Dylan es un chico de 19 años con padres recién divorciados y una hermana menor.
Él ha sufrido Bullying desde pequeño y a causa de eso, su personalidad es reservada.
El destino hace que el y su padre se tengan que mudar a otro estado, donde seria un...
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Jeremy
Dylan me conducía con su agarre a mis caderas por las escaleras.
Algunas veces tropezábamos, nos reíamos, pero aun así logramos llegar a nuestro objetivo.
Cuando abrí la puerta de mi habitación Dylan empezó a quitarme mi camisa.
Parecía nervioso, pero claro, era la primera vez que hacia esto.
De los besos intensos pasamos a los cariñosos, ya no eran solo besos.
Mi recamara estaba iluminada por una pecera con iluminación que tenía, dentro nadaban una pequeña variedad de peces, pequeños y grandes, de muchos colores, era una de mis pertenencias más preciadas...pues claro, antes le pertenecía a mi hermano.
Me senté en la orilla de la cama con Dylan encima.
Lentamente empecé a quitar su camisa. Mis manos empezaron a tocar su espalda, subí lentamente...hasta que me percate algo.
-¿Que es...-.
No pude terminar.
Rápidamente Dylan se separó violentamente, retrocedió con su camisa en la mano hasta llegar a la pared.
Me quede donde estaba, no sabía que sucedía, y solamente me quede incrédulo viéndolo.
-¿Dylan...?-.
Lo que había pasado fue que al momento de tocar su espalda sentí como si tocara la corteza de un árbol, pero suave, no sé cómo, pero no estaba bien.
Me levante y encendí la luz al escucharlo llorar.
-¿Dylan que ocurre?-.
-Ahora lo sabes...sabes que soy un monstruo-.
No sabía de lo que hablaba, pero por como lo decía no era agradable.
-¿Qué tienes en la espalda?-.
Pregunte al volverme a sentar en la cama.
-No-.Respondió tratando de taparse con la camisa.
-Dylan...por favor-.
Suplique un rato hasta que accedió.
-Bien, pero lo lamentaras- No paraba de temblar.
Se levantó del suelo, camino hacia mí, se sentó en el borde de la cama y se dio la vuelta.
Lleve mis dos manos a mi boca no solo por asombro, si no para evitar hacer un ruido extraño.
Lo que tenía era algo espantoso. La mayor parte de su espalda estaba llena de cicatrices, pero no leves, más bien grandes y sobretodo profundas. En algunas partes la carne estaba desfigurada, parecía como si algo o alguien lo hubiera provocado... y eso era lo que me temía.
