Capitulo 18

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BENJAMÍN

El humo entraba con una sensación de calma hacía mis pulmones. Un pequeño sentimiento de culpa por hacer mal a mis pulmones, una punzada por perder al mi chico. El sonido de la llamada, a través de mis oídos, me preocupaba, pero al escuchar su voz, todo se calmó.

- ¿Benjamín? – preguntó mi hermano, desde la otra línea. Yo tomé asiento en medio de un parque, donde había bajado del taxi, y decidí caminar.
-Francesco- contesté, mientras soltaba el humo de mis pulmones.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó él, mientras yo soltaba una pequeña risa de sarcasmo.
-No- respondí. -Te necesito.
-Estoy en camino- respondió él.

La llamada terminó.

MATT

El sonido del reloj me ponía mucho más nervioso. Odiaba los hospitales, el aroma, y el ambiente de estos están cargados de tristeza, y preocupación. Miré alrededor de mi cuerpo, habrá pasado dos minutos desde que desperté. Me levanté de la cama donde estaba reposando, y salí a buscar a mama. Al principio, mi paso era lento, pero al recordar el hecho ocurrido hace unas horas, hacía que me apresurara, casi corriendo por el pasillo del hospital.

-Necesito ayuda- dije al llegar a recepción. Casi caigo al piso por la velocidad en la que iba. - ¿Dónde está mi madre?
-Usted no debería estar aquí- respondió la enfermera, quien me miraba un poco desesperada.
-Por favor- casi rogué -Necesito verla, es mi madre- lo último jale con dolor entre mi voz. Y al parecer ella lo sintió.
-204- respondió, y me dio la espalda.

Asentí, y corrí por los pasillos otra vez.

"-No importa a quien ames- la escuché susurrar mientras acariciaba mi cabello, ella pensaba que dormía. -Eres mi hijo y te amo tal y como eres".

"- ¡Madre! – le grité, ella empezó a reír - ¡Deja de mostrar mis fotos de niño! - ella me miró molestas.
-Sales muy lindo".

Volteé la esquina, y llegué a la habitación. Cerré mis ojos, necesitaba un poco de valor para poder entrar al cuarto donde estaba ella.

"-Te amo, ¿Sabes? - mi madre solo me abrazo. -Yo más pequeño- dijo besándome la frente."

"-A veces eres tan jodida- le reclame. -Pues esta madre jodida quiere que estudies- dijo ella mientras me apagaba el computador"

"- ¡Matt! - gritó ella - ¡Arregla tu cuarto! - me reclamó. -Termino de lavar los platos y lo hago- dije -Menospaúsica- susurré. -Te escuché- respondió ella riendo"

El sonido de la puerta al abrirse, dejo que todo el aire frio entrara como bala en mi cuerpo. Desprotegido, así me sentía. Totalmente solo. Miré de lejos el cuerpo de mi madre. Cerré los ojos, pero casi al instante las lágrimas salieron sin necesidad de llamarlas. Mi rostro estaba húmedo, mi corazón estaba destrozado.

Caminé lento hacia su cuerpo. Un cuerpo totalmente blanco, y frio como la nieve. Sus ojos cerrados, y su cabello totalmente desordenado, y aun así se veía hermosa. Un pequeño quejido salió de mis labios, uno de tristeza, junto con mis lagrimas cayendo en su cálido rostro.

-Mamá- la llamé, como si ella me escuchará. Con una pequeña esperanza que me gritará por estar encima de ella, o levantándola tan temprano. -Mamita- la volví a llamar.

Mis rodillas empezaron a temblar, y no pude aguantarlo más. Caí con mis brazos alrededor de ella, ocultando mi rostro en estas, y llorando, porque era lo único que podía hacer en ese momento. Llorar, porque me sentía triste, porque me sentía débil, porque me sentía el peor hijo del mundo. Mis lamentos habrán sido tan fuertes para llamar la atención de las personas, o simplemente fue suerte, porque al sentir la mano de alguien en mi hombro, me levanté y abracé sea quien sea, necesitaba estar seguro de que estaba vivo, aunque moría por dentro.

10:00 P.M.

-Deberías comer un poco- dijo la enfermera mientras dejaba la bandeja de comida al costado de mi cama.
-No estoy hambriento- respondí. -Gracias de todas formas.

Ella asintió, mientras me cubría un poco el cuerpo con la manta. Vi que estaba a punto de salir, cuando la detuve.

- ¿Hasta cuándo estaré aquí? – pregunté. -No estoy enfermo.
-No estas enfermo, pero queremos tenerte en observación por un momento- ella sonrió, y apagó la luz. -Saldrás antes de lo que esperas.

No quería llorar más de lo que ya había llorado, pero, demonios, aún tenía ese sentimiento de culpa dentro de mí. Sabía que mi madre se había enterado de su enfermedad mientras yo estaba en la playa, teniendo problemas que no se comparan si quiera. Muy aparte, mi madre solía ser de las personas que veían lo peor de uno, por eso estaba en terapia de autoestima, y aunque no lo crean, todo tiene sentido. Tuve un ataque, se desesperó, y pues esa fue la única solución que le dio. Yo debí estar ahí.

Ay, Matt. Deberías empezar a pensar otras cosas antes de dormir, así probablemente encuentres sueño.

BENJAMÍN

El sabor era irreconocible en este momento. Era la segunda botella de Jack Daniels que compartía con mi hermano, sentados frente a una fogata, en la madrugada, frente a la playa, con una casa rodante atrás de nosotros. Estaba muy ebrio.

-Eso fue todo- termine de contar lo que había pasado en la playa, con Matt. -Él prefirió a sus amigos, y no lo culpo por eso, pero...- solté una risa sarcástica -Realmente pensé que me escogería a mí.
-Estas dolido, Benjamín- me habló mi hermano, -No deberías dejar que eso te consuma.
-No estoy dolido- respondí, -Estoy decepcionado,
-No hiciste muy bien que digamos- respondió él prendiendo un cigarrillo. -Es la tercera vez que me cuenta la misma historia, y tu parte de infidelidad, la adelantas como si fuera una película.
-Ya no tiene importancia- respondí mientras tomaba el whisky.
-Claro que tiene importancia- respondió mi hermano. -Estas enamorado.
-No- respondí casi al instante, como si sus palabras fueran fuego. -Yo no estoy enamorado.
-Claro que lo estas- contraataco él. -Estas borracho frente a la playa, junto a una fogata, con una botella de whisky hablando de como escogió a sus amigos sobre ti- añadió mi hermano botando el humo de sus labios, formando un perfecto aro. -Eres un cliché andante, Benjamín.

No quería admitirlo, pero Francesco tenía mucha razón, y maldita sea, estoy enamorado de Matt Pocket.

MATT

-La muerte forma parte de la vida y es un momento inevitable que llegará a nuestras vidas tarde o temprano, sin embargo, es muy difícil para nosotros aceptar la muerte de un ser querido pues nos invaden muchos sentimientos incluyendo la culpa por no haber compartido más buenos momentos de calidad con esa persona. Debemos comprender que la persona que ha fallecido ha dejado este mundo, pero seguirá presente en nuestra memoria y en nuestros corazones y que además se encuentra en un lugar mejor en el cual podrá descansar en paz y por tal motivo debemos tener ese consuelo que nos hará llevar este difícil momento de la mejor manera- fueron las palabras del sacerdote mientras miraba en ataúd de mi madre.

Miré a todos lados, algunos amigos de ella, otros simples conocidos. Algunos familiares con los que nunca me había hablado, pero igual me dieron el "lo siento" que todo el mundo dice cuando alguien se va.

-Apreciada familia y amistades, sentimos una enorme pena en nuestros corazones debido a la partida de Fernanda, tal vez son pocas las oportunidades en las que nos ponemos a pensar que no estaremos en este mundo para siempre y que en algún momento tendremos que partir, por eso cuando nos deja un ser querido nos invade una gran tristeza porque ya no le volveremos a ver en este mundo sin embargo nos llena de un gran consuelo el saber que la muerte es solo un paso más, que no es el final, que aquella persona se encuentra en otro lugar en donde no hay dolor ni enfermedad, en donde descansa de las preocupaciones de este mundo y que en algún momento también llegará nuestro turno de morir y entonces le veremos de nuevo- terminó el sacerdote mientras el ataúd de mi madre bajaba por unas cuerdas.

Mi cuerpo se llenó de silencio. Tenía mil palabras en la mente que debía decir, pero preferí silenciarlas, y dejarlas para mí y para ella. Tendría más significado si solo era de nosotros.

Y entonces ahí va ella, tan linda como siempre, ella pertenece al cielo con su mirada angelical y su rostro refinado. Mi madre debe estar en el cielo, y espero, muy pronto volver a verla y abrazarla como lo hacía antes.

Luego del entierro, me separé del grupo, y fui directo a una cafetería a pedir un latte. El día estaba frío.

-Gracias- le dije al chico de la cafetería, y tomé asiento en la parte trasera de la cafetería. Vi a lo lejos la puerta abrirse. Roger entró vestido de negro, y miró por todos lados, hasta que me encontró, camino hacia mí, se sentó al frente de mí, y tomó mi mano.

-Tú eres fuerte, Matt- habló él, mientras yo en un intento de sonrisa, solo conseguí una mueca.
-Sé que me estará cuidando- respondí acariciando un poco la mano de Roger, y mirando la mesa. -Ella me ama, y yo la amo más.

BAD CLASSMATE [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora