𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 7

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Acomodaba su moño, quitaba las pelusas que veía en sus mangas, todo tenía que salir perfecto esa noche.
Había un evento en Ninjago, uno donde podía recuperar la fama de aquellos antiguos años de gloria.
No estaba de más decir que, aquel evento era de artistas grandes, donde codeaban con personas de alta clase e hipocresía rebosando por todos lados.

Se miró de nuevo al espejo, tal vez el día de hoy no tendría que usar su sombrero, se lo quitó y peinó el azabache cabello hacia atrás, dio unos cuantos pasos llegando a un estante con varios perfumes.

Paseó su mano en el aire pasando por cada uno de los frascos de diferentes colores y formas, se detuvo en uno de cristal transparente con figura rectangular, la tomó en manos para dedicarse a esparcirlo por su traje.

Sonrío de nuevo, esa noche sería una pieza clave en su plan.

Abrió la puerta dejando ver el elegante traje, aún más de lo que lograba llevar cada día, irradiaba alegría.

Eso no significaba que fuese algo bueno.

Entró en la limusina con paso calmado, le dio la dirección al joven que conducía aquel automóvil.
Su contrincante debería estar ahí, siempre asistía, dudaba que esta vez se lo perdiera.

Y su hijo también debe estar ahí...

Las luces de la ciudad lograban filtrarse por las ventanillas del auto negro lustroso, mantenía la vista fija afuera, observaba las grandes pantallas de aquel exterior con los nuevos artistas.

Hizo una mueca de disgusto.

¿Qué tenían de bueno esos tipos?

Tal vez la tendencia de los jóvenes que no tenían buen gusto, más con esos artistas con letras de canciones degradantes para cualquier ser humano... en especial para las mujeres.
Se encogió de hombros.
La buena música jamás desaparecerá, pronto se vería en esas pantallas, rebosando de felicidad por recuperar lo robado hace tanto tiempo, reírse en la cara de esos tipos que decían que no podría lograr volver a la cima.

El auto se detuvo lento, Sunner esperó a que el chofer abriera la puerta para salir, al pasar eso observó con detalle el gran monumento frente a el, un salón sólo dedicado a aquel evento, muy grande, se podría decir que era la mitad de una cuadra.

Varios artistas llegaban a la gran entrada con ambas largas y pesadas puertas de madera abiertas, mujeres con vestidos elegantes y hombres de fina estampa.

Llevó una de sus manos a los bolsillos de arriba de su camisa, sacó un cigarrillo, mientras que de la otra sacaba un encendedor y se lo llevó a la boca, dejando en su camino una línea fina de humo.
[...]

— ¿Cole? — Jay llamó a aquel azabache desde la camioneta donde habían venido.
— ¿Sucede algo? —

El mencionado se encontraba sentando en las escaleras de concreto, con las manos cruzadas, el viento era poco, pero gélido; volvió a llamarlo con preocupación.

— Hice algo terrible Jay — respondió con voz quebrada. — y ni siquiera sé por qué — volteó a ver a su amigo con lágrimas llenando las pálidas mejillas.

Quería saludar a su padre con un muy reconfortante abrazo esa misma noche, pero él ni se dignó en verlo, cuando por fin tuvo una insignificante parte de atención, le habló de su último encuentro.

No lo recordaba, hasta que forzó a su mente en saber de que hablaba su padre, dijo cosas terribles, sabía que no tenía el control de lo que hizo o dijo aquel día, aún así se sentía mal.

— ¿Puedo ayudar en algo? — cuestionó preocupado el ninja azul pasando una mano por el hombro de su amigo, el cual solamente se dedicó a reír con tristeza.
— Lo dudo Jay — respondió melancólico.
— No se por qué le dije tantas cosas malas a mi papá, y-yo no... no quería decir eso... ¡Estoy orgulloso de lo que es! — se llevó las manos a los ojos, secándolos una y otra vez dejando el camino limpio a más lágrimas.
— Soy horrible... — sollozo en silencio durante un rato, luego sintió un abrazo, cosa que le sorprendió.

𝑀𝑢𝑟𝑑𝑒𝑟 𝑀𝑒𝑙𝑜𝑑𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora