Don't leave me alone. - 2

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Unas semanas después. 

Anne se encontraba volviendo a su casa después de terminar su última lección, la cual había sido muy agotadora. Pero para su suerte, le estaba yendo muy bien.

También, desde el incidente, iba todas las tardes en horario de visitas a darle un ojo a Matthew, quién se encontraba en casi perfecto estado. Al principio serían solo unos días pero después la jefa dijo que todavía era peligroso, así que su ida tendría que esperar un poco más.

Anne pudo establecer una muy buena relación de amistad con todos los médicos que ayudaban a Matthew. No hace falta aclarar que también se reencontró con su mejor amiga, Diana, a la cual extrañó con todas sus fuerzas. Se pusieron al día sobre todo. 

Pero había alguien en especial que estuvo rondando por su mente todos estos días.

Sí, había entablado una hermosa relación con Gilbert. Sí, pasaron días, tardes y noches conociendo cada parte del otro. Sí, cada vez que podían se miraban sin que el otro lo vea. Sí, cada vez que se despedían ponían sonrisa de bobos enamorados. Sí, los dos estaban locos por el otro pero ninguno sabía que sus sentimientos —aún no descubiertos en su totalidad— eran correspondidos.

Y fue así como ambos pasaban sus noches, preguntándose que era lo que el otro tenía que tanto les llamaba la atención, provocando mariposas en su interior cada vez que recordaban su figura o su simple, pero hermosa mirada.

Después del trabajo, ambos se encontraban en el hospital para después salir a pasear o hacer actividades.

Como dije, Anne pudo relacionarse muy bien con los compañeros de trabajo de Gilbert, como Ruby y Jane, quien había conocido unos días después de que Matthew llegara al hospital. También pudo conocer mucho a Moody, con el cual se llevaba absolutamente bien, ya que le parecía alguien muy gracioso —un poco torpe— y carismático.

Excepto por Josie, la jefa a la cual todos le temían. Si bien su descripción era correcta, sabía que ella solamente sostenía una pared de seguridad ante las personas que recién conoce. Se daba cuenta porque ella también solía ser así, pero todo cambió con los Cuthbert.

Sus nuevos amigos le confirmaron esto, y que probablemente después se ablande y comience a tener confianza con ella. Pero Anne necesitaba probarlo.

Siempre que podía, le daba algún lindo gesto, la saludaba, o hasta incluso le hizo los bollos de ciruela característicos de Marilla. Pero todo era respondido con un rodar de ojos.

Lo que Josie no sabía es que Anne era una persona muy objetiva, como ella se hace describir. Aunque a veces algunos lo describan como terquedad o insistencia, para ella era conseguir lo que quería hasta tenerlo.

En fin, se estaba encaminando al hospital para visitar a su querido padre. No veía las horas de verlo, era como si él alegrara cada momento de su vida. Era su luz, su salida.

El frío invernal golpeaba contra sus mejillas y nariz, haciendo que estas se tornen de un tono rojizo, dándole un toque de ternura.

Nadie podía negar que la belleza de Anne Cuthbert era digna de una diosa de la mitología griega o hasta nórdica. Era una pelirroja, con pecas exorbitantes, unos ojos azules impredecibles, nariz perfecta y unos labios tallados por ángeles. O bueno, así la había descrito días atrás el doctor Blythe cuando sus amigos le preguntaron que rayos les estaba pasando. 

Entrando al hospital, saludó amigablemente a la recepcionista. Se dirigió a la sala en la cuál Matthew se encontraba, quien estaba charlando con Ruby. Ellos dos también se llevaron muy bien, gracias a la empatía de la rubiecita.

𝙎𝗁𝗂𝗋𝖻𝖾𝗋𝗍 𝙊𝗇𝖾-𝙎𝗁𝗈𝗍𝗌'.°•☆~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora