Había pasado ya tiempo desde que no sabían nada de Sunner, había agradecido al universo de que ya no le hubiesen contactado, los días se volvían pacíficos sin sus constantes acosos, claro que no dejaban el entrenamiento, pero salían más que de costumbre a varios lugares, incluso podría decir que habían ido a visitar varios continentes, pero siempre regresaban a Ninjago tarde o temprano.
Su teléfono comenzó a sonar, contestó la llamada de un número no registrado.
- ¿Diga? -
- Hola, buenos días, ¿estoy hablando con el señor Cole? - maldijo en sus adentros al saber de quien era esa voz, estaba tentado a colgar o decir "no, no, es Carlos Santana" pero era estúpido. Resignado, contestó nuevamente.
- Sí... soy yo - escuchó un suspiro de alivio del otro lado de la línea.
- Por fin te encuentro - del otro lado de la línea, se escuchaba la ronca voz con un risa divertida. - Necesito hablar contigo, pero - al parecer se había movido, porque no escuchó su voz por unos instantes. - Necesito que vengas solo -
- ¿Por qué? - habló irritado, Sunner cada vez le agradaba menos, a tal punto de verlo más como un tipo bastante solo quería divertirse de la forma más grotesca que podría existír. Eran sólo sus teorías, pero enserio que no podía pensar otra cosa de él.
- No quiero hacer un embrollo trayendo a todos los ninja aquí, además -comenzó a susurrar. - Tú eres en el único en el que puedo confiar - puso los ojos en blanco, era una tontería, pero aún así, sabía que no debía de alertar a los demás ninjas, la última vez que los llamó, la "emergencia" fue su diculpa por ser un completo imbécil, quién sabe, tal vez esta ocasión cuando llegue a verlo se encuentre con un pastel gigante del cual saldría Sunner con un traje de payaso diciéndole "felicidades, eres gay".Negó con la cabeza mientras dejaba lo que sea que haya imaginando, de mientras Sunner hablaba.
- Bien... - si es la única manera en la que se podía deshacer del cuarentón, que así sea. Deseaba con todas sus fuerzas que enserio fuese así, y si llegara a suceder, haría una fiesta en honor a no volver a verlo. - ¿Dónde lo veo? -
- Te enviaré la dirección a tú celular, no es muy confiable decirlo al aire -cortó la llamada rápido. Cole no sintió ni el más mínimo ápice de duda por todo el embrollo que estaba haciendo el mayor, es más, pensaba que era un pésimo actor. Su celular vibró y ahí estaba la ubicación.
El universo lo odia...Se puso una sudadera sencilla de color negro y salió sin que nadie lo viera, al parecer estaban muy ocupados llendo de un lado a otro ¿Ahora que tenían en mente?
Por ahora eso era lo que menos importaba, lo mejor es que ni se enteraran de que había salido, hacía las cosas mucho más fáciles para todos. Llegó después de media hora de camino, pues, como dijo Sunner, no quería ser tan llamativo, igual tenía que taparse el rostro, no faltaban los fans que querían una foto con él o un autógrafo. No le mal entiendan, le encantaba ser amable con sus fans, pero en el mismo porcentaje, sabía que debía tener cuidado, por dos razones. La primera, porque algunos fans se vuelven bastante intensos y la segunda, porque estaba ahí para no llamar la atención, en un trabajo dentro de lo que podría decirse "privado".
Era divertido de vez en cuando convivir con sus fans, pero solía estresarse en cuanto la violencia surgía. Algunas de esas veces en las que solía caminar, algunas chicas y pocas veces chicos le gritaban algo así como "¡Sé que el Jole es real!"... Aún tenia que investigar que era eso del Jole, era mera curiosidad.
Al abrir la puerta, una pequeña campana avisó sobre su llegada, varias miradas se posaron en él, mayormente de los empleados, siguió caminando hasta observar al singular hombre de traje sentado en una de las mesas arrinconadas, caminó despacio y se sentó de frente a él, Sunner jugaba con la cuchara dentro del café.
- Gracias por aceptar mi invitación - sonrió leve el ensombrerado viéndolo de frente, Cole no estaba tan contento.
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𝑀𝑢𝑟𝑑𝑒𝑟 𝑀𝑒𝑙𝑜𝑑𝑦
Fiksi PenggemarExisten, entre las cosas más peligrosas, armas que no tienen filo, que no explotan, armas que pueden ser tan inocentes que, algunos dirían que eso no podría matarte. Pero el mundo está equivocado, no saben qué a veces en las cosas más sencillas pued...