𝙎𝗁𝗂𝗋𝖻𝖾𝗋𝗍 𝙊𝗇𝖾-𝙎𝗁𝗈𝗍𝗌'.°•☆~

We fell in love in october.

Que hermosa es la vista desde aquí arriba. Las personas, caminando por el Central Park. Parejas, niños, familias. Cada una de ella disfrutaba y veía el otoño de una manera diferente.

Las hojas, rojas, naranjas y amarillas caían lentamente de los árboles, dejándolos desnudos. Algunas rosas comenzaban a marchitarse, otras seguían brillando, mientras algunas ya morían. Esa era la belleza de la naturaleza.

Mirar al atardecer me hace sentir como nueva. Como yo en mi totalidad. Por un momento, dejaba de pensar en todos esos problemas que me tanto me estresaban y atormentada me tenían. Por un momento, eran mis cigarrillos, el atardecer, los no tan molestos sonidos de la ciudad y yo. He de decir que me acostumbré a ellos, de cierta forma.

Pensaba en nada. Estaba totalmente sumergida en mi propia burbuja. Y ahí llegó ese recuerdo de Tía Jo diciendo: "Me pregunto que pasará por tu mente cuando todo este en blanco."

Y como por arte de magia, apareció él. Y cuando hablo sobre él, me refiero a un cierto pelinegro, de ojos avellana, unas locas cejas y perfecta sonrisa. Que digo que su sonrisa, todo en él es malditamente perfecto. Y me odio por ello.

De personalidad... es bastante insistente. Si le importa algo, hace lo que sea por tenerlo. Es amable, caballeroso, buena persona... Es todo lo contrario a mí, en simple palabras.

No entiendo en que momento se pudo haber enamorado de una persona así. Porque, vamos, ¿quién se enamoraría de una chica como yo? Soy el maldito diablo en persona. Una pelirroja, de ojos celestes, rara, intensa, con cara de perra en descanso. No sé quien en su sano juicio quisiera a tal desgraciado ser.

Aunque a veces tiene sus ventajas. No tienes que fingir. Punto a favor para mí. Odio pretender cosas que en realidad no son. Entonces, si pienso algo, no dudo en decirlo... pero no puedo no admitir que me llevé varios castigos con mi sinceridad. De todas formas, sigo pensando que es algo positivo.

Segundo, puedes mandar a todos a la mierda cuando quieras. Hay que admitir que se siente realmente bien dejar a las personas con la boca callada. Y más si son "machitos", no sé si se entinde. Aunque no todos sean igual, la mayoría lo es. Y también me he llevado la triste decepción de que también a mujeres que se echan mierda unas a otras. Qué lástima.

Pero bueno, para no tener problemas simplemente tienes que alejarte de las personas, ¿no? Siempre es causado por lo demás, o por uno mismo. Por eso me gusta estar sola. Solo yo y mi propia compañía, relajadas, sin nadie que nos molest...

¿Qué demonios hace este aquí? ¿No se supone que debe estar en su clase de psicología?

Ay, me expuse. No me digan acosadora, para nada tomé el tablero de las clases de Gilbert y las memorice... bueno, tal vez sí. Pero era por una buena causa, que solo yo era parte.

En fin, no sé como carajos me descubrió. Se supone que nadie conoce este lugar.

—¿Cómo mierda llegaste aquí? ¿Cómo te dejó pasar Diana?—preguntó confundida, pero demostrando seguridad.
—Ella misma me dijo que estarías aquí y me dejó pasar.— Traicionera, dijo la pelirroja mentalmente.
—Ah, okey. Te puedes ir por dónde viniste.—digo dando media vuelta y apoyando mis brazos nuevamente en el borde.
—Yo...—el chico tardó en pensar lo que iba a decir, lo que puso alerta a Anne.—quería saber como estabas, nada más.
—Estoy de maravilla. Nunca estuve mejor en mi vida.—dijo con un tono sarcástico que el chico logró entender, sorprendiendo a la muchacha. Su humor no era de los más comunes.
—¿Qué haces tú aquí?—dijo el chico, apoyando también sus brazos, mirando hacia el horizonte.
—Qué te importa.—respondió la pelirroja, sincera.
—Por algo pregunté. Que al resto le parezcas alguien más no significa que para mi lo seas.—contestó el chico, dejándola sin palabras.
—Vengo a alejarme de mis problemas. Básicamente, de las personas. Todas ellas son demasiado problemáticas. Prefiero estar sola, en un lugar que casi nadie conozca. Fumando. Me tranquiliza.—sonrió la pelirroja.
—Eso es porque no conoces a todas las personas.
—Conozco a las suficientes para decir que son molestas. Me incluyo yo.
—Yo no pienso que seas molesta.
—Oh, créeme, lo soy.
—Pienso que eres diferente. Y eso me gusta. No eres como los demás.
—¿Cómo te gustaría una persona como yo, Gilbert? De verdad, tienes un tipo de gustos bastante oportunos...
—Las personas no elegimos... quién nos atrae. Es algo que no se puede evitar. Tú solo... lo sientes. Es imposible de cambiar, por más que así lo quieras. Y, Anne, yo no puedo cambiar lo que siento por ti, por qué sé que no es una simple atracción. Desde que te conocí, experimenté una increíble conexión contigo.—dice mientras se acerca.—Nunca lo había sentido antes. Con ninguna otra persona. Y eso es lo que yo siento cuando estoy contigo. Eres la  única que hace que todo lo demás a mi alrededor no exista. Y en eso te encuentres tú. No solo físicamente, si no en todo lo que incluye tus virtudes y defectos. Porque, maldita sea Anne, te amo con todo mi puto ser. Y no me arrepiento de eso.

Anne estaba perpleja. La persona que tanto la había molestado en su cabeza, finalmente había dicho las palabras que tanto quería escuchar. Pero ella no se lo podía permitir. Simplemente, no se sentía lista para esto.

—Gilbert, yo... te amo, te amo y te lo diría hasta el final del mundo. Desearía poder vivir contigo y levantarme junto a ti cada día a mi lado. Pero, es imposible. Esto simplemente no puede pasar.—dice soltando unas lágrimas.
—Pero yo te amo, y tu me amás, ¿por qué no podemos estar juntos?—pregunta él, también con lágrimas en sus mejillas.
—Porqué somos demasiado diferentes. Te mereces a una persona que no te dañe. Que te quiera tanto como yo, pero que no sea oscura. Que te de el brillo que tienes, pero que necesitas. Porque no puedo darte ese brillo, Gilbert, y me odio cada día por ello.
—Me importa una mierda lo que digas. Se que eres mi destino y te amaré con toda mi vida hasta que la muerte nos separe. Me importa una mierda, que pienses que no tienes tienes ese toque. Por tú tienes todo lo que quiero y necesito. Tú eres mi chica. Y así te quiero.
—¿Me quieres aún que, todo en mí sea malo?—dice mirándolo a los ojos.
—Te quiero por que todo en ti para mí es perfecto, Anne.

Anne no se pudo contener ni un segundo más. No podía esperar a besar esos labios que tanto había deseado. Con los que había estado noches soñando. Con sus rulos, sus ojos, su sonrisa.

Ambos se unieron en un beso, lleno de deseo, amor, y pasión. Los dos se sentían en el mismísimo paraíso, tocando los labios de su amor por primera vez. Gilbert pasó sus brazos por la cintura de Anne, mientras que ella pasaba los suyos por su cuello, y rozaba sus manos con los bellos rulos del pelinegro. Este sintió el amargo sabor a cigarrillo en sus labios, que sin embargo, se convirtieron en un sabor agridulce. La muchacha sintió ese sabor de miel, mezclado con olor a margaritas. El alma de Anne, en ese momento, se volvió más clara. Y la de Gilbert, más brillante que nunca.

Después de separarse, maldiciendo al aire que les daba vida, se miraron a los ojos con un profundo amor.

—Me haces la persona más feliz del mundo.
—Y tú sacas lo mejor de mí.—dice ella, sonriendo.
—Sabes que tienes la sonrisa más hermosa del mundo, ¿no?
—Estoy cambiando mi parecer sobre los cumplidos.—suelta ella, riendo. Ambos se quedan mirando por unos segundos. Gilbert le ofrece su mano, la cual ella toma fuertemente.
—¿Que le parece si la invito a un café?
—¿Es una cita?
—Déjame pensarlo.—dice con un gesto pensativo. —Tú dirías qué no, pero...
—Sólo digo que si porque eres tú.—Ambos ríen y se dirigen a la cafetería de Diana.

Los pocos cigarrillos de Anne, quedan ahí, mientras una ráfaga típica de la época los tira de su lugar, mientras caen en uno de los tristes, pero hermosos árboles que caracterizan el otoño.

La belleza se puede encontrar en los lugares más oscuros y tristes, si se quiere.

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Holis!!!

Les dejo este one shot qué si o sí tenía que hacer, más en este mes.

Siento que fue demasiado poético, pero me gustó.

En fin, see ya🤪