5 días antes.
03:27
Abrió los ojos de repente, formando en su rostro una mueca de sorpresa. Se sentó en la cama mirando fijamente a algún punto del suelo, tratando de tranquilizar su respiración. Se secó el sudor de su frente y cerró los ojos ya más calmado. Por un momento se planteó la posibilidad de volver a dormir, mas sabía que no le sería posible; no era la primera vez que le pasaba.
Se levantó y se dirigió tranquilamente al baño, no había prisa. Se lavó la cara y se observó al espejo: su pelo color lavanda lucía un poco enredado y sus ojos verdes estaban marcados por unas leves ojeras. Vestía un sencillo camisón blanco de manga larga que le llegaba hasta las rodillas. Sus pies descalzos pisaban el frío suelo de la casa del Carnero Blanco, pero no le importaba; estaba acostumbrado.
Salió del baño y se dirigió al salón del templo. Se colocó en el centro de un rosetón que había esculpido en el suelo y cerró los ojos. Segundos después ya estaba en casa de la Virgen. En tiempos de guerra, solo se podía llegar a una casa concreta cruzando antes por las casas anteriores, pero la paz había llegado al Santuario y Atenea había retirado esa norma, permitiéndole así hacer uso de su telequinesis. Ahora se encontraba en una sala no muy diferente y escasamente iluminada, mas no le hacía falta luz para encontrar el camino; no era la primera vez que iba.
Al final de la sala se encontraba un individuo de pelo largo y rubio. Tenía los ojos cerrados y parecía estar muy concentrado en algo. Vestía una túnica de manga larga color naranja apagado con símbolos budistas y encima una toga simple blanca. El pelilila se acercó y se sentó al lado del rubio sin mediar palabra; no hacían falta, él ya sabía que estaba allí.
- ¿Otra vez? - Preguntó este.
- Otra vez.
Tras varios segundos en silencio el rubio volvió a hablar.
- ¿La misma?
- Exactamente igual. - Respondió el pelilila.
El silencio se hizo de nuevo en la sala.
Los dos meditaban en silencio, sin romper la tranquilidad del ambiente con palabras vacías.
Para ambos, el concepto de intimidad era un poco diferente al que tenían el resto de la gente.
Para ambos, el concepto de intimidad era simplemente pasar el tiempo a solas, sin necesidad de decir nada; el silencio hablaba por sí solo.
Pasaron un largo tiempo así, meditando, disfrutando silenciosamente de la compañía mutua. Pasado ese tiempo el rubio giró su rostro en dirección al pelilila y abrió los ojos. En ese mismo momento, el otro joven dió un pequeño rebote, sobresaltado por el incremento de la energía cósmica de su compañero. Este se le acercó y le atrajo para sí, sorprendiendo aún más al pelilila: esa la primera vez que el rubio le daba señas tan claras de cariño.
- Desahógate, Mü - Le susurro al oído - , sabes que lo necesitas.
Las lágrimas comenzaron a brotar descontroladamente, explotando así el nudo que el joven había mantenido en su garganta por tanto tiempo.
- Shaka...
- Shhh... - Le cayó el rubio poniéndole un dedo en los labios, unos labios que soñaba con besar algún día pero aún no se había atrevido ni a rozar.
Y así, abrazados, Mü y Shaka cayeron en las manos de Morfeo.
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DIFERENTEֆ {Saint Seiya} (Mü x Shaka) (Yaoi)
Hayran KurguES UN FANFIC Tras un accidentado entrenamiento y varios incidentes, Mü pierde el control sobre su cosmos, lo que casi le cuesta su puesto como Caballero de Atenea. Para evitar su futuro inminente, deberá enfrentarse a sí mismo, a sus miedo y también...