20. Soledad

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Sus manos acarician mi ardiente cuerpo, sus labios capturan y torturan mis pezones necesitados mientras jadeo y gimo, abro más las piernas para que él pueda acomodarse mejor y me coma mejor.

-Ummmmmmmmmm...me gusta tanto. -Le empujo la cabeza para que descienda a mi polla, que palpita desesperada de atención. -Javier cómeme la polla ya, sabes que me gusta como lo haces.

-Eres un pervertido. -Me regaña divertido, se separa un poco para acercarse y besarme. -Siempre pensando en el sexo.

-Solo cuando estoy contigo. -Le digo mientras me abrazo a su cuello. -Te amo tanto.

-Lo sé. -Me besó la punta de la nariz. -Ojalá lo hubiera oído antes. 

Y así despierto en la enorme cama mientras lloro desesperado. Hace seis meses de la muerte de Javier y mi vida y yo mismo hemos cambiado completamente, abrazo la almohada mientras recuerdo todo lo sucedido meses atrás, para confirmar que ya no está aquí, que realmente me dejó.



Me parece haber entendido mal, los padres de Javier no paran de llorar y yo no sé como asimilar sus palabras, sin más que decir me arrastran a un coche que nos espera fuera, el chofer agarra nuestras maletas y tras guardarlas nos lleva a un enorme hospital.

Cuando salimos del vehículo se acerca un hombre de unos cincuenta años, habla unos segundos con los padres de Javier, estos le comentan algo, los tres me miran y tras hablar unos segundos más, los padres de Javier entran al edificio y el señor se acerca a mí.

-Hola, soy Rodrigo, abogado de la familia. -Me estrecha la mano. -Los señores Maldonado me han dicho que no han podido explicarte bien lo que sucedió.

-Efectivamente. -Susurro asustado. -No entiendo nada.

-Hoy a las 12:45 hora de Berlín, el señor Javier salía de un restaurante al que le invitaron a almorzar los clientes con los que se ha estado reuniendo estos días atrás. -Nos encaminamos al interior del hospital mientras me cuenta todo. -Justo en ese momento el chofer de un bus sufrió un ataque al corazón por lo que chocó contra una farola que se partió y cayó sobre el señor Javier. Mientras los alemanes llamaban a la ambulancia, la compañera de trabajo del señor Javier, llamó a su jefe para contarle lo que acababa de suceder y que este llamara a la familia del señor Javier.

-Qué rápido reaccionó. -Estaba muy sorprendido y no sabía muy bien qué decir.

-Ella estaba muy asustada y lo único útil que se le ocurrió hacer fue esto. Llamarón a los padres del señor Javier, daba la casualidad que yo estaba reunidos con ellos, había llegado apenas una hora atrás a Inglaterra. Les dije que yo me ocupaba de comprar los billetes, reservar el hotel y venir al hospital para ocuparme de todos los papeles, me hablaron de ti y que también vendrías y ahora los señores Maldonado han de firmar para poder llevarse el cuerpo de vuelta a España.

-¿Realmente está muerto? -Pregunté sin poder creerlo aún.

-Sí, por desgracia debido al estado en el que quedó, lo mejor es que no lo vean. -Me palmeó el hombro con suavidad. -Lo reconocí gracias al tatuaje de la pierna. 

-Ahhhh. -No sabía que decir, que preguntar ni que hacer.

-Estoy gestionando todo para viajar lo antes posible y también estoy preparando el velatorio y el entierro, no te preocupes, a partir de ahora estarás con los padres de Javier y conmigo, no te dejamos solo.

Me quedé sentado en una sillas de plástico mientras el abogado iba a reunirse con los padres de Javier, yo apesadumbrado no sabía ni que pensar, me sorprendí al sentir un leve golpe en el hombro.

-Gabriel. ¿Qué haces aquí? -Es Rita, la compañera de Javier y la que informó de lo que pasaba. -¿Sabes lo de Javier?

-Sí, me llamaron sus padres y vine con ellos. -Le respondí, veo manchas de sangre en su ropa, todo parece más real ahora.

En busca del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora