Capítulo 5

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MATT

Por algo no tiene otro nombre, más que resaca. El dolor de mi cabeza era infernal. Sentía que mis ojos arder de lo hinchados que estaban, había llorado, tal vez no un río, tal vez solo un par de pequeñas lagrimas salieron de mis ojos en mi borrachera. Boté un pequeño sonido de risa corta, sonando sarcástico y tonto por el papelón que hice ayer por la noche.

Mierda, había llorado.

Había pasado tiempo de no haber llorado, tal vez fue una buena decisión, tal vez no. Me tiré en la cama otra vez, sabía que era sábado y no tenía deberes, o una razón para levantarme en ese momento.

Tomé mi celular para hablar con Caitlin, si es que estaba despierta, para poder descubrir el misterio de cómo es que llegué a mi casa ayer por la noche. Al desbloquear mi celular, observe las cantidades innumerables de llamada y mensajes perdidas que tenia de Benjamín.

"Matt ¿dónde estás? – B"

Mis ojos pasaban letra por letra, palabra por palabra, mensaje por mensaje. ¿Qué se creía este tipo? Muy aparte de tener el ego extremadamente alto, piensa que unos mensajes con un poco de sentimiento pueden ablandar a una persona.

"No te veo por ningún lado – B"

"Te estoy viendo, y llamando. Hay demasiada gente, un poco difícil pasar – B"

"¿Puedes dejar de tomar? Estas borracho, para de tomar – B"

"Te perdí de vista otra vez. ¿Dónde estás? – B"

"Espero que estés bien. No te encuentro en ningún lado, supongo que te fuiste. Quiero saber si estas bien – B"

El preocupado. Después de literalmente, usarme. Volví a tirarme en la cama con el teléfono en el pecho. Trataba de mantener la mente en blanco, pero se me hacía imposible. El hecho de ver como Benjamín se había preocupado, tal vez por mensajes, lo hacía diferente, pero, él tenía novia. Mi pecho empezó a vibrar, nunca pongo mi teléfono con sonido, me molesta. Lo tomé con mi mano y vi de quien era la llamada entrante.

Benjamín.

Suspiré, y lo pensé dos veces antes de contestar la llamada. Cerrando los ojos, jalé la tecla verde con el dedo, contestando la llamada.

- ¿Hola? – pregunté a través de la línea. Escuche un pequeño suspiro de alivio al otro lado.
- ¿Cómo estás? – su voz era gruesa. Al parecer estaba enfermo, o cerca de estarlo.
-Con mucha resaca, es muy temprano aún ¿sabes? – pregunté tirando por tercera vez en mi cama esta mañana.
-Sí- respondió él -Lo siento, no podía dormir sin saber cómo estabas.

Volví a hacer ese sonido de sarcasmo que había hecho hace un momento, al parecer él lo escucho.

- ¿No me crees? – preguntó él, un poco sarcástico.
-No- respondí sincero. -Había una chica, se llevaban muy bien ¿cierto?
- ¿Qué chica? – preguntó él.
-No tienes por qué explicarme nada, Benjamín – respondí cansado -Suerte con todo, seguiré durmiendo.

Y colgué la llamada antes de que me contestará, no quería hablar con él, no era el momento. Me dolía la cabeza, y estaba con el aliento y toda la lengua saboreando el ron que me tome ayer. No era un buen momento para discutir. Y al parecer, él lo entendió, porque no volvió a llamar, al menos, me dejo dormir el resto de la mañana.

BENJAMIN

Mierda, mierda, mierda.

No quería admitir que me había equivocado, pero era la verdad. Matt me vio con Rebecca, o al menos vio algo con ella que le dieron señales de que teníamos algo. Me quería sacar el cabello con las manos, pero antes de cometer alguna locura, mi hermano me llamo por la puerta.

-Benja- mi hermano estaba entrando, me lanzo una chaqueta, yo lo miré confundido. -Levántate, debemos hacer entregas ¿recuerdas?

Y aquí vienen los negocios familiares de los que estaba hablando. A parte de no haber dormido nada en toda la noche, por estar pendiente de un niñato, ahora teníamos que ir a cerrar unos negocios con no sé quién.

-Bajo en un segundo- respondí.

Mientras me lavaba los dientes para quitarme el olor a alcohol, pensaba en que tal vez debía explicarle como fueron las cosas ayer a Matt. Así tal vez, él entendería, y solo tal vez, me dejaría follar su culito.

Sonreí un poco idiota mientras bajaba las escaleras casi corriendo, mi hermano me estaba gritando desde la camioneta. Al salir pude ver como estaba Rebecca en la parte de atrás, subida en el auto. Martin estaba en la parte de atrás, justo al lado de ella.

-Rebecca- la llamé, ella me miro. - ¿Qué haces ahí?
-Iré con ustedes- respondió muy segura.
-Esto es peligroso- contesté, mientras me sentaba al lado de mi hermano, en el copiloto. Ella bufó.
-Te pueden matar, y créeme, -hablé seguro -Yo no te cargaré vuelta a casa.

Rebecca salió del auto, cerrando la puerta en golpe, y se metió a la casa. Martin empezó a reí, y Francesco solo suspiró cansado.

-Creo que eres duro con ella- comentó mi hermano mientras estábamos en marcha.
- ¿A qué te refieres? – pregunté mientras me distraía con la vista de la carretera.
-Si no quieres nada con ella, -respondió mi hermano -Deberías terminar, es toxico que estén juntos.
-Apoyo eso- comentó Martin, yo lo miré, con los ojos entrecerrados -Olvida mi comentario.
-Solo digo- continuo mi hermano -Que si no la quieres, la dejes ir.
-Eso haré, Francesco.

Me distraje viendo por la ventana del auto, mientras llegábamos a nuestro destino. Sabía que, al terminar con Rebecca, podía tener una oportunidad con Matt. Pero aún no me sentía listo para algo entre los dos, es muy rápido, y muy pronto. Aunque, ¿Por qué estoy pensando esas cosas? Sé que mi propósito con Matt es solo follar, y eso follar, mucho, todos los días si es posible. Pero él está lleno de cuentos de hadas, y esas cosas, que no son nada mi estilo.

Después de unos minutos en el auto, al fin, mi hermano detuvo el auto. Martin me dio una AK – 47*.

- ¿Para qué es esto? – pregunté a Martin, pero mi hermano contesto.
-Es solo para aparentar, trataremos de no usarlas.

Al entrar dentro del depósito en medio del desierto llamada carretera en California, mi hermano puso un semblante duro, una mirada negra, una mirada de miedo. Había un par de personas ahí, guardando un par de bolsas blancas dentro de una caja. Uno de los señores hizo una señal para que entendieran que estamos ahí.

-No esperaba visitas, Qithe- habló el señor, de espaldas.
-Yo tampoco esperaba verte, Risqué.

El señor pelinegro se puso de pie, y giró para ver a mi hermano, moviendo su cabeza para un lado.

- ¿Por qué tienes juguetes? – preguntó el señor un poco confundido. -Pensé que éramos amigos.
-No somos amigos, Risqué- respondió mi hermano -Nos debes algo, y vengo a cobrarlo.
-Niño, sé lo que te debo- respondió el señor -Y te voy a pagar, tu padre y yo nunca nos dábamos las espaldas.
-Mi padre ya no está.

La mirada de Francesco era dura, sabía que si el señor lo sacaba de quicio, mi hermano podría matarlo, y a la mierda todo, los otros señores también estaban armados, podríamos morir todos aquí.

El señor del medio, quien hablaba con mi hermano, dio una señal a uno de sus trabajadores. Este entro dentro de un pequeño cuarto.

-No tengo todo completo por el momento- habló el señor, regresando a la posición a la que estaba. -Pero te prometo que en seis meses tendrás todo, Qithe. Tengo unos negocios, algo internacionales, te pagaré todo.

- ¿Qué me asegura que me estás diciendo la verdad? – preguntó mi hermano, observando cada movimiento del señor Risque.

El chico que se había metido al pequeño cuarto oscuro salió con una maleta negra y se la entregó al señor. Risqué se levantó y abrió la maleta, mostrando los billetes a mi hermano.

-Tengo un negocio, firmaré con unos chinos un contrato con mi taller de mecánica. Ellos lo harán un toque internacional, así en unos años, tendré taller en todos los estados. Habrá mucho dinero, Francesco, y ustedes -nos señaló -Serán nuestros socios, tal y como tu padre quiso un día.
- ¿Crees que tu taller de autos me importa? – preguntó Francesco pateando un balde de grasa al piso, ensuciando el almacén.
-Habrá un negocio de marihuana, Francesco -habló el señor -No me subestimes.

Francesco disparo. La bala toco la pierna del chico que había entrado a traernos el dinero, vi como el muchacho caía de rodilla. El otro chico estaba a punto de sacar su arma, cuando el señor Risqué lo detuvo con una señal de su mano.

-La próxima bala estará entre tus sesos si no me entregas el dinero completo en seis meses- habló mi hermano poniendo la punta de la metralleta entre los ojos del señor Risqué.

Martín tomó la maleta, y me jalo del brazo, mientras veía como el chico se retorcía de dolor en el piso, mientras nosotros salíamos del almacén.

-No era necesario- comenté dentro del auto. Mi vida estaba en peligro -Pusiste nuestra vida en peligro.
-Sabes en donde estas metido, Benjamín- respondió mi hermano, mientras seguía conduciendo.
-Pude morir ahí dentro- respondí, desesperado.
- ¿Lo hiciste? – preguntó mi hermano, sarcástico, mientras ponía su dedo pulgar entre sus dientes.
-No.
-Entonces no me revientes las pelotas- respondió mi hermano -A parte, quiero quemar ese almacén, con él dentro.
-Basta- respondí sacando un cigarrillo, y poniéndolo en mi boca, estaba desesperado, lo prendí y fumé hasta llegar a casa.

A penas pise el piso de las afuera de mi hogar, haciendo caso omiso a Rebecca, quien estaba en la puerta junto a Selene, tomé mi moto y arranque. Tenía solo un lugar a donde ir, después de casi haber muerto.

MATT

- ¡Matt! – me llamó mi madre desde el pasillo. -Ya tienes que levantarte, hijo.
-Me duele demasiado la cabeza, madre- respondí, poniendo el cubrecama hasta la cabeza.
-Veré si puedo darte un antibiótico cuando regrese, iré a trabajar. Yo asentí dentro de la cama, como si ella me fuera a ver.

Cuando mi madre se retiró de mi cuarto, tome mi celular, y me percate que ya era tarde. Me puse a ver un par de vídeos en YouTube sobre gatitos haciendo el ridículo, como yo en la fiesta de ayer, cuando un sonido extraño me distrajo.
Volteé mi cabeza para poder percibir de donde provenía ese sonido extraño. Entonces vi una pequeña piedra tocar mi ventana. ¿Quién tiraría piedras por mi ventana un sábado en la tarde?

Caminé descalzo hasta llegar a mi venta, el sol casi quema mis ojos, pero igual la abrí, dándome cuenta de que fue muy mala idea.

- ¿Qué haces aquí? – pregunté a la única persona que sería capaz de venir, y no llamar por el timbre de la casa: Benjamín.
-Buenos día para ti también, nena- respondió sarcástico -¿Puedes lanzar tu cabello largo para poder subir?

Rodé los ojos antes de contestar los más obvio del planeta tierra, pero antes de decirle "bajo a abrirte" lo pensé dos veces.

-No eres un príncipe, usa la escalera.

Sí, había una escalera que estaba un poco camuflada con plantas, y terminaba justo en mi ventana. Yo la usaba de más pequeño para escaparme de mi casa, y salir con Caitlin y Max a altas horas de la noche, y nos creíamos detectives, aunque nunca encontrábamos nada, aun es un buen recuerdo, por eso no la saco que ahí.

-Me gusta como estas vestido.

Su voz hizo que se me congelaran las pelotas. Ahí fue cuando me di cuenta de que llevaba un pequeño short, y un polo corto sin mangas. Mi piel, extremadamente larga, se exponía ante un chico, totalmente bronceado y sexy.

Mierda, admití que Benjamín esta sexy.

-Deja de mirarme- casi corrí a mi cama, para poder cubrirme. - ¿A qué viene tu pequeña visita?
-Hubiera sido más romántico que yo te llevará a la cama- respondió él acercándose a mi cama, yo tomé las frazadas en modo defensa.

Al ver como el ojiverde se acercaba a mí, y en el proceso se sacaba las zapatillas, y el polo, solo era señal de que probablemente en unos minutos, ya no sea virgen.

Maldito hombre lleno de abdominales.

-No te atrevas a meterte entre mis sabanas- respondí.
- ¿Por qué? – preguntó él, acercándose, a propósito para molestarme.
-Porque llamaré a la policía- respondí mostrando mi teléfono.
-Bueno...- habló él acercándose más -Ojala puedas explicar que hacia un hombre en tu cuarto a tu madre.
-Ella sabe que soy gay.

Y antes de que pudiera decir algo, él estaba encima mío tratando de sacarme el teléfono. Empezamos una pequeña lucha en mi cama, para ver quien se quedaba con mi teléfono. Sí, probablemente hoy pierda mi virginidad. Él me puso encima de sus piernas agarrando mi cintura con fuerza, su otra mano me sostenía del cuello, por inercia, abrí un poco mis piernas, encima de él. Sus labios estaban tan cerca, tan provocativo, y entonces sentí, como mi teléfono era retirado de mi mano.

-Touché**.

*Fusil de asalto soviético. Metralleta, o arma.
**En esgrima, tocar al contrario con el arma. En la novela, Matt perdió la pelea por el teléfono con Benjamín, por eso la expresión.

BAD CLASSMATE [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora