5. Capítulo - Reencuentros un poco raros

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Reencuentros un poco raros

Al final puede que si me vaya a gustar esto de quedarme la casa para mi sola, tengo el televisor para mi y puedo ver maratones de teen wolf sin ser molestada por el quejica de mi hermanos suplicando como un niño pequeño que cambie el canal de la MTV por alguno donde estén transmitiendo un buen partido de fútbol, aun que siendo sincera la compañía de Ethan no tiene precio a pesar de sus constantes perreras de niño enano.

Al menos ya llega hoy, o bueno para ser exactos entrara por la puerta en....

3...

2...

1...

- ¡Ya estoy aquí hermanita! - grita desde la puerta principal, no, no es que haya desarrollado poderes mentales, más bien he escuchado el motor del coche de James al aparcar en la puerta.

- !Ethan¡ - salgo disparada a recibirle como la gran hermana que soy pero algo me frena. Paro en medio de mi carrera hacia los brazos de mi hermano y me quedo con las ganas de un buen abrazo.

En la puerta también están el resto de cerdos, Aaron y James, ambos penetrándome con sus intensas miradas y sus perfectas sonrisas mientras que yo intento descifrar si detrás de ellas hay algo oculto. Ninguna de las despedidas de los dos podían borrarse de mi mente y sus miradas no me ayudaban mucho para saber que pensar.

¿Les habrá dicho Ethan algo sobre sus suposiciones? Quizás simplemente quería intimidarme. Aaron por un lado quería provocar corrientes de electricidad a través de mi cuerpo para probarse a si mismo lo genial que era mientras que James intentaba descifrarme a mi.

- Sis ya suéltame, se que soy irresistible pero me estas asfixiando sis - dice el y yo le suelto automáticamente. ¿En qué momento había comenzado a abrazar a Ethan?

- Deja tu maldito ego de lado Ethan - Dice James por detrás apartando a Ethan de mi para ocupar su lugar - Buenas preciosa - saluda alzándome del suelo como de costumbre - ¿ Me echabas de menos? - pregunta aun abrazado a mi pero antes de poder contestar Aaron me hecha un vistazo.

- Mmmh, te dejo con el beneficio de la duda - me suelto de su agarre y me quedo mirando fijamente a Aaron sin decir absolutamente nada. Una vez nos encontramos en medio de una guerra de miradas sin significado aparente. Nada tiene sentido con el, no hay un principio y un objetivo, hay un ahora.

El esta parado en su sitio, yo en el mío, en medio de una guerra que nunca tendrá un ganador. En medio de una guerra de la que probablemente saldrá hecha trizas. Esa es la versión más pesimista de los hechas, pero con los años he aprendido a no ilusionarme con nada de lo que pasa o pueda pasar. Las cosas cambian cuando menos te lo esperas y el viento no siempre esta a tu favor.

- Buenos días Liz - Dice el dando un paso al césped quedándose mas pegado a mi. Aaron es el primero en ceder de los dos, algo que me pilla totalmente desprevenida. ¿Y si decía en serio lo del otro día? ¿Que pasa si no era una broma?

- Es Lizzy - gruño yo para poder corregir su falta. En cuanto me doy cuenta de que me ha cambiado una vez más el nombre mi cerebro se activa y enfurece, obvio que sabe como me llama solo que no está dispuesto a probarlo.

- Lo sé - una sonrisa picara aparece en su cara recordándome al icono pervertido del Whatsapp - Pero adoro molestarte - una vez mas da un paso hacia delante quedándose a escasos centímetros de mi cuerpo. Esta tan cerca de mi que hasta soy capaz de sentir el calor que desprende el adonis... Digo el cerdo, el calor que desprende el cerdo.

- ¿Tenéis planeado quedaros ahí durante mucho tiempo? - pregunta James desde el otro extremo del pasillo. El que faltaba.

- !Lizzy¡ - grita mi hermano desde la otra punta de la casa - ¡Ven aquí ahora! - ¿Que es lo que he hecho mal Dios mío? Los cielos se están cayendo y la tierra se abre bajo mis pies.

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