16. Que hacer en un pueblo pequeño

3.2K 240 66
                                    

Desperté entre los cálidos brazos de mi novio, me revolví un poco para poder ver su hermoso rostro. Dormía con paz y relajado. Ayer llegó a cenar, no paraba de bostezar y casi se duerme mientras comía. Regresamos a la casa y corrí al baño para llenar la bañera de agua caliente. Por lo tarde que regresó, ni siquiera se había bañado. Le hice recostarse y con una esponja limpié toda su sudorosa y sucia piel, suspiraba agradecido mientras se relajaba después de tan duro trabajo que había estado realizando.

Me contaba todas las cosas que había hecho con los ganaderos, también me contó como fue el parto, se había emocionado mucho y se reflejaba en su voz al contarme todo el proceso, yo escuchaba en silencio, lavando sus cabellos y fascinado con lo emocionado y feliz que estaba tras el día de duro trabajo que había pasado.

-¿Cómo lo pasaron? -Me preguntó mientras se aclaraba el jabón.

-Hablamos mucho, nos conocimos mejor. -Le fui contando mientras le entregaba las toallas para que se secara. -Me empezó a enseñar a jugar al ajedrez y me contó lo de la violación.

-Me sorprende que lo hiciera. -Su rostro mostraba que así era, sus ojos muy abiertos de la impresión. -Nunca quiere hablar de esa noche, con nadie. A mí nunca me lo ha contado.

-Supongo que conmigo se siente más seguro. Eso me dijo, que yo no le parecía una amenaza. -Javier me abrazó. -¿Te molesta que se abriera a mí?

-No, me da felicidad, estos días ha hecho un gran avance en muchos sentidos y todo gracias a ti. -Me besó con suavidad. -Vamos a dormir, estoy muerto.


Le acaricié el rostro con suavidad, estaba sorprendido de mi mismo, me encantaban los dulces besos que compartimos, me gustaban los abrazos y caricias cariñosas que me da, nunca había dormido con la misma persona, tantos días seguido, tampoco había follado y toda esta experiencia me tenía cautivado. Mi corazón late descontrolado y un estremecimiento recorre mi cuerpo de emoción. Realmente me gusta mucho estar con Javier.

Cansado de estar acostado sin más en la enorme cama, de ver a tan ardiente hombre durmiendo pacíficamente, decido ponerme en marcha. Mientras le miraba y acariciaba dulcemente, mis anhelos se iban despertando y ahora sentía mi necesitado agujero latiendo de deseo. 

Me quité la ropa con la que dormía y me metí entre las cobijas colocándome entre las piernas del hombre dormido. Deslicé con cuidado, hasta quitarlos del todo, los pantalones y calzoncillos hasta dejar liberado el plácido y durmiente falo. Acerqué mi nariz a su entrepierna y aspiré hasta llenarme de su íntimo olor, restregué la cara con suavidad y sin poder aguantar más las ganas lo introduje en mi boca. El dormido falo, al sentir el cálido y húmedo interior de mi boca, comenzó a crecer, saludando al nuevo día y a mis esfuerzos.

Satisfecho de la reacción lo lamí y saboree con gula, me encanta el sabor de mi hombre, lamo y chupo con desesperación moviendo la cabeza cada vez más rápido, mientras siento y noto los cambios en la enorme dureza que llena mi boca.

-Ummmmmm...buenos días. -Las cobijas cayeron de la cama dejándome expuesto. -Esto está muy bien para mí, pero también quiero desayunar, deja que llene mi boca de ti.

Solté la polla que devoraba para besarlo, nuestras lenguas se entrelazaron durante varios minutos mientras me restregaba contra él agonizando de deseo. Cuando finalizó el beso me coloqué poniendo mi entrepierna en su cara y bajé a la desatendida polla para seguir saboreando y degustando el maravilloso y duro falo.

Javier realmente despertó hambriento, aún no le tenía en mi boca, cuando la suya ya me tragaba y chupaba haciendo que mi ano se estremeciera de deseo. Tras varios chupetones ignoró a mi miembro para separar mis nalgas y hacer que sintiera su lengua llenarme y mojarme.

En busca del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora