Capítulo 7 ''Volvemos a vernos, querida amiga''

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Después del extraño y emotivo encuentro, fui a reunirme con el dueño de la casa.

- ¿Señor Martínez?- le dije al anciano sentado en el banco de la casa.

- ¿Tu eres la muchacha que quiere comprar la casa?

- Así es. ¿Tiene los papeles? Me ha convencido al 100%. Es tan bonita... Se parece a mi antigua casa.

- Me alegro que le guste. - dijo con una sonrisa. -Tengo aquí los papeles ¿Quiere firmarlos hoy u otro día?

- Hoy estaría genial, gracias-dije quitándole los papeles y el boli que me tendía. 

Empecé a leer y firmar cada uno de los papeles con cuidado de que nada estuviera fuera de lo normal.

- Ya he firmado todo, ¿tengo que hacer algo más?- pregunté.

- No hace falta. Aquí tiene las llaves de la casa. La casa ya viene amueblada, así que no te hará falta comprar ningún mueble si usted no quiere. - me explicó- El seguro tendrá que contratarlo a parte, ¿de acuerdo?

- Si, muchas gracias.

Una vez que el señor Martínez se fue, me quedé parada en frente del portal, mirando mi casa desde hace menos de unas horas. 

Cogí la llave de la casa y la metí en la cerradura. Empujando poco a poco puede abrir la puerta, pude ver el magnífico interior que era tan hermoso como el exterior.  Las paredes blancas, el suelo de madera y una pequeña chimenea decoraba el salón de esta. 

Subí despacio las escaleras, admirando cada unos de los peldaños de piedra y la barandilla de hierro. Estaba tan emocionada... Mi primera casa. Este sería mi hogar durante al menos un tiempo. Tenía que decir, que estaba muy feliz de que, por primera vez en mi vida, sentía alegría por todo mi cuerpo. Después de todos estos años... por fin considero que algo es realmente mío. 

Ya visitado todos los rincones de la casa, entré en la última habitación que me quedaba por explorar. Era espaciosa. Tenía un gran balcón, curiosa por las vistas que tenía, abrí las ventanas de este y salí. Mis esperanzas se fueron al traste. No tenía vistas buenas, tan solo daba a la casa que tenía en frente.

Espera un momento.... Fijé mi mirada en el balcón de delante. No podía ser. Si es que no tengo ni un maldito respiro. Al final los problemas van a ser mi única compañía hasta que me muera. 

Primero en el colegio, después en el gimnasio y ahora aquí. ¿Es una especie de broma por parte del destino?, porque si es así, le pido amablemente al Señor Destino que se meta sus predestinaciones por el culo y me deje vivir de una vez. Aunque pensándolo mejor, que me joda la vida, a ver si me matan de una vez.

Al ver que el dueño de mi problema numero un millón, se acercaba al balcón, me metí dentro de casa y me escondí justo al lado del balcón, donde no pudiera verme. 

- ¿¡Ashley!?

No jodas tío. ¿Es en serio? ¿Por qué nunca tengo suerte?

- Ash, te he visto la cara. Sal de ahí.

Si es que ni siquiera valgo para esconderme sin que me vean la cara.

- ¿Qué quieres, Mathew?- dije  mientras salía de mi ''escondite''

- Así que si que eres tú...

Enarqué una ceja.

- ¿No sabías que era yo?- pregunté.

- La verdad es que no estaba seguro, así que grité tu nombre para ver si contestabas y contestaste- que astuto el niño este.- De todos modos ¿qué haces aquí?¿Has comprado la casa de el señor Martínez?- preguntó curioso.

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