UNA VISITA A LA CIUDAD ( pt. 1)

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El tiempo pasó pacíficamente , y a pesar de la oscura descendencia del pequeño, Ox Satán empezaba ver a Piccolo Junior como a su propio hijo.

Toda esa maldad que creían que podía poseer había desaparecido, muchos creían que era gracias a la amabilidad e inocencia de Milk , algunos creían que simplemente esa maldad nunca existió. Sin embargo, no podían negar que era el hijo del malvado Piccolo Dai Maho, empezando por su apariencia y por las continuas pesadillas que el pequeño tenía casi todas las noches.

EL pobre niño sufría al ver como en sueños su malvado padre le recordaba su misión de conquistar al mundo y matar a Goku, muchas veces aquella princesa de pelo azabache trataba de consolar al pequeño por aquellos horribles sueños, pero era casi imposible, ya que el aquel malvado monstruo le dio la vida para seguir sus pasos, y aunque intentara reprimirlo, muchas veces pensaba que sería imposible escapar de su destino. Aún así no se rendía, ya que la amabilidad de aquella terrícola lo convencía más de que debía redimirse y de que la maldad no era tan satisfactoria como su padre decía.

Pasó el tiempo y finalmente sólo quedaba un año para el próximo Torneo de las Artes Marciales, todos estaban entrenando muy duro, pero nadie sabía de la existencia del hijo de Piccolo, únicamente Goku, Kamisama, Milk y Ox Satán. Mientras Goku y Kamisama entrenaban día y noche pensando en un método para derrotar a Piccolo Jr. en el Torneo, Milk se dedicó a ser amable con el pequeño, siendo ella la salvadora del mundo esta vez.

Ambos habían convivido bastante en estos últimos dos años, jugaban juntos, entrenaban juntos, incluso Piccolo había agarrado el gusto a comer, y aunque debido a sus genes no le era necesaria la comida para vivir, simplemente lo hacía por acompañar y saborear lo que su amiga le preparaba. Además, Milk también disfrutaba la compañía del pequeño Namek, aunque una cosa que no esperaba era ver la velocidad de crecimiento de su compañero de juegos, tanto en madurez como en aspecto. Ya tenía dos años, pero aparentaba los dieciséis.

En esos días, Milk y Piccolo aparentaban la misma edad. A la morena le preocupaba que su crecimiento no fuese a parar, pero Piccolo estaba ya llegando a una edad en la que los Nameks duran casi toda su vida, un cuerpo joven y fuerte que les permitirá luchar por más tiempo, al igual que los Sayayin.

Ella empezaba a mirar al namek con otros ojos, ya no era aquel niño pequeño que llevaba al bosque a jugar y a entrenar, ya era todo un hombre y diciendo las cosas claras, aquella terrícola estaba tan acostumbrada a él, que hasta le comenzaba a ver como a un hombre bastante atractivo. Ella no entendía porque lo veía así, ya que era el hijo aquel malvado monstruo, quizá eran las hormonas de la edad, quizá realmente el no era feo, o simplemente podía ver más allá de su físico, simplemente entendió que empezaba a verlo de otra manera y no entendía muy bien como describirlo. El parecido con su padre era abismal, pero Piccolo Junior tenía rasgos más estilizados, además de su cuerpo fuerte y tonificado.

Hoy era el día antes del décimo séptimo cumpleaños de la princesa Milk; y como era tradición, su padre quería hacerle una gran celebración a su hija, pero la princesa no estaba muy entusiasmada con asistir a otra fiesta con los mismos pueblerinos de siempre. A decir verdad, esta vez quería romper las reglas, ella quería conocer la gran ciudad, quería ver otro tipo de personas, quería comprar ropa nueva, ir a comer a un restaurante, al cine; todas esas cosas que tenía la gran ciudad, ya que siendo franca, su pueblo era bastante aburrido.

Milk sabía que su padre se negaría rotundamente a su petición, ya que era muy conservador, por lo que decidió planear su escape hacia la ciudad ese mismo día. Sabía que su padre estaría haciendo los preparativos esa noche y la mañana siguiente, por lo que pensaba que no le haría ningún mal darse una pequeña escapada a la ciudad aquella noche. Así que sin pensarlo mucho fue con Piccolo a pedirle que la acompañarla, sabía que si iba con el no le pasaría nada, ya que siendo realistas, el era el hijo del malvado Piccolo DaiMaho, el hombre que casi gobierna al mundo con su gran poder, el cual, por suerte, había heredado su nuevo amigo.

Piccolo no estaba muy convencido del plan, la verdad era una persona un tanto reservada y no quería que el mundo se enterara de que era el hijo de aquel demonio. Sin embargo, a el le agradaba estar con la morena , por lo que decidió acompañarla. Afortunadamente Milk improvisó un atuendo para el joven namek, le consiguió unos jeans, unos zapatos deportivos, una camisa amarilla de manga larga que cubriría la mayor parte de su anatomía , y lo más importante una gorra que ocultara su identidad.

- ¿Por qué me tengo que vestir de esta forma? No me gusta nada. – Dijo Piccolo después de probarse el atuendo que Milk le dio para acompañarla.

- Porque necesito que no espantes a la gente. - Contestó la morena.

- ¿Me estas diciendo que si no salgo vestido de payaso la gente se va a asustar de mi? – contestó Piccolo con tono sarcástico.

- Eres el hijo del malvado que aterrorizó a la tierra matando a miles de personas, y lamentablemente se nota que eres su hijo.

- Estoy harto de estas tonterías. ¡Como si me interesase ahora ponerme a conquistar este estúpido planeta!- Dijo Piccolo furioso.

-Eso lo sabes tu, mi padre y yo. Los demás no se van a parar a preguntarse sobre tus intenciones, solo tratarán de hacerte daño. - Dijo Milk preocupada por él.

- Como me toquen les rompo todos los huesos. - Dijo Piccolo violentamente.

-Si, pero quiero tener un lindo día en la ciudad, y quiero estar en paz y armonía, no esquivando golpes. – Argumentó Chichi con un gesto suplicante. Piccolo no podía contra esa mirada, y dejó de discutir inmediatamente.


Continuará...

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