𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 1

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Le era imposible despegar la mirada, se había perdido en aquella suave y encantadora melodía, cada nota saliente de los instrumentos estaban perfectamente armonizadas, pero eso no era lo que cautiva su corazón, era aquella joven que bailaba con dulzura sobre el escenario, poco le interesó el público que observaba con atención, en ese momento sólo estaba ella; aquella chica sonreía de una manera que lo enamoraba cada vez un poco mas, ¿cuál seria la razón de tan resplandeciente sonrisa?

La música se detuvo y con ella el danzar de la joven de cabellos negros, los aplausos y alabanzas se hicieron presentes, algunas gotas de sudor resbalaron por su rostro en muestra de el esfuerzo, tocar y pensar al mismo tiempo no era la mejor de las ideas, ¿qué podía hacer? Estaba enamorado y tenía la intensión de hacérselo saber a su amada.

En el Bounty suelen despertar de una manera muy perezosa, siempre discutiendo por quién haría el desayuno, esa mañana fue una excepción, Jay fue el primero en llegar a la cocina atraído por el aroma de la mantequilla siendo mezclada por más dulces ingredientes.

Encontró a Cole dándole vuelta a la masa de hot cakes, si estabas pensando que se trataba de un fantástico sueño donde a Cole le quedaba bien el desayuno... no, no era un sueño. El maestro de la tierra dirigió su mirada hacia el somnoliento recién llegado, sonrío como no solía hacerlo desde hace un tiempo, siendo exactos, desde que volvió a ser humano, dejar atrás su vida de fantasma y volver a empalagarse con pastel de chocolate le ponía más que feliz.

— Jay, pensé que serías el último en despertar —. Bueno, el castaño también creyó eso, pero tenía más hambre que pereza. — Vamos, toma asiento — el azabache le atendió cual camarero en un lujoso restaurante al acomodar la mesa y recorrer la silla para que se sentara.
Jay sonreía aliviado, le gustaba verlo de tan buen humor, merecía esa felicidad, cuando era fantasma pendía de un hilo entre la vida y la muerte, una pequeña gota de agua habría sido su perdición, sólo imaginarlo le causaba escalofríos. En fin, esa no era razón para dejarle todo el trabajo, se levantó de la silla para ir a su lado, por supuesto Cole notó aquello.

— Deja que te ayude — sonrío el ninja del rayo tomando la masa y comenzando a batirlo, pero le detuvo la pálida mano de Cole.

— N-no — rápido desvió la mirada y aclaró la garganta. — No te preocupes Jay, puedo hacerlo solo — sonrío mientras trataba de quitarle el recipiente, el castaño hizo fuerza para evitarlo.

— No puedo dejar que hagas todo tú solo — ríe juguetón al hacer más fuerza y al parecer esto provocó que Cole también aumentará su agarre. — Vamos Cole, no seas necio —. Y siguieron así forcejeando, aunque la victoria era evidente, el ninja de la tierra poseía mucha más fuerza, lo que provocó que el castaño soltará el recipiente, la masa por inersia cayó sobre el contrario.

Jay llevó sus dos manos a la boca avergonzado. — ¡Oh, por Dios, perdón Cole, no era mi intención hacerte ca-... Antes de poder terminar su rostro ya era cubierto por una parte de la masa derramaba, se limpió los ojos encontrándose con Cole riendo a carcajadas, comenzó a reía de igual manera, cosa que no le impidió tomar un puño de harina y lanzarlo en la cabellera del otro dejándolo espolvoreado.
Cole frunció el entrecejo, pero volvió con su risa burlona lanzandole la masa preparada a la ropa de su amigo, no sé bien como la cocina se había hecho un total desastre, había harina, leche y huevos quebrados por todos lados, tampoco se enteraron de cuando es que Cole había terminado enzima de Jay  embarrándole mantequilla en la cara, claro que éste no se dejaba del todo, pataleaba y daba manotazos tratando de que el azabache no cumpliera su cometido. Jay reía a carcajadas, cerró sus ojos cansado, ya había dejado de defenderse no podría con tal fuerza, era hora de rendirse y pedir tregua, por su parte, la risa de Cole se esfumó al percatarse de la posición en la que se encontraban, ciertamente no le incomodaba, pero tenía una imagen demasiado adorable de Jay, los colores se le vinieron a la cara.

𝑀𝑢𝑟𝑑𝑒𝑟 𝑀𝑒𝑙𝑜𝑑𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora