Capítulo 5 Halcón negro

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Saqué corriendo el agua oxigenada, gasas, la aguja y el hilo. Con toda la delicadeza que pude me puse agua oxigenada, pero no pude evitar un pequeño quejido que rápidamente acallé ya que oí como el breve chirrido de la puerta, haciéndome saber que alguien había entrado al baño.

- ¿Ashley? ¿Estás aquí? ¿Estás bien?- dijo la voz de Mathew. 

No contesté. No quería ni debía darle ningún tipo de explicación.

- Sé que estas aquí, Ashley. Veo tus pies.

- ¿Entonces para qué preguntas, si ya sabes que estoy aquí?- le gruñí.

- ¿Estas bien?- dijo ignorando mi tono de voz.

- Si, estoy bien. No sé a qué viene tanta preocupación.

- Ash, te vi salir corriendo del comedor con la camiseta manchada de sangre. No me digas que eso no es motivo suficiente para preocuparse.

- Primero, no me llames Ash. Es asqueroso. Segundo, lo que tenía en la camiseta no era sangre era la tinta de un simple boli. Se ha explotado justo cuando me he chocado con la pija esa. Y tercero, vete de aquí, maleducado. Es el baño de chicas.

- No pienso irme hasta que vea que estas bien.

- Serás imbécil. Márchate ya de aquí si no quieres que salga de aquí y te haga salir a palazos.

- ¿tienes un palo?

- Eres tonto o ¿qué te pasa?- le reproché.

- Bien, bien. Me iré- cedió- Pero no hasta que te vea.

- Bueno pues quédate un rato más ahí, porque no pienso salir solo porque tu me lo digas. 

- Pues entonces vamos a estar aquí un buen rato.

- Puedes dejar de molestar y marcharte, por favor. Solo estorbas y quiero hacer mis necesidades en paz sin que nadie me oiga tras la puerta.

- Oh- por su tono de voz supe que lo había hecho sentir incomodo. Era cuestión de segundos que cediera y se fuera- Está bien. Te espero afuera mientras terminas.

- No hace falta que me esperes, tardaré bastante en salir, voy a intentar quitar la mancha de tinta de mi camiseta y de comida.

- Está bien... Pues nos vemos mañana.- y salió del baño.

Me encanta tener la razón.

Justo cuando oí el ruido de la puerta cerrarse cogí la aguja y el hilo y empecé los puntos que se me habían roto. Una vez terminada la faena, saqué una gasa de la mochila y con la mayor delicadeza que me salió, en otras palabras, ninguna, me la puse encima de la herida y la sujete con esparadrapo. Levanté el corsé del suelo, lo acomodé alrededor de mi cuerpo y salí del baño.

(...)

Llegué al hotel una hora después del desastre del comedor.

- Dios, estoy llena de porquería,-dije una vez ya en la habitación mientras me miraba al espejo.

Agarré mis cosas y empecé a limpiar con lejía toda la habitación. toda precaución es poca.

Ya limpia toda la habitación, salí en busca de mi nuevo trabajo.

Cuando llegué a la tienda de instrumentos... Sé que no suena muy alentador. Una tienda de instrumentos no lleva a nada, pero sorprende la cantidad de dinero que puedes ganar en un día cantando en la calle o en cualquier bar.

Agaché la cabeza para que las cámaras no pudieran verme la cara. Caminé lentamente a la sección de guitarras, para que minutos después ya tener la vista en la mejor guitarra. Calculé el tiempo que me costaría salir de la tienda y las personas que me impedirían salir de ella. Los pros y los contras. Hasta el infinitas posibilidades que se hacían presentes a la hora de huir. Y el numero de pros superaba a los contras. Miré detenidamente a mi alrededor, encontrando a un hombre rondando los 50 con unos 80 kg aprox. No tenía físico atlético pero si nos ponemos en plan agresivos me podría tirar si le pusiera empeño.  A parte del de mostrador, había dos personas más, una mujer que seguramentese quedaría mirando la escena como una estúpida, y un chaval de 17 años, tenía el cuerpo bastante atlético, brazos bastante musculosos, era guapo la verdad, pero vestía de una forma en que todos estos detalles no se le notaran... espera un segundo. 

Demasiados SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora