9.

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Mi mañana en la oficina se pasa tranquila. Mi cabeza realmente no estaba allí, sino en la chica de ojos azules que había robado mi corazón. No voy a mentir, llore. Llore en la mañana al ir a mi departamento. Llore pensando en por lo que debía pasar ella. Llore pensando en cómo podía ayudarla. Mil cosas pasaban por mi cabeza, aun no lo asimilaba y iba a ser un duro camino, pero íbamos a poder, no iba a dejarla sola ni aunque me lo pida.

Hijo.- suelta mi padre, lo miro, está sentado al frente mío.- estas bien.- pregunta preocupado.

Eva tiene leucemia y de desarrollo rápido, sus síntomas ya aparecieron.- suelto descargándome, necesitaba hablar con alguien.- me he enterado ayer, ya ha empezado con el primer tratamiento.- suspiro y el solo me mira atento.- no quiero que se tire a la cama, quiero que luche por esto y en mi cabeza solo esta ella. Perdón pero hoy mi cabeza no está aquí.- suelto y miro mis manos.

Pero Hugo.. como no me has llamado en la mañana.- suelta y lo miro.- sabes que aun no tienes la responsabilidad, solo estás por si las dudas y dándome una mano para adaptarte.- dice mirándome fijo.- podrías haberme dicho y no te hacía venir, Plata no te va a faltar porque no vengas por un tiempo, sabes que eso no te va a faltar nunca.- dice.

Ya papá, pero tampoco voy a comerme el abuso, debo cumplir con mi puesto, con mi responsabilidad.- le respondo y niega.

Ella te necesita a ti, debes estar a su lado, se vienen momentos difíciles para ella.- suelta.- yo no te voy a obligar a que no vengas o a que vengas.- dice.- pero si debes tomarte unos días o empezar a venir menos no lo dudes.- suelta y asisto. Me paró y él también lo hace. Lo abrazo, sus palabras eran lo que necesitaba.- todo va a estar bien, es una chica fuerte.- dice palmeando mi espalda.

Gracias pa, en serio.- dice y sonríe mirándome.

Ve a casa.- dice mirándome y suspiro.- ve, luego hablamos.- suelto y asisto.

Agarro mi saco y salgo de aquella oficina. Voy bajando del ascensor para llegar al estacionamiento. Pienso en la propuesta que iba hacerle ese día, hoy es un buen día para retomarlo. Me dirijo hacia mi departamento, donde allí pienso y pongo en marcha lo que quiero hacer. Las horas pasan y llego a su casa, ella sale con un vestido rojo floreado y su mochila.

Qué guapa.- suelta a penas sube y me mira sonriendo.

Hola.- dice para luego juntar nuestras bocas.

Qué tal estás.- pregunto conduciendo.

Bien, mejor.- suelta y pongo mi mano en su pierna.- Hugo, escúchame.- dice y la miro cuando paro en el semáforo.- no quiero que nada cambie entre nosotros, no quiero que me metas en una cajita de cristal, todo debe seguir tal y como venía, no quiero que esta enfermedad cambie algo.- dice y vuelvo arrancar.

Yo solo quiero cuidarte y te aviso desde ya que voy a estar muy pesado.- suelto sincero.

Entonces al pedo me gasto diciéndote.- dice indignada.

Entiéndeme Eva.- suelto y la miro rápido mientras ella asiste.

El camino es en silencio, mi cuerpo es puro nervio. Y si me dice que no? Como debo actuar?. Mil cosas pasan por mi casa. Subimos el ascensor, yo tengo su mochila, su cabeza está apoyada en mi pecho.

Tienes hambre.- pregunto saliendo.

Demasiada.- rie, eso es bueno.

Toma, pasa, yo ahora voy, me están llamando.- miento y ella asiste mientras coloca las llave.

Entra y espero unos segundos para luego entrar tras ella. Estaba todo el clima romántico. Los pétalos de rosas llenaban aquel piso. Hay una caja de chocolates, sus favoritos, lo había averiguado. Le cocine su comida favorita y un champagne para brindar nos esperaba, si es que todo salía bien. Un regalo también había encima de la mesa.

Amor, todo esto es para mi.- suelta cuando pasó mis mano por su cintura.

Claro.- susurro y dejo un beso en mi mejilla.

Pero por qué.- se gira mirándome con una sonrisa, sus ojos brillan.- te dije que nada debía cambiar.- rie apenas.

El día que comimos con los chicos quería proponerte algo y todo me fallo.- suelto y me mira atenta.- por eso ahora y con esto que te mereces.. Eva, quieres ser mi novia.- pregunto y ella muerde su labio.

Que te hace pensar que no.- suelta.- claro que si.- dice feliz y me abraza colgándose.

Te quiero.- le digo enterrando mi cara en su cuello.

Te quiero.- dice mirándome y la beso tiernamente, ella se baja y mis manos la aprietan hacia mi.- qué lindo en serio, muchas gracias.- dice al ver los chocolates.

Toma esto es un regalo para ti.- digo cuando nos sentamos y tiendo la cajita.

Hugo que no hacía falta.- suelta y se la vuelvo a tender con una sonrisa. Lo abre y veo sus ojos brillar, eso me hace ilusión, me había costado muchísimo conseguir una igual.- es la sirena que tengo.- dice y asisto.

Es la misma que tienes tatuada.- suelto afirmando.

Mierda, eres increíble, muchas gracias.- dice abrazandome fuerte.- no sabes cuánto me gustan, jamás había visto una igual, por eso no tengo ninguna en collar.- dice mirándola.- es hermosa.- suelta.

Lo es.- digo mirándola también.- me ha costado conseguirla, no voy a mentirte, pero quería la misma que tú ya tienes.- digo y me mira sonriendo.

Muchas gracias en serio.- dice y junta nuestras bocas.

Date la vuelta.- le digo y me la pasa. Se lo pongo, es delicada y le queda precioso.- hermosa.- digo dejando un beso en su cuello.

Ella se da vuelta y me besa rápidamente. La atraigo a mi y la siento en mis piernas. Nos pasamos unos minutos así, ninguno se quiere separar.

No quiero separarme de ti, pero la comida se va a enfriar.- le digo a unos centímetros.

Has cocinado para mi.- pregunta y asisto.- quiero probar eso ya.- dice riendo.

Todo lo hago bien.- suelto canchero.

Ah bueno, ese ego.- suelta y beso su mejilla para luego servirnos.

La noche la pasamos en charla y disfrutando del otro. La cerramos como a nosotros nos juntaba, demostrándonos cuánto nos quería. Se había dormido hace unos minutos, boca abajo y lleva solo su corpiño. Solo me dedico a mirarla unos minutos y cada minutos me confirmaba que cada vez me gustaba más y eso que ya gustaba demasiado. Iba hacer lo que sea para que esté bien y sana, lo juraba acá mismo, solo mirándola. Dejo un beso en su hombro y pasó mi mano por su cintura para caer en un profundo sueño.

Una esquina de Madrid. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora