13. Aprendiendo a enamorar

3.1K 252 88
                                    

Su ardiente boca recorre mi piel, me hace estremecer y suspirar anhelando más y más de su contacto, mis ojos enganchados a los suyos, viendo como me sonríe lleno de suficiencia sabiendo que es lo que deseo, que es lo que necesito.

Sus largos y expertos dedos anclados en mi interior, expandiendo y abriendo la zona, mientras sus labios me recorren, abro aún más las piernas, deseoso de sentirlo más. Enredo mis brazos en su cuello y hago que nuestros labios se ajusten, su beso dulce, lleno de promesas, me enciende mucho más bajo su atenta y orgullosa mirada.

Contento con las reacciones de mi cuerpo y con la suavidad que tiene ahora mi estrechez, se coloca entre mis piernas y comienza a penetrarme suavemente. Siento como me va llenando por fin. Sus hermosos ojos clavados aún en los míos, su sonrisa de suficiencia aún colgada de sus labios, yo ardiendo y satisfecho de por fin sentirme completamente lleno de su gran dureza.

-¿Te gusta Gabriel? -Me pregunta burlón.

-Claro que sí Javier. -Me aferro a sus brazos mientras le rodeo con mis piernas. -Por fin eres mío.

-Lo siento. -Me dice mientras me penetra una y otra vez, haciendo que gima con fuerza. -Lo siento tanto.

-¿Qué es lo que sientes? -Le pregunto preocupado.

-Que esto sea solo un sueño.

Me despierto, apago la alarma y enfadado noto mi calzoncillo acartonado. Me froto enfadado la cara y me dirijo a la ducha, tan obvio que estoy frustrado sexualmente. Maldita sea, mi vida en estos momentos es como la de un monje.

Al final aquel lejano fin de semana de hace tres meses, fui de cacería, pero ningún hombre me atraía. Supongo que he cambiado, pero solo anhelo a Javier, el dejarme follar por cualquier otro me parecía aburrido. Así que para sorpresa de todos los que me conocen realmente, abandoné totalmente el sexo casual y me lancé a intentar enamorar, o por lo menos gustar a Javier.

Llevamos tres meses de innumerables citas a cenar, al cine, conciertos, escapadas de fin de semana, quedarnos en casa del uno y otro, vamos de copas, de compras y pasamos casi todos los fines de semana juntos. 

Frustrado por mi falta de sexo y cansado de matarme a pajas, también terminé apuntado al gimnasio. Nunca había ido a uno, el deporte me aburría y mi alocada vida sexual me había ayudado a mantenerme en forma. Pero ahora no sabía que hacer con tanto tiempo libre y había engordado unos kilos tras las primeras semanas sin nada de sexo. 

Me apunté al mismo que Javier y muchas veces entrenamos juntos. Javier llevaba seis semanas en las que ya no ponía ningún reparo en tener citas conmigo y hasta había comenzado a proponer algún que otro plan. Realmente ninguno de los dos pensaba que yo aguantaría tanto y eso que todavía ni siquiera nos habíamos besado.

Llegué cansado al ascensor de la compañía y cuando iban a cerrarse las puertas entró Javier, me deslumbra ver lo hermoso que es este hombre.

-Buenos días Gabriel. -Me saluda con su hermosa sonrisa.

-Buenos días Javier. -Mis ojos le recorren hambriento, aún más tras el sueño de esta mañana. -Ese traje te queda de maravilla.

-¿Estás bien? -Se acerca a mí y con su dedo acaricia la parte baja de mis ojos, suavemente. -Se te ve muy cansado. 

-No dejas de aparecer en mis sueños y me tienes trabajando toda la noche. -Le informo con sinceridad mientras restriego mi cara con su mano, con suavidad.

-Gabriel, pareces un gatito. -Me dice riendo mientras aparta la mano. -Si ya no puedes soportarlo más, déjame, vuelve a tu antigua vida.

-No voy hacer eso, te lo he dicho. -Le digo enfadado, no sé cuántas veces hemos mantenido esta misma conversación a lo largo de este tiempo. -Voy hacer que te enamores de mi.

En busca del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora