Capítulo 19.

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(Edgar)

Había dormido muy mal en la noche, soñé con una chica, no conseguí verle su rostro pero tenía una sonrisa especial. Y algo más era especial, el sueño. No era uno de esos típicos sueños en donde la mina te hace feliz y te sientes agradable, no, era lo contrario, esta chica me controlaba e incluso estaba angustiado.

Estábamos de viaje con todos los cabros y la Belén, por mi mala suerte, ella se subió a mis piernas y todo el camino estuvo ahí, yo por mi parte conteniendo un gran problema que podría surgir.

Pasada la media hora de viaje, vi a la Belén con sus ojos cerrados y su cabeza apoyada en el respaldo del asiento de co-piloto, no pude evitar contagiarme de ternura cada vez que la miraba, y al final me contagié de sueño.

Me apoyé en la ventana y cerré mis ojos hundiendome profundamente en un sueño, parecido al de esa noche.

-¿Edgar? Mírame. -tomó mi mentón y lo atrajo agresivamente hacia su rostro-

-¿Q-qué quieres? -desvié mi mirada de sus ojos-

-La pregunta es, ¿tú quieres esto? -comenzó a sacarme la polera y una de sus manos se posó en mi pecho-

-¿Q-quién eres? ¿Qué haces? -pregunté nervioso-

Esta chica extraña besó mis labios, tocó mi entrepierna y...

¿Pero qué? ¿Un sueño? Observé cómo los demás webiaban en el auto, la Belén estaba durmiendo encima mío y... el problema había surgido, busqué al Nico con mis ojos desesperados y, en modo de súplica, le dije con una simple mirada lo que me ocurría. El weón sólo se rió piola y preguntó cuánto faltaba de viaje, 45 minutos... 45 minutos de tortura.

Traté de pensar en otra cosa, tenía demasiada vergüenza, ¿qué pasa si la Belén se da cuenta? Mierda, mierda, mierda. Y ya cuando no pude maldecirme más, la mirada del Manuel se topó con la mía, dejando saber la agonía que había dentro de mi cuerpo.

Jaime: -mirando por el espejo retrovisor- Edgar, estai rojo. -rió-

Yo: -reí con mis mejillas coloradas a no más poder-

Claro que iba a estar sonrojado, la vergüenza me carcomía por dentro, y cuando pensé que esto no iba a ser peor, la Belén empieza a acomodar su cuerpo, mierda.

Yo sólo quería que esto terminara, las erecciones no se van a menos que hagas ese "trabajo", y esta weá aumentó con el movimiento que la Belén hizo sobre mi.

Pasaron unos segundos y sentí cómo la Belén giraba su cabeza, dejando su mirada clavada en mis ojos y pudiendo notar su leve sonrojo en su rostro. De repente pegó un saltito y se trasladó a las piernas de su hermano. Qué vergüenza, qué weá va a pensar ahora de mi.

Pasaron unos 30 minutos y ya estabamos en la entrada de la casa, en eso el Yelo se baja del auto para abrir la reja y dejar que el Oscar entrara el auto. Como no lograba encontrar la llave correcta del candado entre tanto manojo de llaveros y weás, llamó al Nico para que lo ayudara y me quede solo con la Belén en la parte trasera del auto. Restriegué mi cara con mis manos y apoyé mi mano izquierda en el asiento pero sin antes darme cuenta que la había apoyado encima de la mano de la Belén, conchetumare Edgar, cómo tan weón. Levanté mi mano rápidamente y la dejé sobre mi pierna.

(Manuel)

Observé disimuladamente al Edgar durante todo el camino,  Ese weón estaba horriblemente desesperado, yo sólo me reía con la situación, mi hermana va a pensar que es un caliente de mierda.

Cuando llegamos a la casa, me bajé del auto a abrir la reja para que el Oscar pudiera entrar el auto, tenía una weá de banano LLENO de llaves, así que llamé al Nico para que me ayudara a probar con todas las posibles llaves.

Risas nerviosas / JainicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora