29. El fin

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-Ohhhhhh... siiiii...justo ahí. -La mano de Sebas tapa mi boca para evitar mis gritos.

-Amor no grites. ¿No te da vergüenza que tus trabajadores te pillen con los pantalones bajados y la polla de tu maravilloso novio bien clavada en tu interior? 

-Lo que me importa es que dejes de mover las caderas. -Me burlo, tras quitar su mano de mi boca. -Ahhhhhh... -Me hace gemir cuando aferra mis caderas para follarme duro.

-Niños pervertidos. -La voz de Aitor nos sorprende, haciendo que nos detengamos. -Acaben de follar, en la fiesta les esperan para hacer el brindis y que Gabriel diga unas palabras.

-No entiendo esa manía que tienen de esconderse para echar un polvo en ocasiones como esta. -Gotzon refunfuña.

-El problema a lo mejor lo tienen ustedes, no entiendo como no se excitan cuando se ven tan elegantes. -Les digo divertido. -Ahora fuera del baño, en quince minutos salimos.


Es una fiesta para nuestros trabajadores en la que celebramos la gran acogida que hemos recibido y las muchas reservas que tenemos diariamente, los beneficios obtenidos son magníficos y las inversiones que realiza Sebas, nos da la seguridad de poder seguir abiertos por décadas, sin tener que preocuparnos del dinero que pueda costar el cuidado y la protección de estos animales y los que sigamos rescatando.

-Ahora eres un jefazo y sigues siendo un auténtico pervertido. -Gotzon me regaña tras dar mi discurso, estamos todos sentados y comenzamos la ansiada celebración. -No tienen vergüenza y menos desde que comenzaste a salir con otro espécimen igual a ti. 

-Lo que no entiendo es lo que sucede con ustedes que no hacen lo mismo. -Le digo tranquilo mientras como algunos canapés. -Recuerdo perfectamente como eran antes.

-Lo normal es ir dejando de hacer esas perversiones. -Aitor me dice entre risas. -Se llama envejecer.

-Nosotros nos negamos y lo mejor que podéis hacer es escabulliros a un lugar íntimo y daros una satisfacción. -Les digo serio. -Es una orden de su jefe.

-Ya oyeron, o serán despedidos. -Me encanta cuando Sebas me apoya  y se le ocurre locuras como esta. 

-No me parece mala idea, vamos Aitor, la verdad que también tengo ganas y me da pena que ya no hagamos estas cosas. -Gotzon se pone en pie, tirando del brazo de su marido y poco después los dos salen entre risas.

-Cariño, es el mejor momento para marcharnos. -La lujuriosa mirada de Sebas me dice a las claras que nos espera una gran noche.

-De acuerdo. -Subo al escenario para coger el micrófono. -Espero se diviertan y disfruten de la fiesta, pueden comer y beber tanto como deseen. Muchas gracias por su arduo trabajo, me largo esperando que se sientan más cómodos y disfruten mucho de lo que organicé. -Entre fuertes aplausos abandoné el enorme edificio y Sebas nos llevó a casa.



-Muy bien, relájate, todo va bien. -Tengo tres de mis dedos aflojando el estrecho canal de mi hombre. -¿Te duele?

-No, me siento raro, pero no me duele. -Me responde entre jadeos, su mirada es asustadiza, pero parece poder soportarlo, ya hemos llegado a este paso muchas veces, aunque siempre se asusta al final y lo tengo que dejar, pero con ayuda del psicólogo y su deseo de complacerme parece que hoy está llegando a disfrutar algo más. -Ahhhhh justo ahí.

-Muy bien, parece que encontré el punto con el que lograré enloquecerte. -Le beso mientras muevo los dedos presionando el lugar exacto. -Amor, voy a ponerme el condón. 

En busca del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora