. Solo mírame y no pienses en nada más... Solo enfócate en mí.

Eso hice, me enfoque en sus ojos, sus ojos que particularmente están neutros. Hoy no era el caso, pude ver emociones pasando por ellos. Preocupación, enojo, frustración.

Lo imite, me esforcé y lo imite. Poco a poco mi respiración se hizo tranquila, se fue calmando. Luego, solo fue oscuridad.

°°°°°°°°°°°°°°°♡.

Solo puedo decir wao. ♥️



Meet Me Now.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora