Rayada

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Habla Lucía

Aitana cada vez pasaba más tiempo con su madre y la veía muy ilusionada y feliz. Me alegraba tanto por ella...

Yo volví al trabajo con la orquesta, teníamos conciertos y muchos ensayos. Aitana tuvo los exámenes después de fiestas y la verdad que le fuera genial pero también había estudiado mucho. Se estaba sacando la carrera con buena nota y estaba súper orgullosa de ella.
Mi madre se estaba recuperando muy bien y ya faltaba poco para que empezara la rehabilitación y le quitaran los yesos de las piernas, el del brazo ya no lo tenía. Volvía a estar estable, al menos este decía mi madre, también había hecho un intensivo de terapia que le había ido muy bien. Cada día intentaba pasar aunque fuera un ratito para verlas. Les conté lo de la madre de Aitana y no se lo podían creer, se alegraron mucho por ella.
Aquel día llegué a casa tarde cansada del ensayo. Aitana estaba en el baño.

L- ya estoy en casa amor!
A- hola!! Ya salgo!!
L- tranquila! :)

Al rato salió del baño.

Habla Aitana

Me pesé en el baño. Pesaba 49kg. Me miraba al espejo y no me veía delgada. Me quedé mucho rato encima de la báscula y me pesé más de una vez. Pesaba lo mismo. Llegó Lucía. Era tarde ya. Salí del baño.

L- has cenado amor?
A- em.. si si, es tarde, cena tú :)

Era mentira, no había cenado pero no tenía hambre.

A- hay sopa
L- vale, me irá bien algo calentito :)

Cenó y la acompañé en la mesa. Yo me estaba empezando a rayar un poco, no quería obsesionarme con el peso. Pero físicamente no me veía bien, no me gustaba mi cuerpo.

L- cariño me oyes?

Me estaba hablando Lucía pero no me había enterado porque estaba pensando en mis cosas.

A- perdona amor, decías?
L- estás bien?
A- sí sí, disculpa, me había embobado pensando en otras cosas
L- vale...

Recogió su plato y nos sentamos en el sofá. Se acurrucó en mí y me empezó a dar besitos por el cuello, me puso la piel de gallina.

A- 🥰
L- te quiero :)

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