CAPITULO 1

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Bajo la gélida luz de la luna llena, Alma Araiza, enrollada únicamente en un ligero blusón de satín blanco, decide salir de su apartamento. Lentamente sube las escaleras del edificio, balanceando una copa de vino tinto entre las manos. Bebe un sorbo mientras recorre los últimos escalones hasta la azotea. El viento enreda sus largos cabellos cobrizos, al tiempo que una lágrima se escurre por su mejilla. Avanza un poco mas adelante y se sube al alfeizar con los pies descalzos.

Siente una horrible tristeza recorriéndole el pecho, oprimiéndolo. Una tremenda congoja estruja su corazón mientras observa las luces de los autos que se miran debajo. Luces pequeñas y titilantes; tan lejanas como diminutas luciérnagas.  Ella sabe perfectamente que es inaudito. Hace apenas unos días, su amado novio le pidió que se casara con ella. Fue publicado en todos los periódicos de la ciudad. Uno de los compromisos mas esperados. Levanta su mano para cerciorarse de que el anillo sique ahí. Un hermoso brillante de compromiso. Era pequeño, pero su brillo era casi opalescente, cristalino y embriagador. Le oprime el corazón aquel fulgor. El sufrimiento es demasiado, ya no puede soportarlo; como si le clavaran mil agujas en el alma…en cada poro de su piel.

Hace un pie hacia adelante y, olvidando todo, se deja caer al vacio. A donde las luces de los coches anuncian el fin de su sufrimiento.

Una mano tatuada con espinas negras logra tomar su mano un segundo antes de su fin. Impidiendo que se suicide. Alma levanta el mentón para observar el rostro de la persona que le ha impedido terminar con su sufrimiento. Apenas y la reconoce: es la cantante del grupo que contrataron para su fiesta de compromiso. Aun trae puesto ese vestuario de estilo gótico rojo encendido. Pensaba que ya se habían ido a sus casas. Despues de todo, ya era muy noche. ¿Qué hace ahí? Salvándole la vida. Una vida que ya no quiere conservar.

La luz nocturna ilumina sus tersos cabellos negros que ondulan en el viento de las alturas.

_ Tu eres feliz- dice la joven cantante, mientras con esfuerzos intenta subir a Alma de nuevo a la azotea. La cantante es una joven menuda y delicada, mientras que Alma es ya una mujer, de porte y alta. Es casi cómico es esfuerzo de la menuda joven.

Por fin, luego de agotar sus fuerzas en ello, la eleva lo suficiente para regresarla al edificio. Hubiera sido fácil para Alma zafarse de tan débil muñeca, pero hubiera sido traumante para ella verlo. Así que mejor decide subir.

En el esfuerzo, la joven gótica logra quitarle el anillo de compromiso a la hermosa suicida. Al sentirlo entre sus dedos, la cantante lo esconde sigilosa entre su ropa.

Alma se incorpora a duras penas. No comprende qué es lo que hace ahí. De repente, toda la amargura y el dolor de su alma se liberan, desaparecen, se esfuman. ¿Por qué iba a suicidarse? Su vida es perfecta. Es tan afortunada de ser quien es. Se levanta con una sonrisa sincera y una alegría desmezurada.

-¡Muchas gracias¡-le dice a la cantante tomándole las manos-No tengo idea de lo que estaba haciendo. ¡Te agradezco tanto! Ahora…me siento tan bien.

-No es nada. Solo…no lo repitas.

-Cuando quieras, si necesitas algo, cualquier cosa… ven a visitarme. Me gustaría devolverte el favor algún día.

-Claro.

-Vamos, déjame pedirte un taxi-dice Alma tomándola de la mano, pero ella se suelta.

-si, por favor. Solo déjame cinco minutos, para recuperarme de la impresión.

Alma asiente y le dedica una dulce sonrisa- Por cierto, ¿cómo te llamas?- le pregunta.

-Sofía-  Se adelanta y la deja sola.

Cuando la cantante, escucha que se ha alejado lo suficiente, se deja caer al piso, dejando caer gruesas lágrimas que amenazan con ahogarla. No puede contenerse. Llora y llora, sin razón. Quizas antes hubiera razones, pero hoy…no era el caso. La TRISTEZA, le recuerda tantas cosas que aún hoy, no puede superar. Saca de su ropa el anillo con el diamante, refulgiendo arrítmicamente, como si luchara.

Llorando sin cesar, avanza lentamente hacia su bolsa, que había dejado tirada en una esquina. De ella, saca una muñeca hecha de trapo, aguja, e hilo. Abre un orificio en la muñeca y en ella oculta el anillo que no ha dejado de titilar.

-Uno y faltan doce…Rebia-le dice la cantante mientras mira de frente a la muñeca de trapo.

Abraza al juguete mientras trata de contener el llanto. 

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LA RAZON DE REBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora